La Junta Islámica abre un debate sobre la identidad catalana de los inmigrantes

Islamistas y catalanistas

La Vanguardia, , 05-11-2007

JOSEP PLAYÀ MASET – Barcelona

“No tenemos que ser musulmanes de Marruecos ni de Pakistán, sino de Catalunya”
La presencia en Catalunya de más de 200.000 inmigrantes de origen musulmán, la mayoría de los cuales ha llegado en los últimos diez años, plantea no sólo una serie de interrogantes sobre su integración sino también dudas sobre sus efectos en la identidad nacional catalana. El presidente de la Junta Islámica Catalana, Abdennur Prado, ha lanzado el debate con una afirmación contundente: “Los musulmanes hemos de romper esquemas y superar prejuicios de tal modo que podamos contribuir a la consolidación nacional de Catalunya desde nuestra fe”.

Esta aseveración sirvió para abrir el simposio L´islam i el fet nacional a Catalunya,que ha tenido lugar esta pasada semana en el Museu d´Història de Catalunya. Jaume Sobrequés, director del centro que ha albergado estas jornadas, calificó el planteamiento de “atrevido” y de una “trascendencia extraordinaria”. Según Sobrequés, “Catalunya ha vivido ya experiencias de integración, pero ahora se enfrenta al reto de preservar los derechos nacionales de Catalunya desde el respeto más absoluto a las personas de fuera que vienen a trabajar aquí”. La propuesta de las jornadas surge de la Junta Islámica Catalana, una organización minoritaria creada hace tres años e integrada básicamente por conversos catalanes al islam.

Tal como explicó su presidente, los integrantes de la junta, “en su doble condición de musulmanes y ciudadanos catalanes”, pretenden renovar discursos con planteamientos abiertos dirigidos a cuestiones tan polémicas como el diálogo interreligioso, el feminismo islámico o la catalanidad. Prado reconoce que “desde sectores catalanes se ve a menudo a los musulmanes como un peligro para la identidad y se teme que la multiculturalidad diluya la cultura propia”. Su apuesta, en cambio, es a favor de un catalanismo amplio que incluya también el hecho musulmán.

Las jornadas han servido para recuperar también el legado histórico de la Catalunya musulmana, explicitado por los profesores Dolors Bramon y Mikel de Epalza. Más incisivo resultó el discurso de Mawa Ndiaye, vicepresidente de la Asociación Catalana de Residentes Senegaleses, especialmente cuando señaló que “Catalunya ha de empezar a pensar en la integración de los musulmanes”. Ndiaye describió la visión que existe en Europa Occidental sobre el islam como la búsqueda de un enemigo para tapar la propia crisis de identidad. “El islam se asocia a los discursos en las mezquitas, al terrorismo, al machismo, y se percibe como una amenaza invisible que puede destruir el modelo democrático”.

En su opinión, esto es falso porque “la historia y la convivencia diaria de nuestras sociedades demuestran que es posible la coexistencia entre vivir la fe y vivir en democracia”. Puso como ejemplo su país, Senegal, donde las escuelas coránicas defienden que el islam no ha de entrar en el ámbito político. Por esa razón defendió que “no hemos de ser musulmanes de Marruecos ni de Pakistán, sino de Catalunya, hay que construir la comunidad islámica catalana”.

Como muestra de la dificultad del catalanismo para entender la diversidad, Hassan Akioud, profesor de árabe y amazig y gerente del Institut Alqantara, se refirió a la marginación de la mal llamada cultura bereber. Actualmente se considera que viven en el norte de África un millón de amazigs, los autóctonos que vivían en esa zona antes de la llegada de los árabes. Su principal hecho diferenciador es la lengua amazig, y son un pueblo que ha vivido en las montañas y en zonas desérticas entre Marruecos y Egipto. Según Akioud, “en Catalunya hay entre 150.000 y 200.000 marroquíes, de los cuales las dos terceras partes son de origen amazig y hablan la lengua de este pueblo”. Sin embargo, recordó que las instituciones oficiales no la reconocen. Como elementos positivos destacó la reciente creación de una asamblea de asociaciones amazigs y la puesta en marcha de cursos de esta lengua como actividades extraescolares en nueve centros de Catalunya.

La peor noticia para los promotores de este diálogo fue la escasa asistencia a estas jornadas.

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