Intentan linchar a la mujer del rumano que se quemó a lo bonzo

El Mundo, 05-10-2007

La policía rumana tuvo que intervenir en Targoviste (a 100 kilómetros al norte de Bucarest) para impedir que la esposa de Marian Mitrita, el rumano que se quemó a lo bonzo en Castellón hace un mes, fuera linchada por los parientes de su marido.


Cientos de familiares y vecinos que asistieron a la llegada del ataúd del suicida en la citada localidad quisieron linchar a la esposa del fallecido, a la que culpaban de no haber hecho todo lo necesario para impedir la trágica muerte del hombre, según informó ayer la agencia rumana Rompres.


Mitrita se prendió fuego hace un mes ante la subdelegación del Gobierno en Castellón en señal de protesta por no encontrar un empleo, y murió luego en un hospital de Valencia a causa de las graves quemaduras. Falleció solo, ya que su mujer decidió regresar días antes con sus dos hijos a Rumanía.


Sus restos fueron repatriados en la noche del miércoles a Targoviste, donde hoy se celebrará el entierro. El Consejo Departamental de Dambovita (la autoridad local) pagó los 4.200 euros para el transporte del cuerpo.


La historia trágica de Mitrita es la del sueño roto de miles de ciudadanos que llegan en busca de una vida mejor atraídos por promesas falsas. Muchos de ellos acuden engañados porque desconocen que el Gobierno español ha impuesto una moratoria de dos años que les impide trabajar.


Promesas falsas


En busca de una vida mejor, Mitrita viajó a España, junto con su esposa y sus dos hijos, a causa de la pobreza, tras vender todos sus bienes y pedir dinero prestado a conocidos.


El fallecido, de 44 años de edad, no tenía permiso de residencia ni empleo estable en España y denunció que fueron unos unos compatriotas los que le prometieron un puesto de trabajo legal en Castellón, algo que no cumplieron. También relató que le habían robado el último dinero recogido para pagar el viaje de vuelta para él y su familia.


Desesperado por no poder regresar a su país, Mitrita se roció con la gasolina que portaba en una botella de agua y utilizó un mechero para quemarse, después de que su mujer y su hija, Isabella, intentaran disuadirle de su intención. Su hija relataba así su calvario: «Todo Castellón nos engañó y no teníamos otra solución. Todo el mundo nos decía que nos iba a ayudar y luego nada. Mucha gente nos mira como a unos criminales y no sabemos por qué».


En el mercado laboral de los rumanos está surgiendo una nueva profesión, la de los estafadores, según denuncia la presidenta de la Asociación de Inmigrantes de los Países del Este (AIPE)», Angela Placsintar. «Son muchos los que se aprovechan de la gente. Les dan información laboral a cambio de dinero. Nombres de empresas, contactos a los que dirigirse a su llegada, pero en la mayor parte de los casos son falsos», añade.

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