CON MUCHA CARA / PITINGO / CANTAOR

'Me moriré y no sabré flamenco'

El Mundo, JOSE MARIA ROBLES, 28-11-2007

«En todos los mercadillos debería haber una foto de Camarón» / «Flamenquito y purismo son dos palabras que no quiero escuchar» / «La camisa oscura ya no es imprescindible para cantar; a mí no me importa hacerlo con chaqueta blanca y las ’converse’» / «Me preocuparía si la crítica hablase bien de mí; a Ketama y los Morente los pusieron a parir» Ray Charles, Aretha Franklin, Bob Marley y otros paliduchos como los Beatles, The Police y Nirvana coinciden desde el viernes y hasta el martes 4 de diciembre en el teatro Häagen – Dazs Calderón. Nada de tributo. El guitarrista Juan Carmona, el grupo de gospel Black Heritage Singers of New Orleans, el productor Alejo Stivel y el cantaor Pitingo firman una convocatoria en clave de palmas y, además, multidisciplinar: propone videocreación, danza contemporánea y música de la que emborracha.


Pregunta. – Pitingo figura al frente de Soulería, un espectáculo inspirado en el dewarismo (algo así como la filosofía de vida del fundador de la whiskera White Label). ¿No suena un poco a trabalenguas?


Respuesta. – Soulería es un resumen de lo que he hecho desde chico hasta ahora, de las dos músicas que he escuchado: flamenco, soul y gospel, música negra en general.


P. – ¿Cómo encaja un género en otro?


R. – Conociendo las dos músicas muy bien. El soul y el gospel los llevo escuchando desde que tenía nueve años. El flamenco es más difícil. Me moriré y no sabré.


P. – ¿Qué tienen de gitano soul y gospel? ¿Y el flamenco de negritud?


R. – La forma de vivir de ambos pueblos. Es gente que ha pasado muchas penurias, considerada de malvivir y que siendo pobre ha cantado haciendo ritmo con un simple palo o una mesa. En este montaje hay 10 negros cantando a lo bestia. No hablamos el mismo idioma, pero nos hemos entendido perfectamente.


P. – La saga de los Habichuela, con la que se ha criado, ¿dónde atesora la magia?


R. – En el sonido de su guitarra, desde luego. También con ellos he aprendido más flamenco, a relajarme cantándolo y a ser persona en este mundo del arte, tratando igual a todo el mundo.


P. – Pitingo significa presumido en caló. ¿De qué presume Pitingo?


R. – De familia y de amigos, de poder dedicarme a lo que me gusta, pero no de mí mismo ni de mi cante.


P. – ¿La camisa oscura es el traje de superhéroe flamenco?


R. – Creo que vamos avanzando poco a poco, ya no es imprescindible. Hombre, es lo clásico y lo más elegante. Los flamencos deberíamos actuar como vestimos en la calle. A mí no me importa hacerlo con una verde, roja o con chaqueta blanca y las converse.


P. – ¿Y qué es un mercadillo sin una foto de Camarón?


R. – Una putada. No en todos tiene que haber una… ¡Pero debería!


P. – ¿Cómo se le queda el cuerpo cuando escucha la palabra de marras: flamenquito?


R. – Me pone malo. Está el flamenco y la música derivada del flamenco. Flamenco es flamenco y lo demás es lo demás. En lo que estamos haciendo hay cosas flamencas y otras aflamencadas… Flamenquito y purismo son dos palabras que no quiero escuchar.


P. – Dice que no quiere escuchar más a Camarón para no caer en la tentación de homenajearle…


R. – Intento no escucharlo mucho, por la sencilla razón de que me gusta tanto, es tan perfecto cantando y me vuelve tan loco, que sin querer, coges vicios. La mayoría de los cantaores jóvenes son camaroneneros, y eso que yo no lo veo mal, lo mismo que otros son caracoleros o marcheneros. ¿Que igual hay demasiados? Sí, y puede que haga falta más personalidad.


P. – Pero a usted con quien le han llegado a comparar es con Mariah Carey…


R. – Me llena de orgullo, desde luego. Pero está claro que yo no soy Mariah Carey (risas). Supongo que lo dirían por la manera de armonizar, al haber cantado en tantos coros


P. – Dicen que, de pequeño, intercambió algún mamporro con unos vecinos ahora también ilustres: los chicos de Pereza.


R. – Tuvimos una peleílla, pero ya pasó. Yo vivía en Barajas, y ellos en Alameda de Osuna. Estábamos todo el día a la gresca. Ahora nos llevamos muy bien.


P. – Ha cantando en bodas, tablaos y en el aeropuerto cargando maletas. ¿Cómo se las arregla el duende entre escáneres?


R. – En lo que no se ve del aeropuerto hay mucho arte, gente de todas las razas… Es como un pueblo, la gente con sus tarteras y todo buen rollo.


P. – Por la música pasaría hambre. ¿Y entonces su pasión por la cocina…?


R. – Es verdad, me tendría que conformar con una latita de atún y un poco de pan para hacer unos adornos.


P. – ¿Qué le hincha la carótida cuando no está sobre las tablas?


R. – La gente que habla sin saber. Hubo críticos que pusieron a parir a Camarón, Ketama, Enrique y Estrella Morente. Si de mí hablasen bien, me preocuparía. Y con independencia de la música, me saca de quicio el ruido. Duermo con tapones y hablo bajito. Y cuando escucho mucho ruido me pongo muy nervioso.


RETRATO


Origen. Ayamonte (Huelva), 1981. Currículo. De casta le viene a Antonio Vélez, Pitingo. Su abuela era prima hermana de La Niña de los Peines, Tomás y Arturo Pavón. Lleva apenas tres años de profesional, aunque ya se le había visto con Gerardo Núñez, Belén Maya y el Ballet Nacional. En 2006 edita su debut, Pitingo con habichuelas, escoltado por el clan granadino. Ha actuado a petición de la pop star Alicia Keys y ha participado en la BSO de la película Atún y chocolate (2004) y en el disco colectivo El Búho Real. Nueve artistas nuevos (2005). Aficiones. «Dibujar». Debilidades. «Buen cante y buen vino». Virtudes. «Las deben ver los demás». Defectos. «Soy perfeccionista y demasiado exigente».

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)