Los vecinos de Usera lamentan la "escalada de violencia"

El País, PILAR ÁLVAREZ, 13-11-2007

En Usera, donde dos de cada diez habitantes son inmigrantes, las asociaciones de vecinos están preocupadas. “Las administraciones no deben legalizar una manifestación con tanta facilidad”, dice Piedad Martínez, miembro de la coordinadora de Usera, con 12 asociaciones. “No se puede permitir un acto contra los inmigrantes, éste no es un barrio racista”, añade. Se refiere a la concentración convocada allí el pasado domingo, que les tiene “muy sorprendidos”.

El partido ultraderechista Democracia Nacional se manifestó bajo el lema “Contra el racismo antiespañol, contra la inmigración”. La marcha, que contaba con el permiso de la Delegación de Gobierno, partió de la plaza de Julián Marías. Allí mismo se concentrarán el jueves a las 19.00 los vecinos de Usera, que destacaron “su profundo desasosiego y malestar” por la “escalada de violencia” en Madrid.

Al otro lado de la M – 30, en Arganzuela, una mujer cruza la misma rotonda 24 horas después del suceso. “Ayer me pidieron el carné para ir al otro lado”, dice Teresa Garrido, vecina de 82 años. Se lo reclamó la policía. Para dar su paseo diario, debía rebasar el control montado tras el apuñalamiento en el metro en Legazpi. El supuesto agresor y su víctima se dirigían a la manifestación de Usera.

El portal de Teresa salió en la televisión, hubo “mucho follón”, pero ella no tiene miedo. Un día después, no queda rastro del cordón policial ni del tumulto. Pero el asunto sigue en los bares, en las tiendas, en las esquinas. El 17% de los vecinos de Arganzuela son extranjeros, según datos de la Consejería de Inmigración. Como Alexandra Valverde, ecuatoriana. Ayer seguía asustada. “Cuando la gente empezó a correr, creíamos que había una bomba”, explica en un locutorio.

A Ernesto Agudo, español, se le ponen “los pelos de punta”. Trabaja en una tienda junto a la plaza de Beata María de Jesús. “Nunca he visto nada parecido, siempre ha habido peleas en las que se dan un par de leches, pero sacar un arma como esa…”. El menor fue apuñalado con un machete de 25 centímetros.

Tanto el muerto como el supuesto agresor son españoles, pero algunos vecinos cargan contra los inmigrantes. “Tenía que pasar, esto es territorio comanche”, dice en la estación de Legazpi la española Criptana Pérez, de “cuarenta y tantos”. Asegura que “los latinos del barrio beben y se pelean”. “No me atrevo a bajar en esta parada de noche”.

De la misma estación, minutos después, sale René Artiaga, un ecuatoriano de 20 años que vuelve de trabajar en una carnicería. El domingo vio al chico muerto en el suelo. Su barrio ya no le parece tan seguro.

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