Menores con futuro incierto

Canarias 7, , 15-01-2008

Lourdes Bermejo
Arrecife (Lanzarote)

Aunque el Cabildo de Lanzarote es quien ostenta la tutela de los menores inmigrantes que residen en sus dos centros de acogida (en este momento, más de 20), la Administración no les garantiza un futuro al cumplir la mayoría de edad. Todos salen del CAME con el permiso de residencia caducado.

La Ley de Extranjería pone en manos de las Comunidades Autónomas la tutela y formación de los menores sin acompañante hasta su mayoría de edad. Tutela que, en el caso de Lanzarote, asume el Cabildo. Desde que llegan a la isla (siempre de forma irregular) hasta su mayoría de edad, son los Centros de Acogida de Menores Extranjeros (CAME) los que se ocupan de su formación, teóricamente a través de programas de lenguas u oficios, pero que, en la práctica, no cuentan con financiación.

El resultado es que este pequeño grupo de menores, en ocasiones, habla árabe como lengua materna (la mayoría es marroquí) y, con muchas dificultades, el castellano, lo que entorpece enormemente su integración laboral al llegar su mayoría de edad. Pero el verdadero problema es que, en su totalidad, y según han confirmado fuentes del CAME, los chicos salen del centro con su permiso de residencia caducado. «La respuesta del Cabildo lanzaroteño es que, al tratarse de adultos, ya no están bajo su jurisdicción», asegura un trabajador del centro.

Plazos ajustados

Casualmente, la fecha de la mayoría de edad suele coincidir con la expiración del permiso, con lo que los ya jóvenes adultos tienen un plazo de tres meses para conseguir un contrato de trabajo que les mantenga en la «legalidad». Un contrato que llega muy pocas veces, provocando, en ocasiones, la marcha del joven de la isla, su ingreso en la delincuencia o incluso la prestación de un servicio, pero sin contrato.

Ejemplos como el del empresario Agustín García Rodríguez, Tino, que mantiene en su plantilla a varios chicos inmigrantes, no abundan precisamente en el empresariado local. Entre ellos, un menor marroquí, pero se ha criado en Arrecife desde que llegara en una patera, a los 13 años. Habla perfecto castellano y trabaja como ayudante de cocina en uno de los establecimientos hosteleros del empresario. «Es uno de los mejores, aunque todos los chicos que han venido a través de los centros de acogida son buenos trabajadores y muy limpios», asegura Tino, que dice «haber apostado por esta filosofía» de contratación, aunque ello le haya valido, incluso, la pérdida de clientela local «que se enteraba de que había árabes en la cocina». El 60% de sus 90 empleados son inmigrantes, tres de los cuales proceden de centros de acogida.

La Escuela de Hostelería de Tahíche presta, también, un gran servicio a estos chicos en su formación, al no contar, en la mayoría de los casos, con estudios reglados realizados.

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