UNA ASIGNATURA POLEMICA / Los contenidos

La Educación para la Ciudadanía en los libros de texto

El Mundo, ROBERTO BENITO, 02-09-2007

Los manuales de la materia se centran en transmitir valores como la tolerancia o la solidaridad para «favorecer la convivencia» Faltan dos semanas para que arranque el curso escolar con el inicio más problemático que se recuerda. La razón: Educación para la Ciudadanía. La nueva asignatura comienza a impartirse en siete comunidades autónomas en 3º de Secundaria, en un adelanto de lo que será el año que viene, cuando el resto tenga que implantarla.


La materia sólo se impartirá en dos cursos de toda la vida escolar de los alumnos y durante una hora a la semana, pero ello no ha impedido que su irrupción haya suscitado un fuerte debate en el seno de la sociedad española.


Los críticos han acusado al Gobierno de querer adoctrinar a los alumnos mediante una asignatura que enseña valores. Por su parte, los partidarios consideran necesario que los estudiantes españoles reciban unas nociones básicas de ciudadanía en un momento en el que están pasando de la infancia a la madurez.


Este periódico ha acudido a las librerías para comprobar en los libros de texto cuáles van a ser los contenidos reales que tendrán que aprender los estudiantes españoles. Del estudio de la democracia y los derechos humanos a la enseñanza de los tipos de familia y orientaciones sexuales existentes en la sociedad, ésto es lo que se enseñará en los colegios españoles a partir de este año:


La familia.


La asignatura hace una firme defensa de la familia, situándola como uno de los pilares fundamentales de la sociedad y la fuente más importante de educación. «La familia es una institución imprescindible para el buen funcionamiento de la sociedad», dice uno de los libros de texto. Ahora bien, hay varios tipos de familia. Los profesores explicarán que una de las características de la institución es su «flexibilidad» y que existen variantes familiares en la sociedad actual.


El libro de SM, por ejemplo, diferencia entre «familias compuestas por los padres y los hijos», «familias monoparentales en las que los hijos viven sólo con uno de los padres [solteros, viudos o separados]» y «familias reconstituidas tras un divorcio, en las que conviven hijos de distintas parejas».


También se explicará la necesidad de que todos sus miembros colaboren en las tareas del hogar, para eliminar los roles tradicionales basados en las diferencias de género. «La diferencia de sexo no debería conllevar niveles distintos de responsabilidad en la vida familiar. La edad debe ser el criterio fundamental a la hora de determinar las tareas y responsabilidades de cada miembro de la familia», detalla el manual que ha elaborado Anaya.


Las relaciones sexuales.


Se explicará a los estudiantes que existen relaciones «superficiales y momentáneas» y relaciones «profundas», aunque se aclarará que las primeras pueden llevar a las segundas: «Algo que vaya más allá de la atracción física y que busque establecer una conexión estrecha; es decir, que sea amor».


Sobre los tipos de relaciones, en la clase se explicará que «la mayoría de la gente experimenta atracción sexual por las personas del sexo opuesto», pero se aclarará que «hay dos formas de sexualidad básicas, la heterosexual y la homosexual» y que «ambas orientaciones son formas de vida sexual que debemos respetar».


La responsabilidad.


Como condición fundamental para convertirse en una persona adulta, Educación para la Ciudadanía establece que los alumnos deben asumir unas normas de comportamiento básicas. La responsabilidad, la asunción de obligaciones y el ejercicio de la libertad con moderación son los valores a transmitir. Uno de los manuales pone de ejemplo algo tan cercano a la juventud como el botellón. Se intentará que los alumnos se pregunten si creen conveniente «una conducta que, de forma continuada, puede dañar la salud», que piensen sobre la «mera satisfacción de unos impulsos que se siguen sin reflexionar» y que debatan sobre si su derecho a divertirse está por encima del derecho de los vecinos a descansar.


Contra la discriminación.


La inmigración y la tolerancia hacia los demás ocupa un lugar central en la asignatura, en una época en la que la presencia de extranjeros en las aulas es cada vez mayor y el acoso y las agresiones de unos estudiantes a otros son constantes.


«Debemos aprender a respetar a los que son diferentes a nosotros, aunque no nos entusiasmen. El respeto hacia los demás, a pesar de que no coincidamos con ellos, es una actitud esencial para la convivencia», dice uno de los libros.


Los profesores explicarán, pues, que las diferencias entre los individuos, sean por la forma de pensar, hablar, vestirse o comportarse, son algo positivo, que de todas formas es comprensible que algunas personas no nos gusten y no nos caigan bien, pero que aún así hay que respetar a todo el mundo.


Especial incidencia se hará en el tema de la inmigración. La materia trasladará a los alumnos que la llegada de extranjeros es una realidad, que además tiende a incrementarse y que los problemas que ello pueda provocar se deben solucionar mediante «la integración de todas las culturas en unos valores ciudadanos comunes: los valores democráticos».


«Todas las culturas tienen derecho a practicar su modo de vida, siempre que no vaya contra los derechos humanos o contra la ley», dicen los manuales. Culturas que «aceptan la esclavitud, el trabajo infantil, la discriminación racial o la religiosa» no son tolerables.


La democracia.


En la clase se estudiará la democracia como «el mejor sistema político», aquel que es «más eficaz para alcanzar un mundo más justo, porque respeta la libertad, la igualdad y la seguridad de todos». Serán señaladas sus virtudes – «poder político estable y legítimo, protección de las minorías, defensa de los derechos humanos» – y sus defectos – «corrupción, debilidad frente a los antidemócratas» – , y se contrapondrán a las de otros tipos de regímenes, como las dictaduras.


Los alumnos estudiarán la estructura y funcionamiento del Estado español y tendrán que aprenderse las normas fundamentales de la Constitución y los principales derechos humanos.


La solidaridad.


La materia tratará de transmitir a los estudiantes la necesidad de ser solidarios, principalmente con los más desfavorecidos, pero también de solucionar algunos problemas globales, como el cambio climático.


«Es preciso suprimir las situaciones de radical injusticia que todavía niegan a un sector considerable de la población sus oportunidades básicas», dicen los manuales de la asignatura.


Los profesores detallarán en clase cómo el Estado, a través de los impuestos, redistribuye la riqueza para tratar de que toda la población goce de «los derechos al trabajo, la protección social, la sanidad, la educación y la vivienda que recoge la Constitución».


Además, se explicará la necesidad de respetar el medio ambiente y de hacer todo lo posible para «reducir las emisiones de efecto invernadero», principal causa de la «crisis ecológica a escala planetaria hacia la que nos encaminamos».

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