Un inmigrante decidirá los comicios daneses

El Mundo, PEDRO POZA MAUPAIN. Especial para EL MUNDO, 13-11-2007

El apoyo del centrista árabe Khader será clave para que el liberal Rasmussen siga como primer ministro Si Anders Fogh Rasmussen, el primer ministro que se negó a pedir perdón por las viñetas de Mahoma, sigue al frente del Gobierno danés después de las legislativas de hoy será gracias a un inmigrante árabe y musulmán. ¿Ironía del destino? En absoluto. Naser Khader, líder del partido centrista Nueva Alianza (NA), ha declarado en una entrevista con la agencia Dagbladenes Bureau que apoya a la coalición liberal conservadora precisamente por la firmeza que exhibió Rasmussen durante la célebre crisis: «Cumple mejor que la oposición en la lucha por las libertades y contra la mordaza global que intentan imponernos ciertos poderes religiosos».


Khader, que llegó a Dinamarca a los 11 años procedente de Siria y lleva la palabra democracia, escrita en árabe, tatuada sobre su brazo derecho, fundó Nueva Alianza la pasada primavera tras abandonar a los social liberales, aliados en el Gobierno con los socialdemócratas hasta la derrota de 2001, por considerar demasiado blanda su política de inmigración y su actitud ante el fundamentalismo islámico.


A corto plazo, su intención es reducir la influencia del actual soporte parlamentario de la coalición liberal conservadora, el Partido Popular Danés (DF, derecha populista), una formación a menudo tachada de islamófoba, xenófoba o racista, según el grado de aversión que le tengan sus detractores. Forzará, por tanto, la dimisión formal del primer ministro para así arrancarle un máximo de concesiones durante las negociaciones para la formación de un nuevo Ejecutivo.


Khader desea el incremento de la ayuda al desarrollo (del 0,8% al 1% del PIB), una reforma fiscal que reduzca notablemente el impuesto sobre el trabajo, así como una «humanización» de la ley de extranjería que en realidad no alteraría gran cosa la estricta línea implantada en 2002, pero que por lo menos permitiría que los demandantes de asilo puedan trabajar mientras se tramitan sus casos.


En cualquier caso, la continuidad de Rasmussen no está ni mucho menos asegurada. No sólo porque deberá contentar tanto a Khader como al Partido Popular Danés, tarea nada sencilla, sino porque una victoria de la oposición no parece tan difícil como hace unos meses.


Todos los sondeos siguen dando a Nueva Alianza un papel decisivo, pero la diferencia más reciente entre los dos bloques ha quedado reducida a un par de puntos, lo cual puede hacer que los cuatro escaños en juego en Groenlandia y las Islas Feroe resulten determinantes.


El gran temor de la derecha es que se repita lo ocurrido en las legislativas de 1998, cuando lo que parecía un triunfo seguro («está en el bote», afirmó el entonces líder liberal Uffe Ellemann – Jensen), acabó tornándose en una dramática derrota al confirmarse a última hora que los dos escaños de las Feroe iban a parar a la izquierda.


Los socialdemócratas seguirán hoy lejos de sus resultados de los 90, cuando superaban el 30% del voto. Pero su nueva secretaria general, Thorning – Schmidt, que defiende más o menos la misma política de inmigración que Rasmussen, ha cerrado el flanco más vulnerable del partido al lograr que tanto socialistas como social – liberales acepten formar parte de un eventual Gobierno sin exigir cambios sustanciales en esta cuestión.


Si la izquierda logra derrotar a Rasmussen será por su insistencia en denunciar la incongruencia que, según ellos, supone el presunto deterioro del Estado del Bienestar danés, a pesar de que Dinamarca, con el índice de paro mas bajo desde 1974 y la economía en crecimiento constante, nunca fue tan rica como hoy. Y eso sí que resultaría irónico, dado que el primer ministro convocó estas elecciones anticipadas para «aclarar» el ambiente político antes de afrontar lo que él mismo ha bautizado como reforma cualitativa del Estado del Bienestar.

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