La inmigración, un problema de los dos partidos

La política migratoria se ha convertido en una potente arma electoral, que jugará un papel clave en Iowa, donde el fenómeno de la inmigración ilegal es motivo de preocupación.

Deia, María Peña, 04-01-2008

LA lucha contra la inmigración ilegal es un tema recurrente en las campañas electorales. Según datos oficiales, hay alrededor de 112.000 inmigrantes hispanos en Iowa y unos 20.000 se han mudado allí en los últimos seis años, atraídos por los salarios en la industria avícola y cárnica del Estado.

Algo más de la mitad son indocumentados, según un estudio del Centro Hispano Pew de 2006, y el fenómeno de la inmigración ilegal asusta a la población de Iowa, en su mayoría blanca, y ha servido de abono en la contienda. Basta ver algunos de los anuncios y la propaganda política para entender que el tema es clave entre los aspirantes presidenciales republicanos, que proponen desde muros para combatir la porosidad de la frontera sur hasta la deportación masiva de los ilegales. Los candidatos republicanos, ávidos de votos en los 99 condados de Iowa, han inundado los buzones, la radio y la televisión con advertencias sobre la invasión de los indocumentados y anuncios como uno en el que la bandera tricolor mexicana ondea sobre la de EE.UU.

Un mensaje que cala Es un mensaje que aparentemente está calando en Iowa, donde el típico votante republicano es un hombre de raza blanca de entre 45 y 59 años, que vive en una zona rural y que comparte la ideología del conservadurismo. Entre esos votantes figura Randy Krukow, el alguacil de Spencer, una pequeña y bucólica ciudad fundada hace más de un siglo en el noroeste de Iowa, donde los inmigrantes eran inexistentes, pero ahora delatan su presencia con anuncios en español en tiendas de envío de remesas.

Seis de los ocho presos en la cárcel de Spencer el mes pasado eran indocumentados acusados de narcotráfico y uso de documentos falsos, y el aumento de la inmigración ilegal es una tendencia que preocupa a republicanos como Krukow. Aunque reconoce que los inmigrantes son la columna vertebral de los mataderos y plantas procesadoras de carne y pollo en un Estado rural como Iowa, Krukow está decidido a apoyar al candidato que prometa corregir el problema de los inmigrantes sin papeles. “Sólo estamos viendo la punta del iceberg. Aquí seguimos creyendo en Dios, patria y familia, y un ilegal es un ilegal”, dijo al Washington Post.

Entre los votantes demócratas de Iowa, cuyo votante típico es una mujer de 50 años con algún nivel de educación universitaria, el sentimiento es que el Gobierno no sólo debe mejorar la vigilancia en la frontera con México, sino también expulsar a quienes “no siguen las reglas del juego”. Para los demócratas, la inmigración ilegal es un gran dilema de cara al voto hispano: por un lado, proponen formas de aumentar la seguridad nacional, pero, por otro, quieren afianzar el apoyo logrado entre dicho electorado y por eso la mayoría se decanta por algún tipo de reforma migratoria. Así, el Partido Demócrata, que durante muchos años ha cortejado el voto hispano a nivel nacional, ha centrado su atención en asuntos como la guerra en Irak, la sanidad universal, el rumbo de la economía y, sobre todo, promesas de “un cambio”. “Los republicanos han utilizado la inmigración ilegal como un asunto clave para dividir aún más al país, pero, como táctica, creo que les saldrá el tiro por la culata”, dice Tom Reynolds, portavoz de la campaña del aspirante demócrata y gobernador de Nuevo México, Bill Richardson.

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