Inmigración

Volver a empezar

20 rumanos inician la búsqueda de un ‘hogar’ ante la advertencia de que hoy iban a ser desalojados de sus chabolas en Malilla

Las Provincias, BERTA RODRIGO, 01-10-2007

20 rumanos inician la búsqueda de un ‘hogar’ ante la advertencia de que hoy iban a ser desalojados de sus chabolas en Malilla Siempre me dicen que mañana y cuando llega el día dicen que será al día siguiente, y luego al otro, y así pasa un día tras otro hasta que ahora me han dicho que el día 25 empezaré a trabajar”. Con la esperanza (o el engaño) de encontrar trabajo llegó Dorina el pasado mes de julio desde Slobozia, en Rumania, hasta Valencia. En su ciudad natal dejó a su marido y a sus dos hijas de siete y cuatro años, a quienes cuando puede les envía dinero. La vez que más dinero consiguió reunir juntó 20 euros para sus pequeñas.

“En Rumania trabajaba acompañando a una mujer, ayudándola. Pero me quedé sin trabajo y necesitábamos dinero”, cuenta. Ahora busca entre la basura para encontrar aluminio y “otros cables”, con el dinero que saca de su venta puede ir a comprar comida. “Del aluminio me dan dos euro y de los otros cables uno”.

Dorina llegó a Valencia en un autobús y empezó una nueva vida entre un montón de escombros con otros compatriotas en la carrera de Malilla.

Desde hace tres meses y hasta ayer por la tarde, 20 rumanos –entre ellos cuatro menores– han levantado seis chabolas en esta carretera, en las inmediaciones de la V – 30. “Todavía hay una por terminar”, cuenta Dorina mientras muestra a LAS PROVINCIAS su habitación. En ella había colocado un colchón sobre un somier y en una estantería –donde había un tetra break de leche abierto – colocaba con añoranza varios peluches de los que dice que ha comprado para enviar a sus hijas.

Mientras fuera de la chabola de Dorina, Marian –otro rumano– ha preparado un bote de conserva de alubias cocidas para sus compañeros. Lo ha hecho en una pequeña cocina que tienen en el exterior. Dicen que siempre cocina él y a pesar de las sonrisas que despierta la buena mano culinaria de Marian, la comida de ayer les dejó a todos ellos un sabor agridulce.

“Estamos recogiéndolo todo porque ayer (por el sábado) vino la policía para decirnos que teníamos que irnos”, cuenta Bade. Tiene 28 años y llegó a Valencia hace un año. En Rumania dejó a su mujer y a dos hijos de siete y tres años. En su periplo por la ciudad, Bade a pasado por las ya conocidas naves de Macosa.

Ayer por la mañana hacían de nuevo las maletas en vista a que hoy, a primera hora de la mañana, se proceda al desalojo del lugar, tal y como les anunció la Policía Local el sábado.

Pero, ¿dónde han ido? Su historia es la de volver a empezar en otro lugar de la ciudad porque, según aseguraron, no conocen las posibilidades que tienen de acceder a los servicios municipales.

“¿Albergues?”. Bade, el más veterano en materia de desalojo decía ignorar qué eran. Todos los miembros del grupo aseguraron no haber sido informados sobre las posibilidades de ser realojados. Fuentes municipales no pudieron precisar ayer los pormenores de esta actuación, pero señalaron que en este tipo de intervenciones los desalojados no siempre están por la labor de colaborar con los Servicios Sociales.

El traslado del ‘problema’

Sea como fuera, lo cierto es que sobre las 19 horas de ayer los 20 rumanos cogieron sus maletas y marcharon a otro lugar de la ciudad. Hoy la mugrienta parcela quedará impoluta, las chabolas habrán desaparecido y los rumanos seguirán –a pesar de haber contado o no con el apoyo de los Servicios Sociales– desperdigados por la ciudad buscando en contenedores un poco de aluminio para venderlo a dos euros en un mercado de mal vivir.

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