HONDARRIBIA

El Ramadán, a mil kilómetros de Túnez «Vamos a Errenteria a rezar con el imán»

Adel Buaskar sigue celosamente la doctrina del Corán. Está casado con una hondarribiarra y sus hijos aprenden las dos religiones

Diario Vasco, XABIER GALARTZA, 23-09-2007

HONDARRIBIA. DV. En los últimos años Hondarribia ha visto acentuado su carácter cosmopolita. Ya no es preciso ir a las grandes capitales para toparse con gente llegada de otros países o continentes.

La fuerte demanda de trabajo en el sector pesquero provocó en un primer momento una importante inmigración de pescadores procedentes de Senegal y de Perú, principalmente. Si bien estas son las comunidades cuya llegada ha tenido un mayor eco en el entorno, hay otros ejemplos que han pasado de manera más desapercibida, pero que quizá han calado más hondo.

Este es el caso de Adel Buaskar, un tunecino que se casó con una hondarribiarra con la que tiene dos gemelos, Ali y Sami, de cuatro años. Su vida ha dado un vuelco de 180 grados al abandonar su país de origen, pero mantiene intactas sus costumbres y se mantiene fiel a su religión, la musulmana.

Ahora se encuentra imbuido en el mes de Ramadán, lo que le impide ingerir ningún alimento y ningún líquido hasta que se oculte el sol. Adel reconoce que respetar la doctrina del Corán no le reporta un gran esfuerzo para desarrollar su labor cotidiana en los viveros Endanea. «Lo de la comida es secundario, mal lo pasas los dos o tres primeros días, lo verdaderamente importante es que nos encontramos en un mes de paz y que tienes que tratar de controlar el alma. Para eso se reza mucho más que durante el resto del año, en el que hacemos cinco rezos diarios. Cuanto más reces, es mucho mejor», apunta Adel.

Todavía no ha iniciado a sus dos hijos en esta práctica, ya que «se suele empezar hacia los siete años. Se realiza poco a poco hasta culminar hacia los quince años».

Adel y su mujer Mari Carmen González tienen claro que sus dos hijos deben aprender y tomar contacto con la dos religiones que practican sus progenitores, la musulmana y la católica. «Los niños están bautizados y a los dos se les ha hecho la circuncisión. Queremos educarles en las dos religiones, y que cuando sean mayores, ellos decidan. No se les puede obligar. Lo importante es que tengan una orientación y que sigan un camino. Lo único que les pido es que no sean extremistas», precisa Mari Carmen.

Adel destaca alguna diferencia entre ambas religiones. No comprende que «Jesús sea hijo de Dios, en el Corán es un profeta, como lo es Mahoma. Por eso nosotros sólo rezamos a Dios, que es quien nos puede conceder las cosas y no a los santos o a la virgen».

De todas formas, a renglón seguido su compañero, Moncef Slliti, con quien recaló hace seis años en Hondarribia y con quien comparte las tareas en Endanea, manifestó que «al final las dos religiones desembocan en el mismo río».

Ambos se sienten plenamente integrados al entrar a tomar parte activa de las fiestas, «desfilamos en Arkolla», apuntan, aunque se muestran un tanto decepcionados por los estragos que a su juicio realiza el alcohol. «Si te controlas, me parece bien beber alcohol. Antes en la religión musulmana se permitía beber con moderación. Lo que no tiene sentido es beber hasta perder la cabeza, eso está prohibido en nuestra religión», señala Adel.

Como todo buen musulmán, Adel ha realizado ya el tradicional viaje a la Meca: «Fue en enero de 2005. No tienes que ir de cualquier manera, sino cuando dispongas del dinero suficiente y con la seguridad de que dejes cubiertas las necesidades de tus familiares». Su compañero Moncef es algo que todavía tiene pendiente al «no disponer todavía de suficiente dinero. El dinero lo tiene que reunir uno mismo y no vale que te lo presten», precisa.

Con el paso del tiempo, otra costumbre, como es el hecho de tener que usar la chilaba, ha perdido su interés. «Nuestros abuelos sí que la utilizaban, pero para los hombres no es obligatorio. En las mezquitas la gente se la suele poner, una de sus funciones es evitar que se destaque la silueta de la persona para evitar que te entretengas mientras rezas. Lo mismo ocurre cuando alguien lleva una camiseta con letras escritas, es mejor evitar estas cosas», aclara. Respetar el Ramadán lejos de casa es una dificultad añadida. A pesar de que no les acompaña el entorno, Adel y Moncef cumplen estrictamente con la doctrina. «Cuando se mete el sol, hacia las ocho y media de la noche, cenamos. Comenzamos por beber agua y comer dátiles. Luego tomamos una cena normal con ensalada y pescado o carne. Después nos vamos a la mezquita de Errenteria donde rezamos con el iman durante una hora hasta las doce que volvemos a casa para acostarnos. Y a las cinco de la mañana, una hora antes de que se ponga el sol, nos levantamos para rezar».

La mayor diferencia que encuentran con su tierra de origen es que «cuando estamos en Túnez solemos pasar las noches yendo de casa en casa de los familiares. Allí solemos charlar, bailar y comer durante toda la noche», precisan.

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