Una treintena de rumanos hace las maletas y abandona el viejo instituto de Martutene

Diario de noticias de Gipuzkoa, jorge napal, 11-11-2007

Los vecinos reconocen que desde que fue ocupado el instituto “nunca” habían visto tanto movimiento"

Donostia. Un Renault Meganne color blanco atiborrado de ropas era uno más en abandonar la zona. En su interior, una familia emprendía el rumbo dejando atrás el desvencijado instituto de Martutene, el mismo que sirve de morada desde hace meses a un centenar de rumanos y que ahora ha saltado a la luz tras la decisión anunciada por el Gobierno Vasco de expulsarlos en breve.

Una treintena de rumanos se adelantó ayer a la orden de desahucio y decidió poner tierra de por medio antes de que se materialice la medida. "Pronto irnos tutos ", soltaba en un pésimo castellano uno de los inquilinos poco antes de desaparecer. “Algo han debido de hablar entre ellos porque este trajín no es normal”, observaba un vecino.

La imagen sorprendió ayer a propios y extraños. La valla que circunda el patio del antiguo instituto, habilitado ahora como pista de carreras para automodelos, tampoco era la misma. No había ni rastro de las ropas tendidas que de modo tan habitual suelen dejar desperdigadas las familias que integran el colectivo.

“Nos han dicho que se van, y suponemos que lo van a hacer para no perder nada de lo que tienen dentro”, relataba un vecino poco después de ver cómo habían cargado una lavadora sin estrenar, muebles de todo tipo y bicis de suspensión de las que cuestan un ojo de la cara.

La fecha en la que se producirá el desahucio sigue siendo por el momento una incógnita. Mientras vecinos y habituales de la zona denuncian que las instituciones “se pasan la pelota” y siguen sin actuar. La operación sigue pendiente de la coordinación necesaria entre la Ertzaintza y el Ayuntamiento, una vez que las autoridades obtengan la orden judicial perceptiva para intervenir en el antiguo instituto.

Entretanto, a pesar de la “pequeña diáspora” que se vivió ayer, cada uno de estos inmigrantes de vida nómada parece tomarse el compás de espera como un regalo caído del cielo sin fecha de caducidad pero que quieren aprovechar.

Entre las paredes de la vieja escuela seguía ayer latiendo vida. Un buen botón de muestra lo ofrecía una anciana octogenaria tocada con un pañuelo blanco que, junto a un joven que se afeitaba con un espejo de mano, se asomaban a mediodía a tomar un poco de aire.

‘Sorprendente’ interior Hace tres meses, un escape de agua en este edificio obligó a los bomberos de Donostia a emplearse de lo lindo. Después de la tarea, uno de ellos, a punto de vomitar tras lo visto, describía el escenario con estas palabras: “La tercera planta es un cagadero común”.

Era la imagen que desde entonces tenían los vecinos: una especie de ciénaga de puertas adentro del viejo instituto. Ayer mismo, un breve recorrido por los alrededores del inmueble se convertía en una suerte de sendero maloliente jalonado de excrementos, bolsas de plástico e inmundicias de todo tipo.

Los habituales de la zona imaginaban por ello que el interior del inmueble sería poco menos que una ciénaga, pero esa imagen no se corresponde al cien por cien con la realidad. De hecho, mostraron ayer su sorpresa después de haber visto la fotografía publicada por este periódico que retrata a una pareja de rumanos en la cocina, aseada, mucho más pulcra de lo que intuían. “Es curioso cómo está esa cocina teniendo en cuenta las condiciones que presentan los alrededores”, decía un vecino.

Una patrulla de la Ertzaintza se detuvo ayer por la mañana en la zona. Los agentes echaron un vistazo a las instalaciones y se marcharon poco después. Los vecinos aseguran que la presencia policial ha crecido en los últimos días.

Agentes de la policía municipal de paisano también han visitado la zona en varias ocasiones para investigar el origen de prácticas fraudulentas en las que presuntamente han incurrido miembros del colectivo.

Los servicios sociales del Ayuntamiento de Donostia trabajan desde hace meses con estos inmigrantes, a quienes, en sus visitas recientes de acercamiento social e incluso antes de recibir la notificación del Departamento de Educación, ya han advertido de que van a ser desalojados. Por eso, tratan de ayudarles a buscar un futuro.

Hace algo menos de medio año que empezaron que estas personas de etnia gitana procedentes de provincias desfavorecidas de Rumania llegaron a Martutene. En principio era quince, poco a poco fue llegando el resto. “Es increíble. Entre ellos, al margen de las molestias que puedan ocasionar, hay chavales que están aprendiendo a andar”, señalaba un vecino.

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