Nos roban Canarias

El Día, Fernando D. Rossi Delgado*, 21-08-2007

EL CANARIO ES UN PUEBLO acostumbrado a recibir visitantes, conocedor (por sufrimiento propio) del dolor de la emigración. Pero también es consciente de sus limitaciones territoriales y del riesgo que su estabilidad sufre (como sociedad cohesionada por una cultura europea común), fundamentalmente, desde hace diez años.

En este corto espacio de tiempo, Canarias tolera, sin que ningún gobierno del Estado se haya inquietado nunca (ni siquiera ahora), la invasión de su territorio, el desplazamiento de su cultura por otras foráneas, la pérdida constante de empleo a favor de los inmigrantes, el rechazo de solicitud de viviendas oficiales a favor de los inmigrantes que en poco tiempo tienen más derechos que los necesitados canarios, el desvío de medios materiales de los sistemas judiciales y sanitarios, un sistema educativo al borde de la anarquía en muchos municipios.

A todo ello, con el silencio denigrante de las autoridades, le debemos sumar la reaparición de enfermedades controladas y desaparecidas de Canarias hace mucho tiempo, y para las cuales no estamos defendidos. Por mucho que se empeñen (ahora) en afirmar que no traen ninguna enfermedad que no padezcamos los canarios. Va a resultar que estamos descubriendo que los europeos que visitan África son obligados a vacunarse para evitar que les contagiemos innumerables enfermedades que ellos no padecen o, a lo peor, no se trata sino de hacerle ganar unas perras a la industria de la farmacopea.

La inmigración de las pateras o cayucos es la más llamativa, por salvaje, pero llevamos muchos años soportando el continuo aumento de la población (unos cincuenta mil por año) porque el gobierno del Estado no controla nuestras fronteras aeroportuarias. Son miles los que llegan como turistas, y pasados los 90 días de máxima estancia nadie se preocupa por localizarlos y expulsarlos por irregulares. Ni siquiera se comprueba si llegan con el billete de regreso, como es obligatorio. Y tendrían fácil la localización, porque la mayoría está empadronada para poder comenzar a pedir lo que sus países no les han dado y que aquí, por ser residentes, nuestras Administraciones les regalan con presteza.

Los canarios, cada vez más, sentimos que perdemos el control de nuestra tierra, que nos la están quitando, que nos apartan, que nos roban Canarias. Y nos preocupa que, con la excusa de que si viven deben decidir, el gobierno del Estado (y el principal partido de la oposición) pretendan reconocerles a los inmigrantes el derecho a elegir y ser elegidos en las próximas elecciones locales.

Ahí dejo eso, preguntándome, también, cuánto tardarán los volcanes en romper su silencio.

  • Ex concejal de Santa Cruz

de Tenerife

fernandodrossi@gmail.com

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