Carlos Lugo Sosvilla *

Invasión por inmigración en guerra de cuarta generación (I)

El Día, , 03-10-2007

CUANDO TENÍA la duda de si lo llevado escrito sobre la ilegal inmigración que en oleadas bate las costas canarias y penetra mansamente tierra adentro sin que nada se le oponga obedece a causas naturales socioeconómicas o se trata de una organizada “conquista silenciosa” islamista, los benefactores de los inmigrantes, sin fundamentos para defenderlos, acusan a los que suponen motivaciones político-religiosas con socorridos epítetos de racistas y xenófobos. Pero algún hada madrina hace llegar a mis manos una información de la más autorizada fuente que, bajo distinto calificativo de “invasión por inmigración”, muestra y demuestra una total coincidencia, despejando la incógnita que embargaba mi espíritu.

En doctrina sobre “Empleo de las Fuerzas Terrestres”, debatida en los foros multinacionales de la ciencia militar, se hace referencia a los retos de la que han venido en denominar “guerra de cuarta generación”, donde uno de los beligerantes no es Estado nacional. En esta clase de conflictos destaca como característico el que sean asimétricos, puesto que una de las partes pertenece al mundo cavernario y la otra vive en el civilizado, por muchos que sean sus defectos, que no tienen otra cura que la democracia. Y es según dicha teoría que después de seis siglos de la Reconquista del Reino de Granada y de cuatro del último fracaso en la Conquista de Viena, donde intervinieron victoriosas las armas de los “racistas” Reyes Católicos y el emperador Carlos V, el Islam ha vuelto a las andadas mahométicas, con ofensivas estratégicas de nuevo cuño, que no detendrá si no se lo impiden con las mismas armas hasta reconquistar como primer plato Al-Ándalus, por el camino bien expedito de las Islas Canarias.

Es en el tipo de yihad o guerra santa, de cuarta generación para la doctrina occidental, donde aparece la que denominan “invasión por inmigración”, o “conquista silenciosa” para otros estudios, que pudiera considerarse como punto de encuentro de las calificadas “menor” y “mayor”, sabiéndose que la primera, con un concepto bélico, entraña conquista y dominación, traducidas en los tiempos que corren por terrorismo, y la otra opta por el camino de la redención para llevar a los pueblos, y el musulmán por adelantado, a su elevación moral y espiritual, terapia que se propone para Europa, aunque para tan sanos propósitos se empleen medidas quirúrgicas de exterminio, convergiendo el yihadismo con el credo coránico de extender su religión por todos los confines del planeta habitado llamado Tierra. Y “guerra de cuarta generación” se dice por girar en las de primera y segunda como elemento primordial la disciplina, llamada “cultura del orden”, tan cara al general Franco, que así lo proclama en su célebre discurso pronunciado en la clausura de la Academia General Militar de Zaragoza en junio de 1931, pasada a ser su ley marcial en toda su actuación posterior, que ha ido cediendo su privilegio, primero a la iniciativa, a partir de la de tercera, y al final, el liderazgo, esencial para la guerra que, sin muchos quererse enterar, se está realmente contendiendo. Ante la amenaza que supone una guerra sin frentes bélicos, los Ejércitos, concienciados, han emprendido un proceso de transformación basado en pequeñas unidades, revalorizando al soldado-combatiente al que se le llama guerrero, como piedra angular del sistema, con inmediación de convivencia entre mandos y tropas.

Como ejemplo de los antecedentes y sin cuantificar en qué medida la intervención de los inmigrantes que fluyen y refluyen como las mareas por todas las fronteras por las que se les permita colarse, aunque por ninguna tan permisiva como las de Canarias, han tenido que ver con los criminales atentados de Nueva York, Madrid y Londres; o en los preparados en Alemania y Austria, lo mismo que en los países del Magreb, que consideran religiosamente tibios o no cuentan con Estados confesionales; o con las violencias callejeras que se extendieran a modo de “intifada” por toda Francia, y, por qué no decirlo si cabe la sospecha, con los incendios pavorosos provocados en Canarias y Grecia, que han convertido en cenizas sus verdes montes. Mucha coincidencia sería que la desatada inmigración en nada tuviera que ver con el terrorismo mahomético.

Es tiempo de pararse a analizar seria y responsablemente si tanto estado de cosas caóticas que se están produciendo en el mundo en que vivimos se corresponde con la euforia inmigratoria que se ha despertado en los continentes africano y en el asiático musulmán, que no repara en sacrificios de vida y haciendas, no tan empobrecidas cuando los viajes no son gratuitos, haciendo de ellos las mafias negreras de la Yihad verdadera fuente de negocio. Por viaje de cayuco o patera, cargando la moderna mercancía esclava, obtienen los capos más beneficios que si de hachís o marihuana se tratara, que mucha entra por los “puertos francos” de Canarias por este tráfico vía marítima. Se suman ahora al negocio la nueva flota de los llamados “barcos chatarra” en situación de desguace, que si las mafias de los traficantes los compran a bajo precio para el “servicio regular” del irregular pasaje, que hasta desde Asia se apostan en los puertos subsaharianos a la espera de plazas para proseguir el camino a Canarias, “Puerta del Viejo Mundo”. También se adquiere esa chatarra por el gobierno español para reforzar su Armada, pues, para el “rescate” de náufragos inmigrantes mal pudieran emplearse al servicio de Canarias, remotas fronteras africanas, las modernas naves adscritas a la OTAN y a las misiones extranjeras. Pero si los rescates merecen pláceme, lo procedente sería prestar la necesaria ayuda para la vuelta a casa, no traer invitados a la propia, donde la comida pudiera no dar para más invitados.

  • Primer Premio Internacional de Periodismo Mare Nostrum 2007
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