Violencia xenófoba

La Vanguardia, , 24-10-2007

LAS imágenes en vídeo de un joven de estética skin cuando maltrataba y daba patadas a una menor ecuatoriana en un tren casi vacío han golpeado la conciencia de la sociedad y evidencia una vez más la presencia del racismo y la xenofobia. Un fenómeno que hay que combatir con rigor, no sólo por el respeto a los derechos de todas las personas, sino también por la necesidad de no poner en peligro la cohesión social.

Afortunadamente, el vídeo registrado por las cámaras de seguridad del tren de Ferrocarrils de la Generalitat ha permitido detener al agresor y ponerle a disposición del juez. El hecho de que la adolescente ecuatoriana fuera agredida a pesar de no mediar el más mínimo gesto que pudiera interpretarse como una provocación o la actitud cobarde y chulesca del asaltante no hacen más que aumentar la indignación ante una agresión condenable y estúpida. La tensión que provoca el vídeo crece si cabe por el drama que, además de la adolescente ecuatoriana agredida, vivió una tercera persona, al parecer también inmigrante que, psicológicamente bloqueada ante la incontenible explosión de violencia, se mantiene con la mirada fija en el vacío.

La primera cuestión es preguntarse cuántas agresiones xenófobas hay a diario en España que no han sido recogidas por una cámara. La segunda cuestión es qué debe hacer la sociedad para expulsar de su seno estas actitudes. Es evidente que la primera pregunta apenas tiene respuesta, pero también lo es que, aun tratándose probablemente de un fenómeno minoritario, no debe ser pasado por alto. Bien al contrario, debe ser afrontado con decisión y hay que rechazar los discursos populistas, demagógicos y angelicales. Ni soluciones fáciles, ni tampoco cirugías presuntamente cauterizadoras. No existen ni unas ni otras.

Es evidente que la inmigración trae consigo problemas, como son los causados por la mayor competencia del espacio laboral, social y público, o las diferencias culturales o religiosas, por citar los más evidentes. Donde no existe una política de integración eficaz y, en cambio, se permite la guetización,como ocurre en algunas ciudades españolas, emergen movimientos de ultraderecha y xenófobos que calan en algunos segmentos, especialmente en jóvenes. Según fuentes policiales, hay detectados entre 11.000 y 15.000 jóvenes integrantes de distintas bandas de ultraderecha en Madrid, Catalunya, Valencia y Zaragoza, que es donde se han concentrado mayor número de agresiones de carácter xenófobo desde el 2006.

Por tanto, más allá de la lógica indignación provocada por la violencia xenófoba del vídeo del tren, es preciso saber que la sociedad se enfrenta a un problema que, según sean las condiciones económicas del futuro a medio plazo, puede incluso acentuarse.

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