Josefina Díaz Úcar es la coordinadora de la única asociación de inmigrantes de Cintruénigo, de ecuatorianos. Tiene inscritas más de 80 personas de dicha nacionalidad. Según apunta Díaz, en la villa residen 1.200 inmigrantes (500 ecuatorianos), lo que supone el 17% de la población.

– ¿Cómo está viviendo la colonia de inmigrantes de Cintruénigo tras el tiroteo del martes?

– Con preocupación. Si queremos ser justos, debemos separar los hechos y el origen nacional de las personas implicadas.

– ¿Cree que lo sucedido repercutirá negativamente en la percepción que los vecinos poseen de la inmigración?

– Es posible, pero hay que resaltar que lo del martes se trataba, lisa y llanamente, de un ajuste de cuentas en un caso de delincuencia. No hay que confundir estas cosas con brotes racistas.

– Pero esto no es bueno para los inmigrantes en general.

– Este tipo de cosas perjudican al inmigrante. Por eso, desde la asociación de ecuatorianos queremos hacer un llamamiento a la cordura para lograr una convivencia pacífica.

– En Cintruénigo existe la percepción de que la llegada de inmigrantes ha perturbado la seguridad ciudadana.

– Somos conscientes de que puede existir esa creencia, pero debo decir que, normalmente, los inmigrantes que residen en Cintruénigo no crean problemas ni peleas. Igual se producen por la diferencia de culturas. Por ejemplo, ellos beben hasta morirse si es preciso. No lo hacen para relacionarse, como los españoles. Esto, como es natural, crea conflictos.

– ¿Cómo es la convivencia?

– Hay varios enfoques. Los que abusan de los “sin papeles”; los que alquilan pisos sin contrato; o los empresarios que los contratan a precios ínfimos tendrá un punto de vista distinto del de aquellos que no tienen interés en este fenómeno.

– ¿A qué se debe la alta tasa de inmigrantes de Cintruénigo?

– Aquí se produce el “efecto llamada”. La posibilidad de lograr una vida razonablemente confortable es muy grande, ya que en sus países de origen carecen de lo más básico. Por eso, cuando llegan y se orientan, llaman a sus familiares.

– ¿Qué pide a los vecinos?

– Que no haya brotes racistas.