¿Un bonzo «inducido»?

ABC, 05-10-2007

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Nicolai Marian se quemó a las puertas de la Subdelegación del Gobierno en presencia de su mujer y su hijo

POR E. VILLAREJO/L. PARDO

VALENCIA/CASTELLÓN. Fue una de las imágenes dramáticas del pasado verano. Un inmigrante de origen rumano, Nicolai Marian Mirita (44 años), decidía, desesperado por regresar a su país, quemarse a lo bonzo a las puertas de la Subdelegación del Gobierno en Castellón. En pleno centro de la ciudad. Sin trabajo. Sin esperanza. Sin expectativas en «Eldorado» español. Sin billete de vuelta.

Marian Mirita murió a los quince días. En una solitaria habitación del hospital La Fe de Valencia. Su mujer y sus hijos ya habían abandonado el país. Habían cumplido el que era su sueño: otra vez Rumanía. Marian Mirita nunca llegó a reunir los 400 euros precisos para volver con su familia.

Ayer, justo un mes después de que se quemara a lo bonzo, sus restos eran repatriados a su añorada Rumanía. Un retorno que a punto estuvo de tener un trágico final y es que la Policía rumana tuvo que intervenir para impedir que la esposa de Marian Mitrita fuera linchada por sus parientes quienes le culparon de haber provocado el suicidio de su esposo.

Diferentes medio de información rumanos hacían alusión a un vídeo colgado en Youtube en el que aparecen las imágenes de aquel 4 de septiembre y en el que la esposa de Marian Mirita (fuera del plano) le habría instigado a cometer el acto: «Quémate, préndete fuego, hazlo, lo has dicho ya muchas veces», se oye la voz de la mujer, también desquiciada por la situación familiar y que luego intentó quemarse igualmente, siendo parada por un agente de la Guardia Civil.

Una de las hijas aseguró que dicho vídeo habría llegado al entorno familiar del padre quien en acto de «vendetta» habría intentado linchar a su madre, de etnia gitana como Nicolai Marian Mirita. La «vendetta» dentro de la etnia gitana fue una de las explicaciones que dieron ayer las asociaciones de rumanos de Castellón para explicar lo sucedido en su país.

Según informó la agencia rumana Rompres, cientos de parientes y vecinos que asistieron a la llegada del ataúd del suicida en la citada localidad quisieron linchar a la esposa del fallecido, a la que culpaban de no haber hecho todo lo necesario para impedir la trágica muerte del hombre.

El Consejo Departamental de Dambovita (la autoridad local) pagó los 4.200 euros para el transporte del cuerpo. En busca de una vida mejor, Mitrita emigró a España, junto con su esposa y sus dos hijos, a causa de la pobreza, tras vender todos sus bienes y pedir dinero prestado a conocidos.

Marian Mirita, que no tenía permiso de residencia ni empleo estable en España, se quejó de unos compatriotas que le prometieron un lugar de trabajo legal España antes de recurrir al gesto extremo. También aseguró que le había sido robado el último dinero recogido para pagar el viaje de vuelta a Rumanía para él y su familia. Todo ello antes de que aquel 4 de septiembre decidiera elevar de aquel modo su protesta: «Nadie nos escuchó».

Mañana en Targoviste, a miles de kilómetros de «Eldorado español», tendrá lugar su entierro. Descanse de una vez en paz.

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