Neonazis dan golpiza a 8 indios en Alemania

El Universal, Enrique F. Molinero, 21-08-2007

BERLÍN. Mugeln, un pequeño pueblo de tan sólo 5 mil habitantes en el Land de Sajonia, fue fundado a fines del siglo X y, desde entonces, vivió una apacible existencia que sólo fue sacudida cuando la localidad fue ocupada por las tropas soviéticas después del colapso del Tercer Reich.

El pueblo, ubicado a unos 45 kilómetros al este de Leipzig, no volvió a ocupar las primeras páginas de la prensa germana, ni tampoco despertó el interés de las cadenas de televisión, hasta el sábado pasado, cuando medio centenar de jóvenes, armados de valor gracias a la cerveza y a la complicidad de decenas de habitantes, protagonizaron una verdadera cacería humana contra ocho indios.

Desde hace 12 años, Mugeln tenía la alegre costumbre de celebrar su fiesta anual en la plaza del pueblo. Pero el sábado pasado, la tradicional fiesta estuvo a punto de culminar con una tragedia cuando un grupo de amigos, todos originarios de India, fueron atacados por un grupo de neonazis.

Las primeras escaramuzas entre los indios y los jóvenes comenzaron en la pista de baile.

Siguieron los empujones, luego volaron las primeras botellas y cuando los indios recibieron los primeros golpes, decidieron huir de la fiesta.

Fue entonces cuando se inició la cacería y sonaron en la plaza del pueblo los gritos de guerra que han hecho famosos y temidos a los neonazis en todo el país. ¡Fuera con los extranjeros! y ¡Aquí manda la resistencia nacional!, gritó la horda.

Alentados por los curiosos y por la ausencia de la policía, unos 50 jóvenes persiguieron a los aterrorizados indios, que lograron encontrar refugio en una pizzería cercana. El dueño, también un ciudadano indio, les abrió la puerta y pidió auxilio a la policía.

Tardaron una eternidad en llegar, dijo ayer el asustado propietario de la pizzería, entrevistado por los noticieros de tv. Si hubieran tardado otros cinco minutos se habría producido una tragedia, añadió, al sugerir que él y sus compatriotas podrían haber sido linchados por la horda.

Durante la espera, que hizo temer por sus vidas a los indios, los neonazis destruyeron el coche del propietario, rompieron una ventana de la pizzería y comenzaron a destruir la puerta para cazar a sus víctimas.

Unos 70 agentes de la policía impidieron, en efecto, la previsible tragedia, pero los ocho indios resultaron heridos, algunos de gravedad. Dos policías y dos manifestantes alemanes también recibieron lesiones.

Escándalo silenciado

Los detalles de la cacería humana de Mugeln llegaron a oídos de un reportero de un periódico de Leipzig el domingo por la tarde, un hecho que hizo creer a la prensa germana que las autoridades locales intentaron silenciar el escándalo. Peor aún, según informaciones periodísticas, las autoridades habían sido informadas con anterioridad de que los jóvenes neonazis querían divertirse a su manera durante la fiesta.

La cacería humana convirtió a Mugeln en el pueblo más famoso de Alemania y volvió a dejar al desnudo que la violencia xenófoba de los neonazis aún sigue echando raíces en el país. Pero el alcalde del pueblo, Gotthard Deuse, aprovechó la presencia de decenas de cámaras de televisión para intentar salvar el honor del pueblo. Los autores del ataque no viven en Mugeln, dijo el alcalde. El pueblo tiene 5 mil habitantes, todos se conocen y aquí no hay neonazis.

BERLÍN. Mugeln, un pequeño pueblo de tan sólo 5 mil habitantes en el Land de Sajonia, fue fundado a fines del siglo X y, desde entonces, vivió una apacible existencia que sólo fue sacudida cuando la localidad fue ocupada por las tropas soviéticas después del colapso del Tercer Reich.

El pueblo, ubicado a unos 45 kilómetros al este de Leipzig, no volvió a ocupar las primeras páginas de la prensa germana, ni tampoco despertó el interés de las cadenas de televisión, hasta el sábado pasado, cuando medio centenar de jóvenes, armados de valor gracias a la cerveza y a la complicidad de decenas de habitantes, protagonizaron una verdadera cacería humana contra ocho indios.

Desde hace 12 años, Mugeln tenía la alegre costumbre de celebrar su fiesta anual en la plaza del pueblo. Pero el sábado pasado, la tradicional fiesta estuvo a punto de culminar con una tragedia cuando un grupo de amigos, todos originarios de India, fueron atacados por un grupo de neonazis.

Las primeras escaramuzas entre los indios y los jóvenes comenzaron en la pista de baile.

Siguieron los empujones, luego volaron las primeras botellas y cuando los indios recibieron los primeros golpes, decidieron huir de la fiesta.

Fue entonces cuando se inició la cacería y sonaron en la plaza del pueblo los gritos de guerra que han hecho famosos y temidos a los neonazis en todo el país. ¡Fuera con los extranjeros! y ¡Aquí manda la resistencia nacional!, gritó la horda.

Alentados por los curiosos y por la ausencia de la policía, unos 50 jóvenes persiguieron a los aterrorizados indios, que lograron encontrar refugio en una pizzería cercana. El dueño, también un ciudadano indio, les abrió la puerta y pidió auxilio a la policía.

Tardaron una eternidad en llegar, dijo ayer el asustado propietario de la pizzería, entrevistado por los noticieros de tv. Si hubieran tardado otros cinco minutos se habría producido una tragedia, añadió, al sugerir que él y sus compatriotas podrían haber sido linchados por la horda.

Durante la espera, que hizo temer por sus vidas a los indios, los neonazis destruyeron el coche del propietario, rompieron una ventana de la pizzería y comenzaron a destruir la puerta para cazar a sus víctimas.

Unos 70 agentes de la policía impidieron, en efecto, la previsible tragedia, pero los ocho indios resultaron heridos, algunos de gravedad. Dos policías y dos manifestantes alemanes también recibieron lesiones.

Escándalo silenciado

Los detalles de la cacería humana de Mugeln llegaron a oídos de un reportero de un periódico de Leipzig el domingo por la tarde, un hecho que hizo creer a la prensa germana que las autoridades locales intentaron silenciar el escándalo. Peor aún, según informaciones periodísticas, las autoridades habían sido informadas con anterioridad de que los jóvenes neonazis querían divertirse a su manera durante la fiesta.

La cacería humana convirtió a Mugeln en el pueblo más famoso de Alemania y volvió a dejar al desnudo que la violencia xenófoba de los neonazis aún sigue echando raíces en el país. Pero el alcalde del pueblo, Gotthard Deuse, aprovechó la presencia de decenas de cámaras de televisión para intentar salvar el honor del pueblo. Los autores del ataque no viven en Mugeln, dijo el alcalde. El pueblo tiene 5 mil habitantes, todos se conocen y aquí no hay neonazis.

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