Los magrebíes consideran que su integración pasa por tener 'papeles'

El País, JUNE FERNÁNDEZ, 29-11-2007

La comunidad magrebí es, según las encuestas, el colectivo de inmigrantes por el que los vascos sienten mayor antipatía. Los estereotipos sobre la cultura islámica y los atentados de Madrid y Nueva York alimentan los prejuicios. Conocemos qué piensan los autóctonos sobre los africanos del Norte, pero ¿cuál es la percepción de estos inmigrantes sobre su propia integración? Por primera vez, un estudio elaborado por Luis Fuentes y Trinidad Vicente refleja a través de 40 entrevistas a magrebíes – transcribiendo fragmentos literales de los testimonios – sus reflexiones y reivindicaciones. El trabajo está becado y publicado por el Ararteko y su titular, Iñigo Lamarka, lo presentó ayer en Bilbao.

El magrebí es, con 11.493 personas empadronadas, el segundo colectivo de inmigrantes más numeroso en Euskadi, después del latinoamericano. Su perfil tipo es un hombre (el 72%) marroquí, de unos treinta años, sin título académico, que emigra por motivos económicos y se coloca en empleos no cualificados.

Las personas entrevistadas destacan que quieren integrarse en la sociedad vasca y, aunque se sienten discriminadas, subrayan que los prejuicios se disipan con la convivencia diaria. “Tengo buenas relaciones aquí, la gente me conoce ya… Pero tengo miedo de gente que no me conoce”, expresa un argelino afincado en Guipúzcoa. “Más que sentir racismo como maldad, he sentido una discriminación por desconocimiento”, reflexiona otro de los entrevistados. Además de reclamar más espacios de convivencia, los encuestados subrayan que no pueden integrarse si viven en situación irregular, en la que se encuentran cuatro de cada diez residentes magrebíes. “Para estar integrado falta que tengas el derecho de trabajar y de residencia. Sin eso siempre te sentirás inferior”, defiende un participante en el estudio. “La primera barrera para la integración es la Ley de Extranjería”, resume otro.

Además, ante la opinión de la ciudadanía autóctona de que los magrebíes no quieren integrarse, éstos defienden que el proceso debe ser bidireccional: “Piden mucho, pero yo creo que ellos se tenían que integrar a nosotros, porque la integración es una cosa que uno completa al otro”. “Una fusión” es como lo entiende otro encuestado, y un tercero considera que supone “estar dando a la sociedad algo y recibir de la sociedad algo”.

Les gusta relacionarse con sus paisanos – “lo pasamos bien y recordamos todo de allí” – , pero aprovechan el ámbito laboral y formativo para entablar también amistades con los autóctonos. Algunos aprecian dificultades para ello: “Si vienes con otra religión, de otro mundo, no encuentras amigos fácil”.

Además, todos reclaman respeto a su identidad cultural, y critican la visión asimilacionista de la integración que tienen los vascos, obligando a asumir las costumbres autóctonas en vez de apostar por una sociedad intercultural. “Cada persona tiene ciertos derechos a desarrollar, siempre y cuando no le afecte al otro. Llevar una chilaba en la calle no le afecta”.

El ararteko, Iñigo Lamarka, llamó en la presentación del trabajo a “respetar sus derechos y sus identidades para que enriquezcan a la sociedad vasca”.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)