Josep Ramoneda: "Barcelona vive una enorme transformación"

El Periodico, OLGA MERINO, 17-08-2007

Es un espeleólogo que busca lucidez en los pliegues de la realidad. Agitador de conciencias sin sectarismos, Josep Ramoneda (Cervera, 1949) dirige el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB), un espacio de reflexión sobre la ciudad y la cultura. Aprovecha las vacaciones para trabajar en un libro sobre los valores de la Ilustración.

– – ¿El verano está hecho para huir?
– – Yo soy muy urbanita, y una verdadera ciudad lo es siempre.

– – ¿Pero usted se escapa?
– – A Begur, porque ya viajo bastante durante el año. Además, los aeropuertos en verano son una violación permanente de los derechos fundamentales. Nos obligan a demostrar a diario que no somos terroristas. El profesor Avishai Margalit dice que una sociedad decente es aquella en la que el Estado no humilla a sus ciudadanos. Pues, bien, vivimos en una sociedad no decente.

– – ¿No hay más referentes en Barcelona que las tapas y la Casa Batlló?
– – No comparto ese discurso de que Barcelona parece un parque temático. Me reconforta oír en mi ciudad los sonidos e idiomas que escucho en las grandes urbes del planeta. A un país tan dado a la endogamia como este, creo que le sienta bien un poco de cosmopolitismo aunque sea en buena parte turístico.

– – También hay muchos inmigrantes.
– – El cosmopolitismo derivado de la inmigración no es de lujo y parece que no exista. El Raval es un caso digno de estudio: en 10 años ha pasado de tener el 2% de población extranjera al 55%, y sin crisis graves. Barcelona está viviendo una enorme transformación que la aparta de los parámetros a los que estábamos acostumbrados.

– – ¿Cuál era ese perfil?
– – La Barcelona de los Juegos Olímpicos seguía siendo la misma de siempre: la burguesía catalana que hace un gran gesto y se coloca en el mapa. Es a partir de entonces cuando se produce el cambio y entran actores nuevos: los inmigrantes, los jóvenes erasmus, los turistas que llegan masivamente y los diferentes grupos catalanes, que no son ni de lejos lo que eran entonces.

– – En ese proceso de cambio, ¿ha habido errores?
– – El Fórum provocó que la dislocación fuese mayor. Como proyecto cultural no se acertó, no se encontró el tono. Y en el sentido urbanístico, se rompió cierta lógica sin acabar de saber dónde se inscribía la nueva.

– – ¿Qué discurso cultural puede brindar Barcelona?
– – Desde el CCCB, partimos de la idea de que cultura hay una, que esta es universal y nos pertenece a todos.

– – Parecía que con la globalización habíamos entrado en la fase de los posnacionalismos y sin embargo…
– – La globalización genera toda una serie de factores de inseguridad biográfica: la gente deja de tener un trabajo para toda la vida, unos valores culturales determinados, un marco vaporoso de religión que dibuja el territorio. Esa desorientación es la causa de cierto rebrote nacionalista y de lo religioso. Pero el gran problema es otro.

– – ¿Cuál?
– – La incapacidad del poder político de globalizarse como ha hecho el poder económico, el cual está consiguiendo imponer el valor normativo; es decir, cada vez nos comportamos más según valores impuestos desde el poder económico. En cambio, el poder político es incapaz de crear los organismos de contrapunto necesarios.

– – ¿Es Europa un ejemplo?
– – Produce congoja la defensa numantina del poder de ciertos estados sin pensar en intereses europeos globales. Pero también es insólito lo que se ha construido en 50 años.

– – ¿Europa es solo un lugar mental?
– – Está bien que así sea. Un lugar mental no está limitado física ni geográficamente. Y esa es una de las gracias de Europa: es un espacio siempre abierto en el que hay muchos que quieren entrar, y no podrán hacerlo todos. La expectativa de entrada es eficaz en los cambios de comportamiento de los aspirantes, como en el caso de Turquía.

– – La abstención de las últimas elecciones, ¿es síntoma de qué?
– – Desde el inicio de la Transición vemos que en Catalunya hay dos bloques: el de un 40% que se considera igual catalán y español y el de otro 40% que se cree solo catalán. La abstención es alta porque uno de los bloques se desentiende en las autonómicas. Ese es el gran problema: en Catalunya se hace una política para el 40% que se considera más catalán que español.

– – Se habla de desencanto político, pero hubo quien votó al corrupto.
– – El problema tiene mucho que ver con la ganancia de poder normativo de lo económico: ante un individuo que ha hecho mucho dinero, aunque sea de forma irregular, hay como mínimo admiración. Cuando políticos corruptos son reelegidos, hay alguna falla esencial en la ciudadanía. Hemos de pedir también responsabilidades al electorado, que no es fuente de bien ni de verdad.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)