RAÚL MONTILLA – Santa Coloma de Cervelló
Xavier M., el agresor de los Ferrocarrils, ponía ayer precio a sus palabras en un bar de la colonia Güell, cerca de su casa. Allí negociaba el precio de sus entrevistas, primero con una cadena de televisión y después con una agencia de prensa rosa. El precio, según comentaban algunos testigos, entre 300 y 2.000 euros, muy superior a lo que pedía el día anterior y que pagaba una televisión. Entonces, explicaban los vecinos, había sido tan sólo un paquete de tabaco.

La colonia Güell se convertía ayer en un verdadero circo mediático. Delante de la casa del agresor, durante todo un día, aguardaba una treintena de periodistas a pesar de que la vivienda estuvo vacía hasta que Xavier llegó a las cuatro de la tarde. Bien vestido, afeitado y acicalado, tranquilo y crecido. “Después de salir anoche por la tele parece que siente orgullo, ahora se siente famoso”, comentaba un vecino. Llegaba y tenía tiempo para tomar dos cafés, se paseaba por la colonia sin hacer declaraciones y si estaba en su casa, puntualmente, salía un momento fuera para que todos los medios de comunicación pudieran tomar imágenes. Algunos de sus amigos, que llegaban con sus coches a toda velocidad, hacían, si era necesario, de maestros de ceremonia. “Ha triunfado”, decía un adolescente al pasar delante de su casa. Los vecinos más mayores no escondían su indignación. “Su abuela no se merece esto, él es una mala persona”, señalaba uno.

Y es que, en la colonia, un pequeño apéndice histórico de Santa Coloma de Cervelló, se conocen todos. Más de uno ha oído a Xavier regodearse por “pegarle a un moro” y comentan historias como la de cuando, con un cuchillo, amenazó y pateó al cliente de un bar por no darle dos euros para tomarse dos quintos. Cuentan que no trabaja desde hace un año y que los empleos le duran unos días.