BRONCA LATINA · EL PROCESO DE INTEGRACIÓN PACÍFICA DE LOS PANDILLEROS Jóvenes latin kings de Barcelona luchan por integrarse en la sociedad y su espacio en la calle lo ocupan bandas más violentas

HERMANITOS

La Vanguardia, , 26-11-2007

XAVIER MAS DE XAXÀS – Barcelona

Los jóvenes latinos que luchan por integrarse critican la doble moral y los estereotipos sociales
El 25 de octubre un grupo de jóvenes latinoamericanos, Reyes y Reinas Latinos de Catalunya, entraron en la plaza Sant Jaume con una pancarta en contra del racismo y a favor de la convivencia. Ocuparon una esquina en el ágora de Barcelona, dentro de una protesta organizada por SOS Racisme. Dos días antes, un joven catalán le había dado una patada en la cara a una chica ecuatoriana en un vagón de Ferrocarrils. La imagen, captada por las cámaras de seguridad, había causado una gran conmoción.

Era la primera vez que estos jóvenes acudían a una manifestación. Nunca antes habían tenido la oportunidad y la iniciativa de defender sus derechos utilizando mecanismos sociales. “Hace cuatro años habríamos salido en busca del agresor”, admite uno. Con ánimo de provocar a la audiencia y mantener la atención, algún medio de comunicación anunció que así iba a ser también esta vez.

“Nos engorila la mentira, la agresión y la hipocresía. No es de hombres pegar a las mujeres. El que pega a una mujer es un inferior. La mujer es una reina, tu reina, a la que cuidas y haces respetar”. Lo afirma King Wild, sin querer pegar a nadie, aunque el agresor le repugna. “Es catalán, un racista catalán, bien tratado por la prensa y la justicia. Al revés, nos hubieran hundido. Ustedes, los periodistas, nos hubieran crucificado si hubiéramos sido nosotros los violentos”.

Los Reyes y Reinas Latinos de Catalunya, convertidos en asociación cultural desde agosto del 2006, no sabían muy bien qué hacer en la plaza Sant Jaume. Se dejaron llevar, sin buscar el protagonismo, y regresaron a la sede de Fedelatina, su segundo hogar desde que, hace cuatro años, el Ayuntamiento y la Generalitat cogieron por los cuernos al toro de la violencia latina en la ciudad.

“Abandonamos la violencia, las ideas del pasado, los errores del ojo por ojo, diente por diente. Eran otros tiempos. Hoy no. No hay guerras. Somos el progreso de los latinos. Combatimos las leyendas urbanas que nos criminalizan. Lavamos nuestra cara con agua bendita y nos enorgullece llevarla así de alta”. Xavi habla a ritmo de hip-hop. Delgado, con el rostro alargado, la expresión seria y una malla blanca en la cabeza.

“De la calle al hip-hop es un tránsito común en estos jóvenes de vida intensa y difícil”, explica Carlos Piegari, su mentor en Fedelatina. “Muchos de estos chavales llegaron aquí con la cabeza gacha, sin atreverse a mantener la mirada, sin apenas confiar en nadie, y nosotros les enseñamos a mirar. Cuando logramos que uno hable mirando a los ojos, damos un gran paso hacia su integración”.

Los hermanitos, la hermandad, la todopoderosa nación de los latin kings, creada por los puertorriqueños de Chicago en 1940 para ayudar a sus compatriotas en el difícil tránsito de la inmigración, pero convertida después en organización mafiosa dedicada al narcotráfico, intenta ahora, en Barcelona, recuperar su espíritu original.

“Los hermanitos me enseñaron muchas cosas buenas. Mi madre me dejó a los cinco años. Ellos me enseñaron a labrar mi futuro. Me quitaron vicios. Hoy tengo una niña. Tengo mi futuro. La nación ha vuelto donde nació. Nos hemos quitado la máscara que nos ocultaba y oprimía. Estoy orgulloso de ser un rey latino”. King Baby Fighter, cara redonda, aniñada, con gorra rapera y una amplia cicatriz en la mejilla izquierda, habla deprisa y sus hermanitos asienten para decir lo mismo con otras palabras: “Tengo 17 años. Llevo cuatro en la nación. Mis hermanitos me han enseñado a no fumar, a mantener los cinco sentidos. Un rey es la nación. Hay que dar imagen. Dar brillo al nombre latin king”.

Los Mossos d´Esquadra afirman que hay reyertas, broncas latinas, junto a populares discotecas de Les Corts. “Es mentira”, salta Javier Lizano, uno de los reyes más veteranos. “Los hermanitos no van a Les Corts, a las discotecas de los españoles. Seguro. Prefieren Heron City, en Fabra i Puig, sitios como el Pascana, Caribe Caliente y Copacabana”.

Lizano, de 29 años, pintor y padre de un bebé de seis meses, trabaja en un dibujo para estampar en una camiseta. Está en el taller de serigrafía, una de las muchas actividades que organiza Fedelatina. Un águila agarra el diamante, talismán de los latin kings, mientras una serpiente intenta arrebatárselo por debajo. “Nosotros somos el diamante y estamos sometidos a la lucha entre el bien y el mal, entre el águila y la serpiente”.

Hace tiempo que dejó la lucha física en la calle. “Pasó la época cuando con una llamada de teléfono podíamos reunir a 100 o 200 hermanitos para ir a hacer justicia. Ahora nos hemos legalizado. Pero la policía todavía no ha entendido que nuestro lugar lo han ocupado otros. Bandas pequeñas, muy violentas, como los blood, los black panthers y los forty two. Están formadas por chicos entre 14 y 17 años. Se presentan de improviso en una plaza, donde están reunidos los hermanitos. Escogen a los más jóvenes, los que no pueden defenderse. Sin decir nada les dan con bates de béisbol, cadenas y botellas, y se van y regresan al día siguiente y entonces les preguntan, a los mismos hermanitos, que si no quieren más agresiones deben unirse a ellos. Muchos lo hacen”.

Si los latin kings rondan los 300 individuos y los ñetas, la otra gran organización juvenil latina, se acercan a esa cifra, las nuevas bandas, según Lizano, ya suman más de 150 y operan tanto en Fabra i Puig como en l´Hospitalet. “Ellos ocupan nuestro lugar porque muchos jóvenes creen que, al legalizarnos, hemos perdido fuerza. Han recuperado lo peor de nuestra violencia y la han magnificado, sin respetar para nada la ideología de los grupos de los que han cogido los nombres”.

El pasado persigue, sin embargo, a los latin kings, y la sociedad catalana no parece preparada para conocer la diferencia entre ellos y los blood, por ejemplo, o para aceptar su vestuario de ropas anchas y su código interno. “Mi madre me sacó de casa cuando supo que era latin king. Lo hizo por la mala fama que nos daba la prensa, la sociedad entera. Pasé tres meses en casa de un amigo, hasta que vio que no había nada malo en lo que hacía y hoy es un orgullo para ella”.

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