Tres detenidos por el asesinato a tiros de un paquistaní de la Ribera

# La víctima, que fue tiroteada en su casa y tenía 30 años, regentaba un locutorio El presunto autor de los disparos era compañero de piso y tenía muchas deudas

El Periodico, , 11-09-2007

MAYKA NAVARRO
BARCELONA

La pequeña callejuela de Canvis Vells, en la Ribera, reúne desde el sábado a los amigos y parientes del paquistaní asesinado a tiros en el piso que compartía con varios compatriotas. Los Mossos d’Esquadra detuvieron ayer a tres paquistanís acusados del crimen, entre ellos el presunto autor de los disparos. Todos se conocían. Es más, el fallecido y su presunto asesino compartían vivienda. ¿El móvil? El criminal estaba atrapado en un mar de deudas y entre los deudores estaba el fallecido. Víctima y asesino se enzarzaron en una pelea que acabó a tiros.
Ayer, la callejuela fue punto de encuentro para el dolor y el supermercado Raja, en el bloque donde se cometió el asesinato, el lugar donde preguntar por las novedades. Aunque en los primeros momentos de la tarde reinó la confusión. Sobre todo después de que, además de los tres detenidos, los Mossos interrogaran al hijo del gerente de la tienda, que quedó en libertad sin cargos.

LA PRENSA POR INTERNET
Baba I., de 30 años, llevaba siete viviendo en Barcelona. Con varios parientes lejanos residiendo en la ciudad, el joven regentaba un locutorio en el Eixample. Los testigos le vieron el sábado desayunar en la Ribera y hay quien asegura que estuvo conectado un rato a internet, desde el locutorio que hay junto al súper de debajo de su casa, repasando la prensa de su país.
Regresó a casa y fue un sobrino el que se encontró el cadáver, boca abajo y sobre un charco de sangre. Los familiares alertaron a la Guardia Urbana y esta, a los Mossos d’Esquadra. El grupo de homicidios se hizo cargo de la investigación.
Los agentes bloquearon el acceso del piso a extraños para no contaminar el escenario del crimen y la policía científica desplegó su instrumental buscando pruebas e indicios del asesino. La investigación reveló que el criminal no forzó la puerta. Y que antes de los tiros, el asesino y su víctima se enzarzaron en una pelea.

LAS HUELLA DEL ASESINO
Mientras unos agentes buscaban huellas, los del grupo de homicidios interrogaban a todas las personas que pudieran haber visto u oído alguna cosa. En un detalle nada banal coincidieron varios: la última persona que vieron salir del estrecho portal del número 5 de Canvis Vells fue precisamente a otro compatriota paquistaní que compartía vivienda con la víctima y que, desde entonces, estaba en paradero desconocido. Fue el primero en ser detenido.
Fueron varios los que lo vieron y lo reconocieron. Y fue sencillo, porque a esa hora, después del mediodía del sábado, el supermercado ya estaba abierto y lo regenta un numeroso grupo de paquistanís que conoce a los inquilinos del número 5. Por si fuera poco, los hombres que trabajan se van turnando en una sillita azul a pie de callejuela que es un mirador insuperable de todo aquello que ocurre entre las plazas de Pla de Palau y de Santa Maria. Anoche fue imposible arrancarles ni una palabra sobre las detenciones. Sus rostros permanecían invariables a cualquier pregunta. Era como si de pronto hubieran olvidado todo el castellano y catalán almacenado.
Horas antes, el sobrino de la víctima recostaba su dolor en los portales de la sombría calle. ¿Qué les han dicho los Mossos? “Lo suficiente para saber que no tardarán en detenerlo”. Dicho y hecho.

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