La Policía de Rumanía impide el linchamiento de la esposa del hombre que se quemó a lo 'bonzo' en Castellón

Parientes y amigos le responsabilizan por no haber hecho lo necesario para impedir la muerte

Diario Vasco, 05-10-2007

BUCAREST. La Policía rumana tuvo que intervenir en la localidad de Targoviste, a unos cien kilómetros al norte de Bucarest, para impedir que la esposa de Marian Mitrita, el rumano que se quemó a lo bonzo en Castellón hace un mes, fuera linchada por sus parientes.

Según informó ayer la agencia rumana Rompres, cientos de parientes y vecinos que asistieron a la llegada del ataúd del suicida en la citada localidad quisieron linchar a la esposa del fallecido, a la que culpaban de no haber hecho todo lo necesario para impedir la trágica muerte del hombre.

Mitrita se prendió fuego hace una semana ante la Subdelegación del Gobierno en Castellón en señal de protesta por no encontrar un empleo, y murió luego en un hospital del Valencia a causa de las quemaduras. La víctima se plantó delante de la subdelegación con una botella de un litro y medio de gasolina y durante varios minutos amenazó con prenderse fuego. Su mujer, que se encontraba en el lugar junto con los hijos de la pareja, intentó disuadirlo, pero al final encendió un mechero con el que se consumó la tragedia entre los gritos de los presentes.

Dos agentes de la Guardia Civil acudieron al momento para despojarle de sus ropas y sofocar el fuego, pero ya era inútil.

Sus restos fueron repatriados el martes Targoviste, donde mañana está previsto que se celebre el entierro. El Consejo Departamental de Dambovita, la autoridad local, pagó los 4.200 euros para el transporte del cuerpo.

En busca de una vida mejor, Mitrita emigró a España, junto con su familia, a causa de la pobreza, tras vender todos sus bienes y pedir dinero prestado a conocidos.

Isabella, su mujer, comentó que su marido se quemó en señal de protesta por su precaria situación en España. Llegaron aquí con muchas promesas e ilusiones por cumplir, pero les estafaron con el trabajo y con la casa. En esta situación decidieron regresar a Rumanía, pero carecían del dinero suficiente (400 euros) para comprar los billetes. El rumano, que no tenía permiso de residencia ni empleo estable en España, dijo que le había sido robado el último dinero recogido para pagar el viaje de vuelta a su país. Ante la desesperación, el cabeza de familia tomó la vía rápida. AGENCIAS

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