Mesa de redacción

Ni con papeles

Diario de noticias de Gipuzkoa, por pablo muñoz, 11-09-2007

Cuando la pequeña Emily Verónica , cinco meses, despertó con una fiebre de caballo, se dieron cuenta de que aquello era grave.Efraín Cuevas y Milagros Figuereo son inmigrantes, pero no tontos. Con los papeles en regla, esperaban algo más que una auscultación de medio minuto en el centro de salud madrileño al que acudieron con la nena en brazos, desmadejada. La niña, les aseguró el pediatra, no tiene más que una leve amigdalitis consecuencia de un catarro. O sea, nada como para perder más tiempo con dominicanos. Es lo que tiene la inmigración, que depende de con qué cafre autóctono se tropiece, hala, ahí te mueras. Y se murió. La nena Emily se murió. La nena Emily, ya de vuelta a casa con su diagnóstico de catarro mal curado, disparó el termómetro. Los padres se la llevaron a Urgencias envuelta en una manta y allí se precipitó el absurdo: una médico histérica abroncándoles que cómo le llevaba allí un caso de meningitis galopante, que a donde debían haberla llevado era directamente al hospital, una vez se les hubiera tramitado el volante. Hora y media esperando a una ambulancia que tuviera a bien realizar el traslado, llega por fin y entran a la nena Emily “ya fría como el hielo”, diría el padre. Ni catarro ni meningitis: bronquitis. Y descanse en paz. Hacía sólo tres meses fallecía otra niña inmigrante en Melilla en los asientos del servicio de Urgencias del hospital, sin que ningún médico le hubiera atendido tras tres horas de espera. Son cosas que les pasan a los inmigrantes. Y a los pobres.

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