Quedan los rescoldos

El Periodico, JOSÉ ANTONIO Sorolla, 02-12-2007

Las mangueras de los bomberos y un despliegue policial más propio de una guerra que de una revuelta social han apagado los incendios en la banlieue norte de París. Ahora es todo ceniza, pero en el fondo quedan los rescoldos, como siguen sin extinguirse los del otoño del 2005, cuando el Gobierno hubo de recurrir incluso al toque de queda para acabar con los disturbios.
De ese fondo, cuando alguien pregunta, siempre surge la misma respuesta: “Somos franceses, pero no nos consideran franceses”. Esta frase, que por sí sola refleja el fracaso de la política de integración francesa, la pronuncia todo el mundo, la gente normal y corriente que vive en esas zonas, y en absoluto es solo una respuesta de los jóvenes airados y marginados que participan en los disturbios. Pero el poder, y Sarkozy menos que nadie, sigue sin entender nada. Este mismo jueves, el presidente de la República volvió a repetir que lo ocurrido en Villiers – le – Bel no tiene nada que ver con una crisis social, sino con el gamberrismo.
Frente al modelo anglosajón de la separación de las minorías, Francia optó en teoría por la integración de la inmigración basada en los principios de la República, en particular el de la igualdad, y en la oportunidad de la escuela laica para todos. Pero esta aspiración, elogiable y bien intencionada, ha fracasado, sepultada bajo las losas de la hipocresía y el eufemismo.
Así, los guetos de la banlieue se han convertido en las “cités” o los “barrios sensibles”, al reconocimiento de las minorías se le llama “la diversidad” y el Consejo Constitucional acaba de ratificar la prohibición de las estadísticas étnicas en nombre de la sacrosanta igualdad de la divisa republicana.
En Francia no se puede saber el número de negros o de magrebís que hay porque en Francia no hay negros ni magrebís, solo hay franceses. Pero, como demuestra lo que sucede en las banlieues, hay unos franceses más iguales que otros, y no admitirlo es el primer paso para no resolver el problema. Es no reconocer la realidad en nombre de los principios.

PORQUE
LUEGOel color de la piel y la ortografía del nombre sí que cuentan a la hora de encontrar trabajo. Cuentan hasta el punto de que una de las ideas para combatir la exclusión ha sido la de presentar currículos anónimos. Y, aunque hay un gran debate sobre la cuestión y los intelectuales más jacobinos apoyan la prohibición de las listas étnicas, muchos científicos sociales se quejan de que, sin los datos estadísticos étnicos, no pueden completar trabajos que podrían servir para analizar y proponer soluciones sobre la marginación de las minorías.
La realidad es que la llamada diversidad se reduce a colocar a dos o tres presentadores negros en los telediarios. Este hecho banal se presenta además como un avance porque así se otorga visibilidad a lo que cada día se ve en la calle o en el metro. Pero en la Asamblea Nacional sigue sin haber diputados negros o de origen árabe, pese a que, antes de cada elección, se abre el debate sobre esta anomalía.

UNO DE
LOSfenómenos más denostados en Francia es el comunitarismo, es decir, la agrupación de las minorías en comunidades, porque rompe la teórica igualdad republicana. Sin embargo, una visita a las banlieues ilustra la falacia del planteamiento: quizá la gente no se agrupe en comunidades, pero el sistema social separa a los instalados de los excluidos.
No reconocer esta situación social, no admitir el fracaso, no de los principios, que son dignos de defender, sino de la política que no ha sabido o no ha querido conseguir los objetivos fijados, es estar sordo y ciego. Claro que Francia tiene tradición en mirar para otro lado.
Salvando todas las distancias, ¿cuánto tardó el Estado francés en reconocer sus responsabilidades en el envío de judíos a los campos nazis? Fue Jacques Chirac, en 1995, el primer presidente que lo hizo. Sus predecesores alegaban que el Estado de Vichy no era el Estado francés actual. Pero tampoco todos los franceses fueron resistentes, como se quiso dar a entender durante años, y muchos colaboraron con la ocupación.

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