La ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, expresó ayer su deseo de que el “drama humano” de la emigración masiva, causada por la desertificación, empuje a los países a “trabajar con eficacia” para pasar de los debates ideológicos a “la toma de decisiones y actuaciones políticas”.

Así lo indicó la ministra en la inauguración de la Octava Conferencia de las Partes (COP-8) de la Convención contra la Desertificación de la ONU, que se celebrará en Madrid hasta el día 14, y que presidieron los Príncipes de Asturias.

“España sabe bien de lo que estamos hablando, acogemos a muchas personas que hoy ya son ciudadanos de pleno derecho de nuestro país”, comentó la ministra en alusión a los emigrantes que huyen de “la pobreza, las desigualdades, el hambre y la desesperación”, causada, en gran parte, por la desertificación de sus países.

Narbona hizo hincapié en que luchar contra este problema supone un “extraordinario desafío desde el punto de vista de los Derechos Humanos” y no sólo desde la óptica medioambiental.

Ante los delegados de Naciones Unidas de 191 países, expertos y representantes de ONG, lanzó el reto de que esta cumbre “acelere sus resultados” para “pasar de los conocimientos” de las causas y efectos de la desertificación, ya “bastante satisfactorios”, a “políticas a escala internacional” que la “frenen y mitiguen”.

Narbona, que ciñó la estrategia a los próximos diez años, destacó la importancia de que se aprueben “nuevos instrumentos”, que se refuercen los ya existentes y que se promueva una “mayor sinergia” y “cooperación” entre las distintas delegaciones de la ONU.

Recordó su propuesta de que la Unión Europea se implique en esta lucha con la creación de un Centro Temático contra la Sequía y la Desertificación, para el que ha ofrecido una sede en Barcelona.

El secretario ejecutivo en funciones de la Convención de Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación, Grégoire de Kalbermatten, indicó que la sequía es un “asesino lento pero muy eficaz” del medio ambiente. “No es momento para dormirse en los laureles”, sentenció, sino que las Naciones Unidas deben promover la óptima gestión de los recursos acuíferos y del suelo.