Ingresa en la cárcel de Soto del Real el soldado que mató a un menor

ABC, 14-11-2007

M. J. ÁLVAREZ

MADRID. No estaba fichado pero era un habitual de los conciertos de grupos «red skins» – radicales de izquierdas – . Esa era una de las aficiones de Carlos Javier Palomino Muñoz, el menor de 16 años asesinado el domingo por un supuesto neonazi en la estación de Metro de Legazpi (Madrid) cuando se dirigía a boicotear una manifestación organizada por las Juventudes de Democracia Nacional en Usera JDN. El lema de la manifestación era: «Contra el racismo antiespañol. Contra la inmigración».

Precisamente las actuaciones musicales son uno de los lugares de encuentro y contacto de los simpatizantes y miembros de este tipo de organizaciones. El caldo de cultivo para captar adeptos, junto a la Red.Lo mismo sucede con el presunto verdugo, el autor de la cuchillada que le alcanzó al corazón y al pulmón: Josué Estébanez de la Hija, de 24 años, destinado desde enero en el Regimiento Inmemorial del Rey del Ejército de Tierra. En su caso, frecuentaba los conciertos de los enemigos de los anteriores, los grupos de ideología «ultra».

Anoche, ingresó en la prisión de Soto del Real por orden del titular del Juzgado de Instrucción número 10. La medida es incondicional y sin fianza. Esa fue su decisión tras haberle tomado declaración por la mañana. Al parecer, el soldado no se declaró culpable, según dijo su abogada. No obstante, poco puede alegar en su favor ya que los hechos quedaron grabados en las cámaras del suburbano.

Un machete

Sin embargo, según las fuentes consultadas por ABC, el militar viajaba en la Línea 3 del Metro para acudir a la manifestación organizada por las JDN. Estaba de pie y antes de que convoy parara en la estación de Legazpi, vio por la ventana a unos 200 «antifascistas». Se puso en guardia y sacó el machete que llevaba guardado en el bolsillo del pantalón de chándal con la bandera de España en los laterales y dejó la mano junto a la pierna. Su sudadera, con el lema «Three Stroke», una marca habitual en los «fachas», le sirvió para taparlo parcialmente. Sin embargo, cuando el tren abrió sus puertas y entró el grupo de la víctima, se fijaron en el arma y se acercaron.

Cruce de increpaciones

Le dijeron algo y se increparon entre sí. El que más habló y se aproximó fue Carlos Javier, que llevaba una gorra. El encarcelado empujó el cuchillo con la hoja hacia arriba, la retiró y dio marcha atrás.

El herido salió del vagón, (no llegó a salir del andén), y detrás, sus amigos y el resto de ocupantes del convoy, aterrorizados. El agresor se quedó solo en su interior. Desde fuera le llovieron todo tipo de objetos. Cada vez que algún «antisistema» intentaba entrar en el tren, él esgrimía el machete. Así hirió a Alejandro Jonatan M. M., de 19 años, que sufre perforación pulmonar.

Una de las cosas que le lanzaron fue un extintor. Y Josué aprovechó para abrirlo y vaciarlo y, en la confusión, huir. Le dieron alcance casi en la calle, en el último tramo de escaleras. Allí le propinaron patadas y golpes con puños americanos y cuando llegó la Policía Municipal también arremetieron contra ella. Todo sucedió en tres minutos.

Los restos mortales del menor fueron incinerados ayer en el cementerio de La Almudena. A su despedida asistieron unas 300 personas que aplaudieron y cantaron la Internacional, informa Ep.

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