El sistema de pensiones es claramente deficitario en Euskadi y las proyecciones demográficas avisan de una agudización del desfase si no se solucionan los graves problemas de insuficiencia laboral existentes. Entre 1985 y 2006, la población activa creció un 20,3%, mientras que el número de pensiones contributivas lo hizo en un 60,8%, tres veces más. Una consecuencia directa del envejecimiento poblacional: el País Vasco carece, ahora, de recursos humanos para sustituir a los trabajadores que se irán jubilando. Y está previsto que en las dos próximas décadas pasen a esta condición 350.000 personas que en la actualidad tienen más de 45 años. Un cambio de estatus que no podrá ser equilibrado por quienes accedan en este tiempo al mercado laboral en una comunidad autónoma con las tasas de natalidad más bajas de España. La situación no es una sorpresa, pero cada año que pasa es más acuciante y urgen medidas correctoras. Mientras las tasas de natalidad no recobren niveles suficientes, es evidente que la solución sólo puede venir de la inmigración, sobre todo, y del aumento de la tasa de actividad. El aporte de la mano de obra foránea está en la clave de la boyante situación que atraviesa España, y que garantiza a medio plazo la sostenibilidad de un sistema del que forma parte el País Vasco. Euskadi está todavía muy por debajo de la media española de población extranjera – 4,6% frente a casi el 10% – y es razonable deducir que el buen momento de su economía y las urgencias de su mercado laboral acaben por traducirse en una llegada masiva de inmigrantes que aporten esos 7.000 anuales que precisa.