Medio Ambiente

Pastores del mundo unidos

El Mundo, ALFREDO MERINO, 10-09-2007

La XIV Fiesta de la Trashumancia ocupó ayer las calles del centro de Madrid con el tradicional paso de las ovejas que, por primera vez, fueron arreadas por profesionales venidos de más de 30 países. Con este acto festivo, culminó el encuentro mundial de pastores nómadas celebrado en Valsaín Los halhs de Mongolia junto a los pasiegos cántabros, los punkabis del norte de la India socializando con los boyeros pasiegos, los pulaar senegaleses a la sombra de los enormes estandartes bailoteados por los maragatos del Reino de León, los turkanas de Kenia codo con codo con los pastores castellanos arreando rubias de El Molar y negras colmenareñas… Y es que, en esta ocasión, las ovejas fueron lo de menos.


El centro de Madrid se despertó ayer con los cencerros, danzas y silbidos de los pastores de la tradicional travesía trashumante que todos los años (ya van XIV ediciones) atraviesa la ciudad. Este año, sin embargo, la cosa ha llegado bastante antes, en septiembre y no en noviembre.


«Hemos aprovechado que se está celebrando en Madrid la Convención de Naciones Unidas de Lucha contra la Desertización para llamar la atención sobre este problema en el que tienen mucho que decir los pastores, nómadas y trashumantes de todo el mundo», señaló a M2 Suso Garzón, responsable de la Fiesta de la Trashumancia. Todos ellos, además, han participando en el Encuentro Mundial de Pastores Nómadas y Trashumantes que se celebró la semana pasada en Valsaín y que tuvo ayer con este festivo paseo por la capital su momento más espectacular.


No lejos de Suso Garzón, el penacho de plumas de avestruz de Emmanuel Lomurai se elevaba en el centro de un corrillo de periodistas. Este nómada turkana, que habita en el entorno de ese lago keniano, señalaba la importancia del oficio de su etnia en la defensa del medio natural. «La naturaleza siempre ha estado en nuestras manos y hasta ahora hemos tenido suficiente, pero ahora el equilibrio se ha roto y necesitamos la ayuda de países ricos como Europa. Sólo con esa ayuda sobreviviremos y evitaremos que se destroce el mundo natural con los desiertos».


Más adelante un grupo de punjas, llegados del Estado de Delhi, cantaban una canción acompañada por los melancólicos gañidos del violín vertical típico de su etnia. Todos llevaban una pancarta de la internacional Liga para la Protección de los Pastores demandando la conservación de su oficio, un oficio que tiene mucho que ver con la mayor amenaza que pende hoy sobre gran parte de la superficie terrestre: el imparable avance de los desiertos. Con el manejo de sus ganados, los pastores consiguen renovar la genética, la biodiversidad y las dimensiones del manto vegetal, garantizando su arraigo al suelo.


Ayer una representación de los cientos de miles de pastores que aún subsisten en decenas de países demandaron atención y ayuda. Les ayudaron 800 cabezas de rubias y negras, razas autóctonas madrileñas también en peligro de extinción, aunque el espectáculo lo dieron los pastores.

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