Ultras

La Vanguardia, Florencio Domínguez, 14-11-2007

La extrema derecha xenófoba existe, pero no tiene nada que ver con el PP
Los sucesos ocurridos estos días pasados en Madrid, donde un adolescente ha perdido la vida apuñalado por un supuesto ultraderechista, y las polémicas sobre manifestaciones convocadas en vísperas del 20-N, aniversario de la muerte de Franco, han hecho aparecer en la memoria de los menos jóvenes el recuerdo de la amenaza extremista que acompañó a los años de la transición.

A pesar de la tragedia que supone el asesinato de un joven, lo ocurrido no puede ocultar que la presencia de la extrema derecha en España sigue siendo residual y que no tiene, afortunadamente, ni punto de comparación con el peso de sectores políticos parecidos en otros países europeos como Francia, Alemania o Italia. Son una minoría social y política, como confirman los resultados de las elecciones, a pesar de que estos grupúsculos intentan sobrevivir emboscados en ocasiones en facciones radicales de las hinchadas futbolísticas o enarbolando la bandera de la xenofobia con la esperanza de capitalizar los problemas que genera la inmigración.

Episodios como el reciente asesinato del joven Carlos Javier Palomino o, años atrás, las muertes de la ciudadana dominicana Lucrecia Pérez o del seguidor de la Real Sociedad Aitor Zabaleta nos recuerdan que debe mantenerse un combate legal y democrático permanente para evitar que ese tipo de movimientos (y también los que abogan por responder al crimen con otro crimen) prosperen. La gravedad de esos comportamientos no puede hacernos ignorar, sin embargo, lo que se ha avanzado desde los años de la transición en los que la extrema derecha era una amenaza real capaz de poner en jaque el camino hacia la democracia.

Mario Onaindía, en una conferencia titulada Cultura de la transición, recordaba cómo habían desaparecido innumerables partidos de extrema izquierda, tanto maoístas como trotskistas, “mientras la mayoría de sus militantes se volvían socialdemócratas de la noche a la mañana. Lo mismo cabe decir sobre la derecha – añadía-, desapareció de la noche a la mañana el llamado franquismo sociológico y poco a poco se fue articulando una derecha llamada ´civilizada´ con una ideología homologada en otros países europeos”.

Frente a esa realidad histórica, en los meses pasados han reaparecido expresiones del tipo “derecha extrema”, “extrema derecha” y otras similares, utilizadas con absoluta ligereza para estigmatizar al Partido Popular. No ha faltado quien se ha preguntado por qué en España no existía el extremismo de derecha que hay en otras partes, utilizando esta pregunta retórica como un reproche hacia el PP, en vez de felicitarse por esa situación.

La extrema derecha navajera y xenófoba existe, pero es minoritaria y nada tiene que ver con el principal partido de la oposición. Así que mejor no jugar a confundir realidades políticas diferentes.

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