ENTREVISTA: MIGUEL GUTIÉRREZ Jefe de Psiquiatría del Hospital Santiago y experto en psiquiatría transcultural

"Es inexorable que el inmigrante asuma los valores del lugar al que llega"

El País, T. G. CRESPO, 20-09-2007

Miguel Gutiérrez Fraile (Vitoria, 1948) acaba de asumir la jefatura del servicio de Psiquiatría del Hospital Santiago de su ciudad natal, tras una intensa labor en los de Basurto y Cruces. Llega con un plan ambicioso para trabajar en psiquiatría transcultural, que trata las dolencias mentales vinculadas a la inmigración. Gutiérrez participa en el proyecto con su equipo junto con grupos profesionales de centros hospitalarios de primer nivel de Madrid, Barcelona y Sevilla.

Pregunta. ¿Qué es la psiquiatría transcultural?

Respuesta. Es una disciplina que trata de estudiar la influencia de factores culturales en la expresión de la enfermedad mental para facilitar una mejor atención a los enfermos procedentes de diferentes culturas. Estamos ante un fenómeno tremendamente complejo, también desde el punto de vista de la salud mental. Sin olvidar que tenemos una inmigración mucho menos asentada y asimilada que en otros países europeos.

P. Su disciplina ha cambiado desde que usted comenzó en Basurto hace más de 30 años.

R. Entonces nos encontrábamos en el inicio de la reforma psiquiátrica, cuando se pasó de la psiquiatría asilar a la comunitaria, que busca abordar la enfermedad en el contexto en que se produce. Las dolencias eran parecidas a las de ahora, salvo el problema de las toxicomanías, que explota a mediados de los setenta y conmociona muchísimo a la sociedad. Es algo que recuerda mucho a lo que puede pasar con la inmigración. Ambos son fenómenos sociales complejos. En su día el sector sanitario no tuvo estructuras ni profesionales preparados para abordar el problema de las toxicomanías.

P. Tenían la sensación de ir un paso por detrás.

R. Efectivamente. Por eso ahora pretendemos abordar esta nueva problemática cuanto antes. Vamos a proponer para el curso 2008 – 2009 una maestría en psiquiatría transcultural en las universidades autónomas de Barcelona y Madrid, en la de Sevilla y en la UPV.

P. ¿Sólo se va a atender la formación superior?

R. Por supuesto, será necesario impulsar el trabajo en un segundo nivel: la formación de personas en el campo de la mediación cultural en el ámbito sociosanitario dirigido a representantes de esos colectivos étnicos. Por ejemplo, es frecuente que mujeres de determinadas culturas tengan dificultades a la hora de las exploraciones ginecológicas, o personas que no entienden que hay que mantener los tratamientos con antibióticos. Y, en un tercer nivel, se ofrecerá un programa asistencial en psiquiatría transcultural.

P. ¿Ha saltado la alarma?

R. Ser extranjero no equivale a tener problemas, pero está claro que el fenómeno migratorio y la pertenencia a ciertos grupos étnicos te hace ser más vulnerable. El proceso migratorio también incorpora problemas, como trastornos de adaptación, cuadros depresivos, de ansiedad, problemas de pareja, más frecuentes que en la población normal.

P. ¿Cómo puede atender un vasco el asunto?

R. Con mucha dificultad. Lo que para nosotros es patológico, quizás no lo sea para ellos. La comunicación es importantísima. Hace años, Luis Rojas Marcos demostró que los psiquiatras anglosajones diagnosticaban esquizofrenia con más frecuencia en la población hispana que en la anglosajona. Venía a concluir que la dificultad de comunicación cultural, no idiomática, lleva a valorar lo peor.

P. Euskadi tiene la experiencia de procesos migratorios previos.

R. En los sesenta vivimos algo parecido. Hablábamos la misma lengua, pero no teníamos las mismas costumbres. Aquellos recién llegados eran una población mucho más vulnerable que los residentes. El recuerdo de muchas situaciones de entonces nos ayudará en la actualidad.

P. ¿Qué opina de que la gran mayoría de la sociedad vasca pretenda que los inmigrantes adopten las costumbres occidentales?

R. Es positivo, porque se presenta como una pista de aterrizaje para aquellos grupos étnicos minoritarios que pueden ser más vulnerables con la immigración, de tal manera que, si son bien recibidos por la cultura a la que llegan, siempre se podrán integrar mejor. Si hay algo que ha de quedar claro, es que es inexorable que el inmigrante, antes o después, va a tener que asumir valores y costumbres del lugar al que llega.

P. También habrá quien se niegue a ello y sufra por su rechazo a asimilar la nueva cultural.

R. Esa persona está alterando el proceso de adaptación, porque no puede imponer a quienes viven en el lugar al que inmigra modos ajenos a los autóctonos.

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