De Mali al Veleta en chanclas

ABC, 17-08-2007

POR CRUZ MORCILLO

MADRID. Hay que imaginar la escena. Mediodía en Sierra Nevada, un grupo de montañeros de ruta por el Veleta, bien pertrechados, abrigados y con equipos porque arriba nunca se sabe. Alguna montonera de nieve resistiendo aún en el Mulhacén y los ventisqueros de verano sin dar tregua. Y en su camino aparece Tony, alguien sin nombre aún, fornido y negro, un varón joven. Viste pantalón fino, una camiseta, una camisa y calza chanclas, las habituales en su lugar de origen. Eran las dos de la tarde, el pasado día 14, y deambulaba por la cumbre del Veleta (3.392 metros de altitud).

Dio poca o ninguna explicación sobre su ruta; ni motivos ni tiempo, nada. No llevaba agua ni comida. Los excursionistas lo acompañaron hasta el refugio de montaña de la Carigüela, en la vertiente sur de Sierra Nevada; Tony les rogó que no avisaran a la Guardia Civil ni a nadie. Respetaron su deseo, le proporcionaron víveres y siguieron su camino pensando que no se iba a quedar en ese lugar demasiado tiempo.

Varias noches de heladas

La intuición no les falló porque sólo habían andado unos metros cuando vieron cómo el maliense abandonaba el refugio y encaminaba sus pasos hacia el Pico Mulhacén (3.482 metros), la cumbre más alta de la Península, donde la semana pasada heló varias noches consecutivas. Siguió y siguió, y allí, casi en la cima, fue encontrado por segunda vez en unas horas por un agente medioambiental, igual de sorprendido que los montañeros. Otra vez la ausencia de explicaciones y de motivación del joven africano.

El agente lo trasladó hasta la llamada Hoya del Portillo, una barrera de control del Parque de Sierra Nevada, y desde ese lugar alertó a la Guardia Civil. Se envió a una patrulla de la localidad de Lanjarón, que lo condujo hasta la Comisaría del Cuerpo Nacional de Policía de Motril, según confirmaron fuentes del Instituto Armado.

La pareja de agentes que lo trasladó a comisaría intentó, con poco éxito, conocer detalles sobre el joven, aclarar por qué había subido solo a la montaña y sin pertrechos, de dónde venía y qué buscaba. Poco lograron averiguar. Se sabe que se llama Tony Brascons, que tiene 27 años, asegura que es de Mali, carece de documentación y poco más.

«No hablaba ni francés ni español, y casi no se hacía entender ni por señas. Sólo cantaba sin parar, o tarareaba y decía que tenía piernas fuertes», explicó uno de los agentes encargado del traslado. Los funcionarios le preguntaron cuánto tiempo había pasado arriba sin obtener respuesta.

«No sabemos si de verdad no nos entendía o se hacía de nuevas». La impresión de ambos es que Tony lleva algún tiempo en España, no parece un recién llegado en patera o cayuco aunque después de soportar esa travesía cualquier cosa es posible. Creen, aunque no tienen datos, que al menos ha pasado una noche en Sierra Nevada, durmiendo al aire libre, con sus chanclas y su camisa de paseo marítimo.

«¿Has pasado frío?», le preguntó uno de los guardias. Y Tony, algo ausente pero sin perder la sonrisa, se limitó a responder. «No, piernas fuertes». Lo mismo que cuando quisieron saber si había comido. Sus piernas parecen ser su pasaporte a cualquier parte, ya sea el desierto o el techo de España. Quizá sus piernas estén mejor que su raciocinio. La Policía de Motril tramitará su expediente de expulsión por no tener papeles.

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