“No me detuvieron con los brazos cruzados”

El Universal, Julieta Martínez, 21-08-2007

TIJUANA, BC.— La estricta aplicación de las leyes estadounidenses separó a una familia más al deportar la medianoche del domingo a Elvira Arellano, la mexicana que se refugió durante un año en una iglesia metodista de Chicago, de la vecina nación.

Su hijo, Saúl, de apenas ocho años de edad, se reunió ayer con ella aquí, y decidió permanecer en Estados Unidos, el país donde nació porque anhela terminar sus estudios y participar en las luchas por la conservación de la unidad familiar, aunque ello implique un sacrificio, afirmó Elvira.

Saúl se quedará al cuidado de su tutora legal, Emma Lozano, directora de la agrupación Centro Sin Fronteras de Chicago. “No quiero que mi hijo corra la misma suerte que yo”, dijo la mexicana, que opinó que la deportaron porque la consideraban “una amenaza por lo que yo hice para levantar al pueblo y exigir una legalización”.

Saúl permaneció en silencio, aunque ya antes había dicho que prefería ver a su mamá rodeada de reporteros que de agentes migratorios. Ahora, Elvira Arellano analiza una oferta de trabajo que se le ofreció en esta frontera, el cual ocuparía después de visitar a sus padres y hermanos en Michoacán. Adelantó que mientras su hijo participará en una manifestación que se llevará a cabo en Chicago, el 12 de septiembre, ella hará lo propio en esta frontera junto con activistas de los dos países, para exigir que EU respete la unidad familiar en los procesos de deportación.

Para Arellano, la deportación no fue en vano porque continuará la guerra hasta lograr que no haya más separaciones, y justificó haber salido de la iglesia donde se refugió, pues consideró inminente que sería detenida. “Me queda la satisfacción de que no me detuvieron sentada ni con las manos cruzadas”, afirmó.

La mujer relató cómo, en medio de un despliegue que consideró innecesario, una veintena de agentes de Migración de EU aprovecharon su salida del “santuario” donde se había refugiado en Los Ángeles, California, para detenerla y deportarla esposada a México. Armados, los agentes migratorios rodearon el vehículo donde viajaba junto con su hijo, que “entró en pánico” ante el despliegue, y tras retener por unos minutos a algunos de sus acompañantes, finalmente la esposaron y se la llevaron.

La originaria de Maravatío, Michoacán, aseguró que las primeras horas posteriores a su detención le negaron el derecho de entrevistarse con personal del Consulado de México en San Diego, pero finalmente los representantes diplomáticos se impusieron e hicieron contacto.

El comisionado nacional para Asuntos Migratorios del Comité de Amigos Americanos, Christian Ramírez, dijo que la deportación de Elvira no fue más que un alarde de EU para advertir que tiene el control.

TIJUANA, BC.— La estricta aplicación de las leyes estadounidenses separó a una familia más al deportar la medianoche del domingo a Elvira Arellano, la mexicana que se refugió durante un año en una iglesia metodista de Chicago, de la vecina nación.

Su hijo, Saúl, de apenas ocho años de edad, se reunió ayer con ella aquí, y decidió permanecer en Estados Unidos, el país donde nació porque anhela terminar sus estudios y participar en las luchas por la conservación de la unidad familiar, aunque ello implique un sacrificio, afirmó Elvira.

Saúl se quedará al cuidado de su tutora legal, Emma Lozano, directora de la agrupación Centro Sin Fronteras de Chicago. “No quiero que mi hijo corra la misma suerte que yo”, dijo la mexicana, que opinó que la deportaron porque la consideraban “una amenaza por lo que yo hice para levantar al pueblo y exigir una legalización”.

Saúl permaneció en silencio, aunque ya antes había dicho que prefería ver a su mamá rodeada de reporteros que de agentes migratorios. Ahora, Elvira Arellano analiza una oferta de trabajo que se le ofreció en esta frontera, el cual ocuparía después de visitar a sus padres y hermanos en Michoacán. Adelantó que mientras su hijo participará en una manifestación que se llevará a cabo en Chicago, el 12 de septiembre, ella hará lo propio en esta frontera junto con activistas de los dos países, para exigir que EU respete la unidad familiar en los procesos de deportación.

Para Arellano, la deportación no fue en vano porque continuará la guerra hasta lograr que no haya más separaciones, y justificó haber salido de la iglesia donde se refugió, pues consideró inminente que sería detenida. “Me queda la satisfacción de que no me detuvieron sentada ni con las manos cruzadas”, afirmó.

La mujer relató cómo, en medio de un despliegue que consideró innecesario, una veintena de agentes de Migración de EU aprovecharon su salida del “santuario” donde se había refugiado en Los Ángeles, California, para detenerla y deportarla esposada a México. Armados, los agentes migratorios rodearon el vehículo donde viajaba junto con su hijo, que “entró en pánico” ante el despliegue, y tras retener por unos minutos a algunos de sus acompañantes, finalmente la esposaron y se la llevaron.

La originaria de Maravatío, Michoacán, aseguró que las primeras horas posteriores a su detención le negaron el derecho de entrevistarse con personal del Consulado de México en San Diego, pero finalmente los representantes diplomáticos se impusieron e hicieron contacto.

El comisionado nacional para Asuntos Migratorios del Comité de Amigos Americanos, Christian Ramírez, dijo que la deportación de Elvira no fue más que un alarde de EU para advertir que tiene el control.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)