Teólogos progresistas denuncian la «triple» opresión de las inmigrantes

El Mundo, JOSE MANUEL VIDAL, 10-09-2007

Enrique de Castro, el polémico cura de Entrevías, propone «transformar las parroquias de lugares de culto en lugares de encuentro» y adaptar la liturgia Dentro de la explotación generalizada a la que se somete a los inmigrantes en España, las mujeres están «doble o triplemente oprimidas: por ser inmigrantes, por ser mujeres y, en muchos casos, por pertenecer a culturas, razas y etnias discriminadas». Esta es la tajante denuncia que los teólogos progresistas de la Asociación Juan XXIII hacen en el manifiesto final de su Congreso, que se clausuró ayer en Madrid.


1.200 participantes de la Iglesia más roja. Teólogos «libres y nada domesticados», como dice Benjamín Forcano, uno de los organizadores. Teólogos, quizá por eso, sin pastores. Que no cuentan con el aval de los obispos, que «tienen la consigna de no acudir a nuestras reuniones, pero sí van a las de otros muchos movimientos neoconservadores», se queja el claretiano. Teólogos que quieren estar al lado de los últimos, que son siempre los preferidos de Cristo. De ahí el lema de su Congreso Fui emigrante y me acogisteis.


Y de ahí que lo inaugurase el cura rojo de Entrevías, Enrique de Castro, modelo de acogida eclesial de este colectivo. El cura que resiste las presiones del cardenal Rouco afirmó: «Sólo somos Iglesia de Jesús si luchamos por los inmigrantes». Y para eso, propuso «transformar todas las parroquias de lugares de culto en lugares de encuentro». Y adaptar la liturgia, «para no espantar de aburrimiento o lejanía».


Otro hito del Congreso fue el homenaje a uno de los grandes teólogos de la Liberación, el jesuita Jon Sobrino, al que Roma acaba de llamar al orden. Según el Vaticano, porque no subraya adecuadamente la divinidad de Cristo. Según su hasta hace poco compañero de orden, José María Castillo, porque «su Cristología inquieta a los escribas del actual sistema eclesiástico». La solidaridad del Congreso la expresó también su presidente, Julio Lois, con palabras del obispo Pedro Casaldáliga: «Somos millones los que te acompañamos y es, sobre todo, Jesús de Nazaret quien te acompaña».


Ese Dios que, según los teólogos de la Asociación Juan XXIII, dice, en la Biblia, «si un emigrante se instala en vuestra tierra no lo oprimáis». Pero el hecho es que la inmigración «puso a prueba la capacidad solidaria» de los españoles y «el talante de los diferentes gobiernos». «Y la realidad evidencia que no siempre hemos sabido estar a la altura». Para los teólogos, hay que «promover una sociedad inclusiva», en la que «no haya extranjeros ni apátridas» y en la que «los papeles no condicionen ni la dignidad ni las oportunidades de las personas».


Porque «España tiene que aprender a ver a los inmigrantes no como un problema, sino como una fuente de riqueza». «No se trata de mano de obra barata de la que se podrá prescindir», sino «de personas, sujetos de todos los derechos, incluido el sufragio, como ciudadanos que son a todos los efectos». España tiene que aprender «a valorar la riqueza cultural y económica que aporta la presencia de los inmigrantes».


Un Congreso más (y hace ya el número XXVII) de estos «cristianos sin Iglesia», que es precisamente uno de los temas que se eligieron para su reunión del próximo año. Porque, aunque los obispos no los quieran, ellos reivindican que son y siguen siendo Iglesia. La otra Iglesia.

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