Sucesos

Las Mimbreras contra todos

El Mundo, PABLO HERRAIZ, 29-11-2007

El poblado chabolista ilegal se rebeló ayer contra los policías, que tuvieron que pedir refuerzos a los antidisturbios y se pasaron toda la mañana entre las chabolas. Durante horas se alternaron las pedradas con los pelotazos de goma, las hogueras y las barricadas, porque sus habitantes no quieren que les desalojen. Aseguran que continuarán la lucha hasta que se encuentre una solución Hacía sol, pero llovían piedras. El poblado de Las Mimbreras se convirtió ayer en un polvorín de humo y barricadas, lleno de gritos y sirenas. Hace ya años que éste es uno de los muchos núcleos marginales de Madrid, pero últimamente la Administración ha decidido derribar algunas chabolas. Sus habitantes no están por la labor de ser desalojados sin realojo, y por eso ayer se rebelaron.


Desde hace varias semanas, los habitantes de Las Mimbreras han ido avisando de que no dejarían que los echaran con facilidad. Pero las órdenes de derribo han ido llegando. Anteayer, sin ir más lejos, se tiró una chabola, y ayer estaba previsto hacer lo propio con otra.


El martes no hubo altercados, pero ayer, con una gran presencia de medios de comunicación, comenzó la revuelta. La Policía Nacional recibió un aviso de que estaban cayendo piedras sobre la M – 40, que pasa junto al poblado, según la Jefatura Superior de Policía.


Un rato después, un patrulla de la comisaría del distrito de Latina llegó hasta las casas, pero recibió unas cuantas pedradas y los agentes pidieron refuerzos. Comenzaron a llegar furgonetas de la UIP (antidisturbios), hasta que unos 50 policías con cascos y escudos estaban a la entrada del poblado.


Durante toda la mañana se repitió la misma escena, que por suerte no tuvo más consecuencias: unos cuantos tiraban piedras, llegaba la Policía, todos echaban a correr y vuelta a empezar.


Es difícil dilucidar hasta qué punto la presencia de varias televisiones y periódicos influyó sobre la actitud de unos y de otros. Tanto policías como gitanos (casi todos en Las Mimbreras lo son) llevaban una escolta de cámaras que daban testimonio de todo lo que ocurría.


Ayer había huelga de la Justicia y parece que por eso no se ejecutó la orden de derribo de la chabola de Vanessa, la que, según la gente del poblado, se iba a tirar por la mañana.


Por si acaso, los que viven allí formaron barricadas en el camino de acceso al poblado, que ya está bastante mal de por sí. También prendieron hogueras en la carretera, y amenazaban con hacer lo mismo en la M – 40, aunque por fortuna desistieron en su empeño. El resultado de la refriega no provocó detenidos ni víctimas, por lo que no hizo falta que acudiera el Samur. Dos de los coches policiales, en cambio, sí resultaron rotos. Además, durante los momentos más tensos entre policías y habitantes éstos consiguieron arrebatar un escudo a los antidisturbios y lo paseaban como un trofeo.


Mientras, en una de las calles del poblado, un matrimonio ya mayor y curado de espanto comenzaba a hacer la comida en la puerta de su casa, como lo ha hecho toda la vida, con las ascuas para cocinar sobre una carretilla oxidada.


Los jóvenes son los que se alteraban más con la presencia de medios y policías. En el poblado todos aseguran que van a luchar hasta que se encuentre una solución para ellos, aunque la negociación parece difícil.


Según fuentes policiales, hay órdenes de derribar 30 casas ilegales desde ahora al mes de junio, y también hay mandamientos para que cualquier chabola que se levante desde ahora sea derribada en el acto.


Empadronados hace años


Otro asunto serán los que ya tienen una casa allí desde hace años. Gran parte de los gitanos de Las Mimbreras aseguran que llevan un montón de tiempo empadronados en el camino de la Canaleja, la dirección oficial de las chabolas.


Los más afectados por el asunto de ayer fueron los niños. Para empezar, porque les podía haber caído una piedra o un pelotazo de goma. Además, ninguno fue ayer al colegio, porque el autobús que hace la ruta no entró al poblado.


En la casa de Lucas y Rufina, un matrimonio joven con pocos recursos, sus dos niñas estaban ansiosas por volver a clase. De cuatro y cinco años, se lanzaron al bolígrafo y el cuaderno para enseñarnos que sabían escribir muy bien sus nombres.


Sus padres, como muchos otros del poblado, dicen que se marcharían encantados a pagar un alquiler barato, pero para eso tiene que haber antes un acuerdo entre las distintas administraciones.


Lo cierto es que vivir allí no es agradable. Ahora en invierno las casas están heladas, pese a que muchas tienen chimeneas que se han construido sus propios inquilinos. Y aun así, los cientos de personas que conviven en esta zona ilegal y marginal tienen que echar a patadas a las ratas y bichos que se les cuelan por las casas, y remendar constantemente las paredes de la chabola con nuevos azulejos, porque los que hay se caen todo el rato con la humedad. Dentro del poblado hay gran cantidad de niños y de madres jóvenes, que juran que se encerrarán con los churumbeles en casas si ven asomarse a la piqueta.


Los policías, por su parte, recorrieron el poblado varias veces de cabo a rabo para dar con los de las piedras, pero no hubo éxito. El acceso a las chabolas sólo es uno, y en lo que llegaban los agentes la multitud se dispersaba otra vez. En grupos de cuatro o cinco, sin separarse unos de otros ni bajar los escudos, caminaban por todas las calles, pero a su paso Las Mimbreras se convertía en un pueblo fantasma donde sólo permanecían en la calle las gallinas, los chuchos y los caballos que allí viven. Como en las películas del Oeste.


Con todos los poblados chabolistas ocurre igual. Hasta que uno no va ni se entera de que existe algo así a dos pasos de la gran ciudad, del estrés y del mundo desarrollado. El caso de este poblado es algo más benévolo que otros, porque no es de los más problemáticos. Tiene algo a su favor, que allí no se vende droga.


Sí es cierto, sin embargo, que hace un par de años mataron a dos personas, que ha habido unas cuantas reyertas graves y que la Guardia Civil y la Policía han realizado varias operaciones contra la delincuencia.


Otras veces el problema estaba en los animales. Hace seis meses, por ejemplo, se requisaron 14 ponis, un burro, 11 caballos y 26 perros, en una operación sin precedentes en la que participaron más de 100 policías municipales, guardias civiles y agentes de la Patrulla Verde. Los animales estaban en malas condiciones y se escapaban cada dos por tres a la M – 40.


elmundo.es


Vídeo:


Vea imágenes y testimonios de los vecinos de Las Mimbreras.

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