REGIÓN MURCIA

Pateras de corto recorrido

Las barcas con inmigrantes llegadas en oleadas a la Región, ¿parten de Argelia y son capaces de cubrir un trayecto de más de 110 millas o son dejadas cerca de la costa por 'buques-nodriza'?

La Verdad, RICARDO FERNÁNDEZ, 19-09-2007

Las sucesivas oleadas de pateras llegadas a la Región en los dos últimos meses, una circunstancia inédita por estos lares hasta estas fechas, ha llevado a las autoridades políticas y a las fuerzas de seguridad del Estado a plantearse, en primer lugar, si las costas murcianas – y también ya las alicantinas – se han convertido en una nueva ruta de entrada de inmigrantes en Europa y, en segundo término, a preguntarse de qué forma están logrando salvar la importante distancia – más de 110 millas – que se abre entre las costas del norte de África y las del sureste español.

Sobre la primera de las interrogantes parece que existen pocas dudas. Menos aún desde que el propio secretario de Estado para la Seguridad, Antonio Camacho, y la secretaria de Estado de Inmigración, Consuelo Rumí, admitieron anteayer que la Región se ha convertido ya en objetivo de las mafias de la inmigración. Un hecho este que vincularon, además, con la falta de medios sofisticados de control en la costa, como el Sistema Integral de Vigilancia Exterior (SIVE), del que sí dispone el litoral andaluz o Canarias.

Respecto de la segunda cuestión, sin embargo, son más las dudas que las certezas. A excepción del delegado del Gobierno en Murcia, Ángel González, que admitió este verano que era probable que barcos de mayores dimensiones estuviesen dejando los botes con inmigrantes cerca de las costas, ningún responsable político ni policial ha respaldado a las claras la hipótesis de los barcos – nodriza. De hecho, la propia Delegación del Gobierno se limita ahora a responder que «no se hacen especulaciones» sobre los medios utilizados por los inmigrantes para llegar hasta Murcia, y que su obligación se limita a dar respuesta al problema que supone la entrada irregular en España.

Y aunque nadie se pronuncia abiertamente sobre la posibilidad de que estén operando barcos – nodriza frente a las costas murcianas – probablemente, según fuentes no oficiales de las fuerzas de seguridad, pesqueros argelinos que transportan un pequeño número de inmigrantes a bordo y que los dejan cerca de la costa murciana a cambio de dinero – , tampoco se arriesga nadie a decir públicamente que los inmigrantes son capaces de cubrir en barca el larguísimo y peligroso trayecto entre Argelia y Murcia.

Un viaje casi imposible

Que es posible cubrir en barco las más de 110 millas – unos 176 kilómetros – entre Argel y Cabo de Palos nadie lo pone en duda. Ahora bien, ¿es posible hacerlo con un pequeño bote de fibra de carbono, de cuatro o cinco metros de eslora y propulsado por un motor de 14 caballos, llevando a bordo además a cinco varones, los más de 200 litros de combustible necesarios, y el agua, la comida y la ropa necesarias para ese viaje?

Varios expertos consultados por La Verdad responden negativamente. «Nada es imposible, pero se trataría de una aventura suicida. Las posibilidades de completar ese trayecto con éxito serían casi nulas», explica un técnico de una importante empresa náutica del término de Cartagena. «Esos botes se irían al fondo con el primer golpe de mar. Y hay que tener en cuenta que ahí afuera, mar adentro, las condiciones son mucha más duras que en el litoral».

Del mismo modo opina el patrón mayor de la Cofradía de Pescadores de Mazarrón, Juan Ballesta, que ve «casi imposible» hacer ese viaje con esos medios. «Tardarían seis o siete días y volcarían con sólo soplar una miaja de viento», indica el pescador. Y añade que se necesitarían al menos 100 litros de combustible con dos personas a bordo. Y si fuesen cuatro los ocupantes, el doble de gasolina. «Un barco de mayor tamaño debe dejarles cerca de la costa, a diez o quince millas, y aún así les debe ser difícil llegar hasta la playa».

Como llegados de un paseo

Hay más datos que apuntan a que las pequeñas barcas son transportadas en barcos de mayor tamaño. Para empezar, en su interior apenas quedan restos de comida, ni ropas de abrigo, ni bidones de agua ni de combustible. Una imagen muy distinta a la que muestran los cayucos que llegan a Canarias después de tres o cuatro días de trayecto desde las playas de Senegal o Mauritania.

Del mismo modo, tampoco los inmigrantes que viajan a bordo muestran las típicas quemaduras solares y del salobre, los signos de agotamiento extremo y la suciedad propias de quienes han hecho un largo trayecto. «Éstos salen corriendo como liebres en cuanto pisan tierra. Y si les cogen las patrulleras, llegan a puerto riéndose y echando fotos con el móvil, como el otro día en Cartagena», señala un mando de las fuerzas de seguridad.

El último dato que apunta a esta fórmula es que todas las pateras están llegando agrupadas y en oleadas. Algo que difícilmente ocurriría si hubiesen partido, cada cual en su momento, desde Argelia.

¿Por qué algunos responsables políticos, como ayer el secretario de Estado de Seguridad, se resisten a reconocer la posible intervención de barcos – nodriza? Quizás, simplemente, para no tener que explicar por qué no se les ha detectado. Pero ésa es sólo otra hipótesis, claro.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)