M2 / CRIMEN EN LEGAZPI

Barricadas en Gran Vía

El Mundo, LUIGI BENEDICTO BORGES, 12-11-2007

Cerca de 500 personas se concentraron ayer en la Puerta del Sol para protestar por la muerte de Carlos. Al finalizar el acto, un grupo de radicales cortó el tráfico de varias calles y tuvo que ser disuelto por los antidisturbios. Se registraron varios destrozos de mobiliario urbano Carlos, hermano, nosotros no te olvidamos». Ese fue el lema utilizado por el medio millar de manifestantes que ayer por la tarde se congregó en la Puerta del Sol para protestar por la muerte de un joven antifascista en el Metro de Legazpi. El acto dio comienzo a las 18.30, cuando se extendió una pancarta donde un puño destrozaba una esvástica junto a la leyenda «Contra el Racismo y el Fascismo, ¡unidad!». Los organizadores, entre ellos varios representantes del Sindicato de Estudiantes, repartían panfletos al tiempo que aseguraban que sería una protesta pacífica. Estas palabras rebajaron los miedos de las familias con niños y los ancianos que pasaban por la zona, que se unieron a los gritos de «¡Madrid será la tumba del fascismo!».


Durante media hora, no se registraron incidentes. Hasta que un grupo de exaltados comenzó a vociferar contra los medios de comunicación. El «Televisión, manipulación» fue acompañado de varios escupitajos y alguna que otra piedra dirigida a los fotógrafos y los cámaras. Los periodistas tuvieron que abandonar las macetas en las que se habían subido para buscar refugios más seguros.


No fue el único incidente. El ánimo de los más radicales fue caldeándose con consignas como «los ricos señalan, los nazis apuñalan», y estalló al finalizar la lectura de un comunicado en nombre de «todos los antifascistas de Madrid».


Convenientemente encapuchadas, doscientas personas comenzaron una marcha por la calle del Carmen que tenía como objetivo cortar el tráfico de la Gran Vía. Una vez en ella, los antisistemas iniciaron una marcha rumbo a plaza España que fue cortada a la altura de la calle de San Bernardo por una veintena de agentes antidisturbios.


Los viandantes de la principal arteria de Madrid miraban con asombro y temor los incidentes. El grupo de radicales se dividió, iniciando una «guerra de guerrillas» en tres zonas diferentes: plaza de Santo Domingo, Calle del Desengaño y Hortaleza. Las vallas de obras actuaron entonces como barreras para frenar a los agentes, que eran tildados de «nazis» y «asesinos». Los contenedores de reciclajes comenzaron a arder en varias esquinas, mientras las sirenas de los Bomberos ocultaban el ruido de los destrozos de cabinas, comercios y bancos. Al cierre de esta edición, los incidentes se habían trasladado a los alrededores de la plaza del Dos de Mayo, en el corazón de Malasaña.

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