Viven mexicanos pesadilla en el paraíso

El Universal, Alejandro Suverza/ENVIADO, 26-09-2007

alejandro.suverza@eluniversal.com.mx

BAHAMAS.— En la punta norte de esta pequeña isla de Bimini hay dos mensajes escritos sobre el madero de una palapa solitaria: “Aquí nos vamos a morir” y “Nunca regresaremos”.

Es un hecho que en momentos de encierro, las personas pintan su depresión. Los mensajes habían sido escritos por mexicanos que fueron atraídos con engaños a este pedazo de tierra para trabajar en la construcción de un complejo de lujo llamado Bimini Bay Resort, en el que algunas casas alcanzarían un costo de 2 millones de dólares.

Varios trabajadores entrevistados hablaban de “cumplir” con su trabajo como si se tratara de una condena carcelaria. “No más porque ya estamos aquí, ya nos chingamos”, dijo Roberto, un ayudante de albañil que tomó la decisión de aguantar hasta diciembre con el fin de evitar que le fueran cobrados 3 mil dólares —en efectivo o con tres meses de trabajo— por concepto de incumplimiento de contrato y gastos de retorno.

Muchos de los trabajadores fueron llevados entre los meses de enero y mayo de este año, en vuelos privados que contrató la empresa Rav Bahamas, que lleva a cabo con la supervisión del cubano de Miami, Gerardo Capo, encargado del proyecto, que se estima costará 850 millones de dólares y convertirá a la isla más pequeña de Las Bahamas, ubicada a 35 minutos de vuelo de Miami, en el paraíso de propietarios de yates lujosos de pesca deportiva, principalmente de La Florida.

La embajadora de México en las Bahamas, Leonora Rueda, confirmó que en las visitas realizadas a la isla, se detectó que la empresa retenía los pasaportes de los trabajadores mexicanos porque temía que les dejaran el trabajo “votado”. Y que si alguno decidía regresarse le hacían pagar el incumplimiento de contrato. “Quizá lo que está mal es que los contratos laborales no establecen los derechos ni las obligaciones. El contrato no es claro, transparente y preciso”. Aunque Rueda negó que hubiera condiciones de esclavitud.

La noticia se dio a conocer en los primeros días de agosto por EL UNIVERSAL cuando siete trabajadores que retornaron a sus comunidades en Querétaro denunciaron ante el diputado local Jaime Escobedo Rodríguez, que les obligaron a laborar sin salario cerca de tres meses para pagar su regreso.

Se referían a los contratistas como una red de traficantes y explotadores de personas que operaban bajo el respaldo del cubano Capo. El queretano Mauricio Santos dijo: “Nos hicieron firmar un contrato escrito en inglés sin darnos cuenta que ahí autorizábamos al capataz a cobrar los salarios en nuestro nombre. Cuando llevábamos un mes trabajando y sin haber recibido pago alguno, decidimos ya no trabajar más, lo que causó que nos maltrataran, insultándonos y dándonos una comida al día”.

Algunos de los trabajadores que continúan en la isla, confirmaron a este diario lo de los tres meses de trabajo sin salario a cambio de ser regresados. Además aseguraron que no les dejaban salir del complejo en horas de trabajo, a menos que contaran con un permiso especial. Que durante los meses que llevaban trabajando tenían una dieta diaria de arroz blanco y pollo todos los días.

Los denunciantes mexicanos —que aseguraron vivir en un encierro y sentirse como secuestrados, además de trabajar en condiciones de esclavitud — señalaron a Leonarda Olivera Torres como la mujer que los enganchó en Pedro Escobedo, Querétaro y les aseguró ganarían de 13 mil a 16 mil pesos al mes.

En información obtenida por este diario, en varias páginas de internet de bolsa de trabajo, un señor con el nombre de Lázaro Chávez, con número de celular (984 – 128 4789) del estado de México, prometía salarios para expertos y equipos pesados de construcción entre 400 y 600 dólares a la semana, un aumento a los seis meses “según resultados” y un bono anual.

En las páginas de internet www.computrabajo.com y www.toditolaboral.com se buscaban maestros de obra negra y maestros carpinteros con todo y su cuadrilla con una paga de entre 20 mil y 50 mil dólares por contrato de un año, según la “tipología” de la casa a construir. El mismo señor Chávez aparecía como el “empleador”.

La realidad es que varios de los trabajadores entrevistados en la isla aseguran que fueron engañados. “A muchos les ofrecieron 300 dólares base a la semana más los extras, pero al final le dieron lo que quisieron. Si hubiera sabido que me iban a dar eso, no vengo”, dice el albañil Roberto.

En la isla había más de 120 mexicanos y hoy resisten 65 trabajadores originarios del estado de México, Chiapas, Querétaro y del Distrito Federal. La historia de los obreros mexicanos en Bimini Bay Resort —percibida por algunos de ellos como una pesadilla de engaños, explotación y violaciones a los derechos laborales internacionales— llevó a un integrante del Ministerio de Trabajo de Bahamas a visitarla.

El maestro albañil Alcántara aseguró que con la ayuda de un intérprete, el funcionario les dijo que podían regresar a su casa en el momento en que ellos lo creyeran conveniente y que la empresa tendría que pagar los gastos de traslado. También les confirmó que podían salir del complejo laboral a la hora que quisieran sin requerir permiso previo alguno. Y que por ningún motivo la empresa o los contratistas tenían que tener bajo resguardo sus pasaportes. “Regañaron a Capo”, dijo otro trabajador mexicano.

Varios trabajadores aseguraron que representantes de la embajada de México en Bahamas, con sede en Jamaica, visitaron el complejo y les prometieron a los que quisieran regresarse ir por ellos, pero jamás aparecieron.

La embajadora mexicana en Bahamas, Leonora Rueda, quien aseguró que la visita la llevó a cabo el cónsul José Luis Delgado, dijo que se entregó un informe a las autoridades de la Secretaría de Relaciones Exteriores en la ciudad de México. Dijo que las visitas se realizaron desde marzo pasado, pero que nunca recibieron una queja por escrito de parte de los trabajadores. La funcionaria agregó que desde entonces hubo muchos trabajadores que se regresaron, pero asegura desconocer si tuvieron que pagar sus gastos de regreso.

Mercedes Thomas Capo, vicepresidenta de Rav Bahamas, ha negado todas las acusaciones de maltrato y trabajo extenuante. Pero los trabajadores hacen jornadas de 7:30 de la mañana a las 5:30 de la tarde. La mayoría de ellos labora sin un permiso de trabajo en la isla por lo que los problemas para enviar dinero se incrementan. Trabajan sin casco, sin arnés de seguridad para construir los techos de las casas. Ese es el caso del mexicano David Alejandro González, quien se cayó del techo de una de las casas que construía.

En la isla Bimini, los trabajadores resisten. “Venimos engañados, nos dijeron que ganaríamos más de 15 mil pesos al mes y dijimos está rebién, pero cuando llegamos aquí nunca los vimos. Sufrimos el calor, deshidrataciones, y cómo regresarnos. Yo por tan poquito dinero, prefiero regresarme y estar cerca de mi familia. Si hubiera sabido, no vengo”, dice Roberto, ayudante de albañil.

Su compañero Leonardo asegura que la isla parece una prisión: “Y nada de regresarse porque hay que pagar tres mil dólares o tres meses de trabajo. Mucha gente pagó y se regresó”. Ambos esperaran hasta diciembre cuando el contrato concluya.

alejandro.suverza@eluniversal.com.mx

BAHAMAS.— En la punta norte de esta pequeña isla de Bimini hay dos mensajes escritos sobre el madero de una palapa solitaria: “Aquí nos vamos a morir” y “Nunca regresaremos”.

Es un hecho que en momentos de encierro, las personas pintan su depresión. Los mensajes habían sido escritos por mexicanos que fueron atraídos con engaños a este pedazo de tierra para trabajar en la construcción de un complejo de lujo llamado Bimini Bay Resort, en el que algunas casas alcanzarían un costo de 2 millones de dólares.

Varios trabajadores entrevistados hablaban de “cumplir” con su trabajo como si se tratara de una condena carcelaria. “No más porque ya estamos aquí, ya nos chingamos”, dijo Roberto, un ayudante de albañil que tomó la decisión de aguantar hasta diciembre con el fin de evitar que le fueran cobrados 3 mil dólares —en efectivo o con tres meses de trabajo— por concepto de incumplimiento de contrato y gastos de retorno.

Muchos de los trabajadores fueron llevados entre los meses de enero y mayo de este año, en vuelos privados que contrató la empresa Rav Bahamas, que lleva a cabo con la supervisión del cubano de Miami, Gerardo Capo, encargado del proyecto, que se estima costará 850 millones de dólares y convertirá a la isla más pequeña de Las Bahamas, ubicada a 35 minutos de vuelo de Miami, en el paraíso de propietarios de yates lujosos de pesca deportiva, principalmente de La Florida.

La embajadora de México en las Bahamas, Leonora Rueda, confirmó que en las visitas realizadas a la isla, se detectó que la empresa retenía los pasaportes de los trabajadores mexicanos porque temía que les dejaran el trabajo “votado”. Y que si alguno decidía regresarse le hacían pagar el incumplimiento de contrato. “Quizá lo que está mal es que los contratos laborales no establecen los derechos ni las obligaciones. El contrato no es claro, transparente y preciso”. Aunque Rueda negó que hubiera condiciones de esclavitud.

La noticia se dio a conocer en los primeros días de agosto por EL UNIVERSAL cuando siete trabajadores que retornaron a sus comunidades en Querétaro denunciaron ante el diputado local Jaime Escobedo Rodríguez, que les obligaron a laborar sin salario cerca de tres meses para pagar su regreso.

Se referían a los contratistas como una red de traficantes y explotadores de personas que operaban bajo el respaldo del cubano Capo. El queretano Mauricio Santos dijo: “Nos hicieron firmar un contrato escrito en inglés sin darnos cuenta que ahí autorizábamos al capataz a cobrar los salarios en nuestro nombre. Cuando llevábamos un mes trabajando y sin haber recibido pago alguno, decidimos ya no trabajar más, lo que causó que nos maltrataran, insultándonos y dándonos una comida al día”.

Algunos de los trabajadores que continúan en la isla, confirmaron a este diario lo de los tres meses de trabajo sin salario a cambio de ser regresados. Además aseguraron que no les dejaban salir del complejo en horas de trabajo, a menos que contaran con un permiso especial. Que durante los meses que llevaban trabajando tenían una dieta diaria de arroz blanco y pollo todos los días.

Los denunciantes mexicanos —que aseguraron vivir en un encierro y sentirse como secuestrados, además de trabajar en condiciones de esclavitud — señalaron a Leonarda Olivera Torres como la mujer que los enganchó en Pedro Escobedo, Querétaro y les aseguró ganarían de 13 mil a 16 mil pesos al mes.

En información obtenida por este diario, en varias páginas de internet de bolsa de trabajo, un señor con el nombre de Lázaro Chávez, con número de celular (984 – 128 4789) del estado de México, prometía salarios para expertos y equipos pesados de construcción entre 400 y 600 dólares a la semana, un aumento a los seis meses “según resultados” y un bono anual.

En las páginas de internet www.computrabajo.com y www.toditolaboral.com se buscaban maestros de obra negra y maestros carpinteros con todo y su cuadrilla con una paga de entre 20 mil y 50 mil dólares por contrato de un año, según la “tipología” de la casa a construir. El mismo señor Chávez aparecía como el “empleador”.

La realidad es que varios de los trabajadores entrevistados en la isla aseguran que fueron engañados. “A muchos les ofrecieron 300 dólares base a la semana más los extras, pero al final le dieron lo que quisieron. Si hubiera sabido que me iban a dar eso, no vengo”, dice el albañil Roberto.

En la isla había más de 120 mexicanos y hoy resisten 65 trabajadores originarios del estado de México, Chiapas, Querétaro y del Distrito Federal. La historia de los obreros mexicanos en Bimini Bay Resort —percibida por algunos de ellos como una pesadilla de engaños, explotación y violaciones a los derechos laborales internacionales— llevó a un integrante del Ministerio de Trabajo de Bahamas a visitarla.

El maestro albañil Alcántara aseguró que con la ayuda de un intérprete, el funcionario les dijo que podían regresar a su casa en el momento en que ellos lo creyeran conveniente y que la empresa tendría que pagar los gastos de traslado. También les confirmó que podían salir del complejo laboral a la hora que quisieran sin requerir permiso previo alguno. Y que por ningún motivo la empresa o los contratistas tenían que tener bajo resguardo sus pasaportes. “Regañaron a Capo”, dijo otro trabajador mexicano.

Varios trabajadores aseguraron que representantes de la embajada de México en Bahamas, con sede en Jamaica, visitaron el complejo y les prometieron a los que quisieran regresarse ir por ellos, pero jamás aparecieron.

La embajadora mexicana en Bahamas, Leonora Rueda, quien aseguró que la visita la llevó a cabo el cónsul José Luis Delgado, dijo que se entregó un informe a las autoridades de la Secretaría de Relaciones Exteriores en la ciudad de México. Dijo que las visitas se realizaron desde marzo pasado, pero que nunca recibieron una queja por escrito de parte de los trabajadores. La funcionaria agregó que desde entonces hubo muchos trabajadores que se regresaron, pero asegura desconocer si tuvieron que pagar sus gastos de regreso.

Mercedes Thomas Capo, vicepresidenta de Rav Bahamas, ha negado todas las acusaciones de maltrato y trabajo extenuante. Pero los trabajadores hacen jornadas de 7:30 de la mañana a las 5:30 de la tarde. La mayoría de ellos labora sin un permiso de trabajo en la isla por lo que los problemas para enviar dinero se incrementan. Trabajan sin casco, sin arnés de seguridad para construir los techos de las casas. Ese es el caso del mexicano David Alejandro González, quien se cayó del techo de una de las casas que construía.

En la isla Bimini, los trabajadores resisten. “Venimos engañados, nos dijeron que ganaríamos más de 15 mil pesos al mes y dijimos está rebién, pero cuando llegamos aquí nunca los vimos. Sufrimos el calor, deshidrataciones, y cómo regresarnos. Yo por tan poquito dinero, prefiero regresarme y estar cerca de mi familia. Si hubiera sabido, no vengo”, dice Roberto, ayudante de albañil.

Su compañero Leonardo asegura que la isla parece una prisión: “Y nada de regresarse porque hay que pagar tres mil dólares o tres meses de trabajo. Mucha gente pagó y se regresó”. Ambos esperaran hasta diciembre cuando el contrato concluya.

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