El número de mujeres inmigrantes que cotizan crece 6 puntos en sólo cinco años

El País, EZEQUIEL MOLTÓ, 01-10-2007

Primero llegó una multitud, empezaron a trabajar en la economía sumergida y ahora tienen papeles, cotizan y protagonizan los procesos de reagrupación familiar. Un informe reciente sobre las mujeres inmigrantes empadronadas en la Comunidad Valenciana, elaborado por el Observatorio de la Inmigración de la Universidad de Alicante, revela que el porcentaje de mujeres inmigrantes ha descendido tres puntos, del 49,6% al 46,6%. Sin embargo, en sólo cinco años, han aumentado en más de seis puntos (del 29,9% al 36%) las extranjeras que cotizan a la Seguridad Social.

Los dos fenómenos tienen explicaciones diversas. Según el autor del estudio, el sociólogo Carlos Gómez Gil, en la década de los años 90 se registraron migraciones importantes de gente de los países del Este de Europa y de Latinoamérica, pero ahora “la crisis en los países de origen ha remitido, no tienen tanta necesidad de huir, mejora su economía y desciende la criminalidad, con lo cual vienen menos”, apunta este profesor.

Pero además, en los países musulmanes aumenta la presión religiosa y fundamentalista, y esto afecta a la situación de la mujer, que encuentra más dificultades para emigrar. A estos fenómenos, que se dan en los países de origen, hay que añadir otros factores en el país de destino. A España, primero llegaron las madres jóvenes dispuestas a trabajar y obtener dinero para poder enviar a sus familiares. Pero en estos momentos, cuando han consolidado su posición laboral y gozan de una cierta estabilidad, “ellas son las verdaderas protagonistas del proceso de reagrupación familiar”. Junto a ellas vienen sus hijos y maridos, por eso desciende el porcentaje global de mujeres inmigrantes. Su situación laboral y legal ha cambiado. Cuando llegaron no tenían papeles en regla, y ahora cotizan a la Seguridad Social.

Gómez Gil asegura que “los procesos de regularización aprobados por el Gobierno han permitido que afloren bolsas de economía sumergida”. Así, mientras que en 2002 el porcentaje de mujeres de alta en la Seguridad Social en la Comunidad Valenciana era del 29,9%, en enero de 2007 este porcentaje se ha elevado en 6,1 puntos hasta alcanzar el 36% del total de afiliaciones de la autonomía. Destaca Castellón, donde llegan hasta el 39,6%. Es la provincia donde ha experimentado un mayor avance el número de mujeres inmigrantes dadas de alta, seguida de Valencia, donde ya representan el 37,1%. En Alicante son el 36,5% de las afiliaciones. A medida que las migraciones han tomado mayor fuerza, las mujeres han adquirido mayor protagonismo “al desplazarse de forma autónoma para iniciar así proyectos migratorios que tienen en el trabajo un eje fundamental”, explica Gómez Gil. No es casual, por ello, que en la Comunidad Valenciana la tasa de actividad de la mujer inmigrante haya pasado del 41% en el año 2000, al 69% en el año 2005. En el territorio español, un creciente 43,5% del total de inmigrantes ocupados son mujeres, frente a sólo el 40% que representan éstas del total de ocupados españoles. Al mismo tiempo, las inmigrantes tienen una capacitación académica superior en cerca de un año a la media masculina.

En la Comunidad Valenciana el 35% de las mujeres en alta laboral trabajan en el servicio doméstico, mientras que otro 23,3% lo hace en la hostelería. Así, en estos dos sectores trabaja la mitad de todas las mujeres inmigrantes laboralmente activas. Sus condiciones de trabajo son excesivamente vulnerables, en la medida en que su sueldo les resulta esencial para el sustento suyo y de sus familias. Por ello se ven obligadas a admitir salarios y trabajos en condiciones extremas, en la medida en que sufren más desempleo y precariedad. Lo demuestra el hecho de que mientras en la Comunidad Valenciana el 54% de las mujeres autóctonas disponen de contratos de trabajo indefinidos, en las mujeres inmigrantes la cifra desciende hasta el 25%, al tiempo que un 36,3% de las mujeres inmigrantes con titulación universitaria realizan trabajos no cualificados, teniendo una tasa de desempleo cinco puntos por encima de la población femenina nacional. El informe alerta de la “vulnerabilidad” de este colectivo, al tiempo que destaca su importancia económica y social.

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