Invasión por inmigración en guerra de cuarta generación (y III)

El Día, Carlos Lugo Sosvilla *, 05-10-2007

Una información todavía caliente vendrá a paliar el asedio inmigratotio de procedencia africana hacia Canarias, por lo menos la del permitido embarque en Marruecos, con el concertado plan marroquí-norteamericano-canario en la costa de las que fueran provincias españolas del Sáhara, que se propone construir un complejo en Playa Blanca, que incluye 4.000 viviendas, entre villas y apartamentos, un centro comercial y artesanal antológico, y un grandioso balneario. Contará con hoteles de 4 y 5 estrellas y campos de golf. Forma parte de otros planes del Gobierno alauita para potenciar su industria del turismo, pretendiendo atraer a diez millones anuales y generar 600.000 nuevos empleos. Pero afirmo y confirmo que la inmigración ilegal clandestina y con nocturnidad a la luz del día proseguirá afluyendo a Canarias, de paso o de quedada, pues al Islam lo que le interesa son fieles soldados y no “turismo idólatra”. Eso sí, las pateras y cayucos regresarán cargadas de la nueva emigración canaria, que si antes hacía el camino de América ahora tendrá que coger el de África. Y si en ellos se fuera el “grupo nutrido de pocos” ecologistas que consiguen “prohibir que se autoricen” campos de golf en La Palma, pareciéndoles muchos los ningunos que tiene, a lo mejor se resolvería el problema, pudiendo la Isla Verde, que afortunadamente permanece incólume por su situación geográfica de la “invasión por inmigración”, y algún haber en su favor le corresponde por tanto “progreso hacia el pasado”, con verdes campos de golf bien pudiera competir en el negocio del turismo al mayor ámbito internacional.

Como colofón de apoteosis final de fiesta, se hace oportuno tratar el tema de la seudoprogresía que antes celebrara el Muro de Berlín para que nadie emigre y ahora defienden que Canarias sea una tierra de promisión para la coladera ilegal de todo inmigrante que quiera visitarla. Seudoprogresismo que, exornado de izquierdismo “largocaballerista”, de tan funesta consecuencia para el Estado republicano demoliberal, se ejercita desde la cabeza del Gobierno “psoísta” hasta los pies del vocero en Canarias, que acusa de indigna la declaración del Diputado del Común, persona y cargo más dignos del Gobierno de Canarias, como lo fuera su lejano antecedente Dionisio O’Daly sus contrincantes regidores perpetuos, a pesar de sus soberbias aristocráticas eran más educados que el “trabajador” socialista en la historia de Canarias, en las que, lisa y llanamente, decía la verdad de Perogullo de que todo inmigrante ilegal, mayores o menores, como las coplas de Jorge Manrique, tiene que ser devuelto a su país de origen. Lo propio de todo Estado de derecho, cuya Constitución sólo comprende a nacionales y extranjeros legalmente establecidos. Hacen declaraciones indignas los que quieran encubrir un delito, no los que lo denuncian.

Tantos afligidos por los pobres inmigrantes no a paran en pensar que pudieran ser colaboracionistas de infiltraciones terroristas, cuyas “bombas humanas”, como los “kamikazes” del Imperio del Sol Naciente pilotos voluntarios japoneses que estrellaban sus aviones cargados de bombas contra la flota de EE.UU. en el Pacífico inmolaban sus vidas para gloria del divino emperador. Y no hace tener que aclarar que las enemigas a batir eran las mismas democracias vilipendiadas por el Islam y objetivo final de la “guerra de cuarta generación”.

Terminemos diciendo, con toda la seriedad admisible en Derecho, que Canarias se encuentra en la mayor soledad. Despreocupada desde España y desinteresada por los Estados Unidos, centro de poder principal del mundo occidental, cuya estrategia e intereses en el Atlántico Sur se apoyan en Marruecos, peligrosa vecindad que en nada se oculta de proclamar su apetencia anexionista del Archipiélago canario. De lo que se infiere que Canarias, sin una política exterior propia, sus siete islas navegan desarboladas en el Mar Tenebroso con el “silencio de los corderos”, novela del escritor norteamericano Thomas Harris, intitulada en Suramérica “Silencio de los inocentes”, pues, como tiene evidenciado el ministro de Relaciones Exteriores, señor Moratinos, ¿se ha visto por Canarias?, más le gustan las chilabas que los yankees y los trajes típicos canarios. Volviendo hacia atrás la mirada, ya la Historia nos enseña de lo pronto que para la Paz de Basilea de 1795 se cedió La Palma a Francia, evitada por la rotunda negativa del plenipotenciario canario Domingo de Iriarte. Y malo sea que para lograr la “alianza de civilizaciones” no se disponga de las siete Islas Canarias, si es que ningún nuevo Iriarte logra oponer una rotunda negativa.

  • Primer Premio Internacional de Periodismo Mare Nostrum 2007
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