Considerada una chicana más, porque nació en Chihuahua (México) pero ha pasado casi toda la vida en EEUU, la cineasta Lourdes Portillo exige que se detenga la atrocidad de las deportaciones arbitrarias de inmigrantes que se han recrudecido en el país norteamericano. Hoy dictará una clase en la SGAE e intervendrá en el coloquio Documentar el núcleo familiar en América Latina, en la Casa Amèrica, con el también director Andrés di Tella.

– – ¿Su activismo político marca su obra cinematográfica?
– – Llegué a EEUU con 13 años y sufrí el racismo norteamericano. Como cineasta siento que es muy importante trabajar para cambiar todo eso. Ser chicano es asumir una identidad y luchar porque se nos tome en cuenta políticamente.

– – ¿El cine es su arma política?
– – No puedo ser solamente cineasta, recopilar testimonios, hacer una película y olvidarme de lo que ha pasado. Me meto de lleno, participo en conferencias, estoy en contacto con las mujeres de Ciudad Juárez, incluso con las madres de la Plaza de Mayo, porque es parte de mi trabajo y de mi vida.

– – ¿Vivir en EEUU se lo permite?
– – Mi experiencia me ha ayudado y me siento protegida. En México no hubieran podido hacer un documental como Señorita extraviada por temor. Detrás del caso de las mujeres muertas en Ciudad Juárez hay una cuestión nefasta que implica al Gobierno y por eso siguen asesinándolas, no ha cambiado nada. Todos están involucrados, es una red de complicidades políticas y económicas que se permite el triste lujo de asesinar y encubrir al mismo tiempo.

– – ¿Qué documental prepara?
Lo estoy terminando, ni siquiera tengo el título, pero trata de una cineasta que vuelve a México a hacer un documental. No es autobiográfico, es ficción.


COLOQUIO SOBRE EL DOCUMENTAL.
Casa Amèrica.
Còrsega, 299.