Madrid – Podrían haber llegado a un acuerdo para condenar el asesinato del
joven que perdió la vida el pasado domingo en Legazpi, pero ésta vez no
pudo ser por culpa de un término: «ultraderecha». Las diferencias entre
grupos fascitas y antisistema se representaron ayer en la Asamblea de
Madrid, salvando todas las distancias. Los pasillos de la Cámara regional
sirvieron de escenario para que PSOE e IU, por un lado, y PP, por el otro,
realizaran su declaración institucional – justo antes de que comenzara la
sesión plenaria – con motivo del asesinato de Carlos J. Palomino.
   Maru Menéndez, por parte del PSOE, y Miguel Reneses, portavoz adjunto
de IU, leyeron un texto consensuado por ambos grupos en el que expresaron
su «más enérgica repulsa a las últimas agresiones de claros tintes
racistas y xenófobos realizadas por la ultraderecha».
   Según el texto de Menéndez y Reneses, el joven de Vallecas fue «víctima
de la violencia extremista». Asimismo ambos grupos expresaron su «apoyo» a
la familia de Palomino y rechazaron la actuación de «grupos organizados
que defienden como modo de actuación la violencia y que en sus idearios
fomentan el racismo, la xenofobia y el menoscabo de derechos de las
personas».
   Por su parte el portavoz del PP en la Asamblea,
Antonio Beteta, les dió la réplica con un escrito que condena este suceso
y «todo tipo de violencia, sea del tipo que sea» y que señala que Palomino
fue víctima de la «violencia extremista». Beteta explicó también que
fueron PSOE e IU los que «vetaron» su texto.