En contra de la opinión del Comité Nacional de Ética, de la izquierda y de una parte de la mayoría parlamentaria, el Senado francés aprobó ayer una versión suavizada de la enmienda que prevé el recurso a las pruebas genéticas para permitir la entrada legal en Francia de las familias de inmigrantes.

El ministro de Inmigración e Identidad Nacional, Brice Hortefeux, tuvo que retocar el texto inicial tras el rechazo la semana pasada de la comisión legislativa de la Cámara alta. El test de ADN se realizará bajo control judicial, será gratuito y sólo fijará los lazos genéticos entre la madre y los hijos. Se pondrá en marcha por un período de prueba inicial de 18 meses.

A pesar de estas concesiones, el Comité Nacional de Ética ha sido tajante: la medida entra «en contradicción con el espíritu de la ley francesa» al reservar la identificación genética «únicamente a los extranjeros» y «podría revelarse atentatorio contra las libertades individuales». El Comité, cuyo dictamen tiene carácter consultivo, lamenta que «cuestiones tan importantes se tramiten en procedimiento de urgencia».

«No me toques mi ADN»

El Partido Socialista ya ha anunciado que recurrirá la Ley de Inmigración ante el Tribunal Constitucional. La asociación SOS – Racismo ha iniciado la campaña «No toques mi ADN», a la que se ha sumado la mayor parte de la izquierda, pero también el ex primer ministro Dominique de Villepin.

Otro ex jefe de Gobierno de la derecha, Edouard Balladour, se reconoce «afectado en el plano moral» por una medida que «no va a traer nada bueno».

«Nadie propone ficheros genéticos y nadie pretende atentar contra las leyes de la bioética», aseguró ayer en el Senado el ministro Hortefeux.

Los líderes de los países africanos han reaccionado al unísono contra la prueba del ADN, que consideran «inaceptable a nivel ético y cultural».