"El Gobierno francés continúa tratando a los jóvenes de las barriadas como si siguiesen colonizados"

Diario de noticias de Alava, alberto pradilla, 26-11-2007

vitoria.Hace dos años, las imágenes de coches ardiendo y los enfrentamientos con la policía llevaron la problemática de las barriadas francesas a todas las pantallas europeas, ¿qué ocurrió?

Lo que pasó en 2005, los levantamientos en los banlieue , fue algo que ya venía ocurriendo desde hacía una década. Revueltas de jóvenes manifestándose, quemando coches y papeleras y enfrentándose a la policía con piedras y cócteles molotov. Lo que nunca se había visto era este fenómeno extendido a nivel nacional.

¿Qué fue lo que desató las protestas?

La causa directa fue la muerte de dos jóvenes, dos menores asesinados indirectamente por la policía. Se escondieron de los agentes dentro de un transformador de alta tensión, donde murieron electrocutados. Ellos simbolizaron todo ese control policial que padecen los jóvenes en determinados lugares. Jóvenes que no han hecho nada, cuya única culpa es no ser blancos y no llamarse François o Nicolás. Ésta es la causa directa, la política racista que aplica la policía francesa.

Al margen de aquel hecho concreto, se habló de las profundas desigualdades existentes en uno de los países más poderosos del mundo…

Entre las causas generales está la crisis social que existe en las barriadas. Jóvenes cuyo único futuro es el trabajo precario, con graves dificultades económicas, que viven en una especie de universo negro. Además, están sometidos a una política racista, colonial, que hace que no sean reconocidos como franceses por su origen africano o árabe. Y que considera que su cultura, la cultura de sus padres, es inferior.

Tratándose de una cuestión centrada en los hijos de inmigrantes, ¿los jóvenes blancos se sumaron a las revueltas o consideraban que no iba con ellos?

Los jóvenes franceses que viven en los mismos lugares se unieron, pero no lo hicieron aquellos que se sienten clase media. De hecho, existía una división en las manifestaciones entre estudiantes blancos y de clase media, y los jóvenes de las barriadas. Aunque los dos protestaban contra el Gobierno, no se trata de la misma cosa. Los primeros se manifestaban por la carretera, mientras que los segundos iban por las aceras, destruyendo lo que encontraban. Y no se mezclaban ente ellos.

¿Cómo es el día a día en esas barriadas? ¿En qué se traduce ese universo negro del que habla?

Hay un sentimiento de enfado. Existe un muro, hay jóvenes que no han salido nunca de su barrio. Los que van a clase, lo hacen sin creer en el colegio, porque saben que seguir en el curso y obtener un diploma no les va a servir de nada. Por eso, llegan a casa y no estudian, porque no tiene ninguna utilidad para ellos. Además, no tienen la posibilidad de independizarse, por lo que viven con sus padres, con toda su familia, lo que suele generar también tensiones. Y a eso hay que sumarle los controles policiales. Estás con unos amigos sentado en la calle y ya están ahí los agentes, preguntando qué haces, poniéndote contra la pared… y tú sólo estabas hablando con tus amigos.

Una realidad que sólo llegó a la opinión pública a través de la violencia, ¿no había otro camino?

Los jóvenes de las barriadas no se sienten representados. No hay partidos ni sindicatos que los representen. Se sienten solos y, efectivamente, a través de los incidentes, vieron cómo en la televisión, en los medios, se hablaba de ellos. Y surgió un sentimiento de existir, de decir “por primera vez hablan de nosotros”. La violencia se utilizó como un medio espontáneo de verse reconocidos y escuchados.

En los medios se hizo hincapié en presentar a los protagonistas de los disturbios como vándalos…

Esos jóvenes que aparecían en televisión enfrentándose con la policía hablaban de política. Eran reivindicaciones políticas, a pesar de no venir en forma de manifiesto. Hablaban del control policial, del racismo, de la falta de trabajo… cosas muy concretas y muy políticas. No era por diversión, ni por el placer de destruir cosas. La palabra de estos jóvenes es muy política, aunque no se traduzca en forma de organización y manifiesto. El barrio, la escuela, representaban ese universo negro, y lo que querían es destruirlo, acabar con eso que te oprime en el día a día.

Han pasado más de dos años, ¿se han logrado mejoras?

No. El gobierno aprobó un plan para los barrios pero lo cierto es que la situación se ha degradado más aún. Pero, en vez de destinar el dinero público a mejorar la situación se ha gastado en la represión. Y conforme la pobreza crezca en las barriadas, éstas se harán más violentas.

Mayo del 68 ha quedado como un icono de revuelta social en el siglo XX, aunque muchos de sus líderes terminaron en las filas de la socialdemocracia. ¿Veremos a jóvenes de las barriadas seguir esa estela?

Las grandes movilizaciones de la inmigración en Francia no estuvieron marcadas por mayo del 68. La inmigración tiene su propia historia de lucha. Además, el movimiento de las barriadas es demasiado violento como para que pueda ser aprovechado por la socialdemocracia. Los jóvenes no se fían de organizaciones como el Partido Socialista, porque existe la experiencia de una marcha de inmigración tras la cual esta formación creó SOS Racismo. Y, después de un proceso de asimilación, esta asociación acabó convirtiéndose en una máquina electoral para el presidente Mitterrand. Hay desconfianza hacia los aparatos políticos.

Ha hablado de las políticas colonialistas del Gobierno francés pero, ¿éstas en qué se traducen?

Se han aplicados leyes de excepción que datan de 1955, precisamente de tiempos de la guerra de Argelia, y que fueron reactivadas contra los jóvenes de las barriadas. Esta gente ha sido considerada del mismo modo que sus padres o sus abuelos: como indígenas. Se les continúa tratando como si siguiesen colonizados. Existe un concepto utilizado por los sociólogos que se llama gestión neocolonial de los barrios. Eso significa que los barrios populares se tratan del mismo modo que fueron tratadas las colonias. ¿Qué era la colonización en Francia? Dos estatus diferentes: el del ciudadano francés y el de los árabes y musulmanes. Existe todo un imaginario colonial, el colonialismo continúa en la mentalidad francesa y en sus partidos políticos.

En un momento en el que la línea entre izquierda y derecha es cada vez más difusa, ¿un movimiento como el de los Indígenas de la República puede suponer una alternativa para los sectores más críticos?

Toda la temática alrededor del Islam provocó un fuerte debate entre 2003 y 2005 en la izquierda antiliberal. Nosotros vimos que esta izquierda es socialmente antirracista, pero en una parte de ella se mantiene en esa idea de la integración. Uno de los problemas fue la participación de los grupos musulmanes. Algunos decían, ¿por qué vamos a aceptar organizaciones religiosas? Y nosotros recordamos que en 1960 ya había grupos cristianos alineados con la izquierda. Y en otro ámbito, está el propio Partido Socialista, que tiene una visión extremadamente paternalista de la inmigración, una idea que existe también en parte de la izquierda antiliberal.

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