CRIMEN EN LEGAZPI / LOS COMPAÑEROS

«Mi mejor amigo murió en mis brazos»

El Mundo, CARLOS MEDRANO, 13-11-2007

El asesino de Carlos Javier Palomino se abrió camino a navajazos hasta la salida del Metro de Legazpi. «Era como mi hermano, no es verdad que fuéramos armados. Carlos sólo llevaba un silbato para hacer ruido», afirma Sergio, amigo de la víctima Carlos Javier Palomino no está solo, ni siquiera ahora, tras su asesinato ocurrido el pasado domingo en el interior de un vagón de Metro de la parada de Legazpi. El joven, vecino de Vallecas, contaba con numerosos amigos que se concentraron ayer delante del instituto Tirso de Molina para ofrecer un último homenaje a su compañero fallecido. Los ánimos estaban muy caldeados, la mayoría de la gente que conocía a Carlos aún no puede creerse que, con tan sólo 16 años, haya muerto.


Sergio era su mejor amigo y le acompañó en sus últimos momentos. «Habíamos ido a protestar contra la manifestación racista de Democracia Nacional y cuando entramos en el vagón del Metro, un chico se levantó y, sin mediar palabra, sacó una navaja y le atravesó el corazón a mi amigo», recordó el joven de 16 años. Sergio ha sido colega de Carlos toda su vida y se sentía emocionalmente muy próximo a él. «Era como mi hermano, no había nada que no hiciéramos el uno por el otro. Aún no lo comprendo, me siento como en una burbuja, todo esto es irreal», dijo.


El motivo de la agresión aún es una incógnita para él. El camarada de Carlos explicó que iban con otros 200 antifascistas y se metieron en uno de los nuevos Metros que tienen los vagones conectados. El asesino iba solo y portaba una indumentaria que los testigos no dudaron en calificar como característica de la ultraderecha. «No sé que hacía allí, lo mismo se había dormido porque su manifestación ya había empezado», señaló el joven. Para Sergio, la única explicación plausible sobre la repentina agresión es que el «nazi» se pudiera haber asustado al ver los mensajes antifascistas de las chapas y camisetas que llevaban. «Fue muy rápido, antes de que se cerraran las puertas se lió a cuchilladas con todo el que pilló por medio. Carlos fue el primero y el que se llevó la peor parte, luego el tipo siguió atacando al resto de nuestro grupo hasta que pudo salir del coche», relató.


Al sentirse herido, Carlos consiguió llegar hasta el andén donde cayó al suelo mientras perdía abundante sangre. Sergio corrió a pedir ayuda, para luego, volver junto a su amigo. No obstante, era demasiado tarde. «Estuve con él en sus últimos momentos. Es terrible que muera tu mejor amigo entre tus brazos, aún no me hago a la idea». Por lo menos, a Sergio le queda el consuelo de saber que Carlos no murió solo.


El joven quiso puntualizar algunos aspecto de los hechos que, en su opinión, han sido malinterpretados. «No somos una banda ni lo que ocurrió fue una reyerta. Simplemente queríamos manifestarnos contra el racismo y, de paso, reventarle de forma pacífica la concentración a los nazis. Pero no íbamos armados con palos, cadenas o cócteles molotov como ha dicho la policía. Carlos, al igual que el resto, tan sólo llevaba un silbato para hacer ruido». A su entender, el asesinato fue una agresión gratuita y no la consecuencia de «una batalla campal». «La gente creyó que había una pelea a gran escala porque los nazis y nosotros llevamos un corte de pelo similar, rapado al dos. Por eso, debieron de pensar que había decenas de personas peleando entre sí», informó. El joven aclaró que su grupo trataba de detener al agresor que huía. «Al final el asesino se escurrió detrás de unos policías que le protegieron. Me dijeron que tiró su navaja en alguna parte», declaró.


El arma homicida no es demasiado grande. «La recuerdo bien, era una navaja normalita con una hoja de apenas cuatro dedos de longitud, pero bastó para acabar con la vida de Carlos y mandar al hospital a otro amigo mío, con una herida en el pulmón», se lamentó el joven.


«Ahora quiero estar con su madre para lo que necesite» añadió Sergio. Carlos había dejado el colegio y estaba buscando trabajo. Le gustaba seguir los partidos del Barça y era aficionado a las artes marciales. Los vecinos del joven lo describen como tranquilo, amable y cercano. «Ayudaba a su madre a subir las compras por la escalera», destacó una vecina. El joven vivía con su madre y su abuela después de que su padre abandonara el domicilio.


elmundo.es


Vídeo:


Vea las imágenes de la muerte del joven apuñalado en el Metro

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)