Francia desvela que Zapatero lamenta «amargamente» la regularización

ABC, 28-08-2007

A. LARDIÉS

MADRID. Una de las principales apuestas del Gobierno en la legislatura, la regularización de inmigrantes, podría no haber satisfecho demasiado a José Luis Rodríguez Zapatero, a tenor de las declaraciones que hizo el domingo el primer ministro francés, Francois Fillon, que aseguró en una entrevista televisiva que su colega español «lamenta amargamente» haber regularizado a decenas de miles de inmigrantes.

Tras defender las expulsiones de los inmigrantes ilegales de Francia, Fillon afirmó: «Yo me he reunido antes de las vacaciones con el señor Zapatero – en referencia al encuentro que mantuvieron ambos en Madrid el pasado 27 de julio – , que había regularizado a miles de inmigrantes, y que hoy lo lamenta amargamente y que en todo caso se ha comprometido a no volver a hacerlo».

De ser cierta la afirmación de Fillon – Moncloa no dijo ayer lo contrario – , el Gobierno estaría cayendo en una grave contradicción, puesto que tanto Zapatero como el ministro de Asuntos Sociales, Jesús Caldera, se han dedicado a defender la valía de la regularización a lo largo de estos dos años. En una frase para el recuerdo, Caldera llegó a afirmar que «somos la envidia de Europa». Además, el Gobierno ha negado incluso que haya existido una regularización y ha afirmado en numerosas ocasiones que los 570.000 inmigrantes que obtuvieron los papeles se acogieron a un «proceso de normalización selectiva».

La única respuesta pública del Gobierno vino ayer de la mano del ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, que señaló que la regularización fue «un éxito», que muchos países así lo han reconocido y que «de hecho es un modelo, porque se realizó a través del diálogo y respetando los acuerdos con todos los agentes sociales y económicos». Así, el ministro no entró a valorar si las declaraciones de Fillon eran ciertas o no.

No hizo lo mismo el secretario ejecutivo de Comunicación del Partido Popular, Gabriel Elorriaga, que exigió a Zapatero que «presente también a los ciudadanos españoles las excusas que está ofreciendo a otros Gobiernos europeos» por un proceso de regularización que calificó de «fracaso», informa Servimedia. Para Elorriaga, que pidió al Gobierno que rectifique su política de inmigración, «es muy fácil decir a los Gobiernos europeos que no se va a repetir un proceso de regularización en España, pero cuando el PP ha exigido que eso se transforme en una ley y en un compromiso firme con todos los españoles, no se ha querido hacer».

Choques con Sarkozy

Las desaveniencias entre los Gobiernos español y francés sobre la política de inmigración no son nuevas. De hecho, el actual presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, mantuvo el año pasado – cuando era ministro del Interior – varios choques dialécticos con Zapatero al respecto.

Fue precisamente en la Cumbre de Madrid de la Unión Europea celebrada el pasado septiembre cuando Sarkozy abogó por prohibir las regularizaciones masivas de inmigrantes, en lo que fue una crítica severa a la política adoptada por el Ejecutivo español. Incluso, el ahora presidente francés tachó la situación que se vivía entonces – y se vive hoy – en Canarias y en Ceuta y Melilla de «inaceptable».

Ante esas palabras, Zapatero entró al trapo con unas declaraciones nada exentas de dureza: «No me vale lo que pueda decir el ministro francés del Interior después de lo que hemos visto que ha pasado en los barrios de París en relación con la política de inmigración». El tono de la tensión aumentó, ya que Sarkozy respondió reclamando a Zapatero en inmigración la misma solidaridad que Francia había mostrado con España en la lucha contra ETA.

Una conversación telefónica zanjó la crisis momentáneamente pero no cerró la herida, puesto que tan sólo tres meses después Sarkozy lanzó un nuevo ataque en el que reiteró sus críticas a la regularización y en el que denunció el «efecto llamada» con estas palabras: «La regularización española de 2005, de cerca de 600.000 personas, ha precipitado a los brazos de las redes criminales a cientos de jóvenes africanos atraídos por las sirenas de esta regularización».

Además, Francia no es la única que censura la regularización llevada a cabo – y celebrada con fruición por el ministro de Asuntos Sociales, Jesús Caldera – , puesto que las severas críticas de «Sarko» contra España fueron respaldas en su momento por el Parlamento y la Comisión europeos y por los Gobiernos de Alemania, Gran Bretaña, Austria y Holanda. Por tanto, parece que, al menos en inmigración, España no es la envidia de Europa.

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