ENTREVISTA a Juan José Sebreli, ensayista
"El posmodernismo es un gran fraude"
"Defiendo la inmigración, pero no el multiculturalismo", indica Sebreli
La Vanguardia, , 12-08-2007Editorial Debate publicó en España, semanas atrás, El olvido de la razón,donde el ensayista argentino Juan José Sebreli efectúa un demoledor análisis de las corrientes de pensamiento en boga durante el último tramo del siglo XX. La Vanguardia conversó con Sebreli en Buenos Aires el pasado jueves.
- Su análisis del pensamiento estructuralista, postestructuralista y posmoderno es desmitificador, severo, sañudo. ¿Por qué?
- Creo que todo eso ha sido un gran fraude ideológico. Me refiero a las corrientes del pensamiento que comienzan a fines de los 60, tienen su gran auge en los 70 y 80, y luego empiezan a declinar, aunque todavía siguen vigentes. Quizás posmodernidad sea el término que abarque todas esas tendencias: a pesar de esa diversidad y de que muchos de sus pensadores se critiquen entre sí, se puede decir que tienen puntos en común y que es una corriente hegemónica. Tienen una característica fundamental, que ya está dada en el título de mi libro, que es una corriente irracionalista y antimoderna. Lo que se llama posmodernidad es en realidad una antimodernidad: estar en contra del mundo moderno, con todo lo que el mundo moderno significa, es decir, basado en la razón, la ciencia, la técnica, la idea de progreso, el humanismo y la democracia… Y además hay otro fraude muy grande, que es que estas corrientes han sido adoptadas acríticamente por las izquierdas, por el progresismo, cuando en otros tiempos podían haber sido patrimonio de la derecha o de la extrema derecha. Y lo más paradójico es que los dos pensadores clásicos que son reivindicados por esta corriente postestructuralista son Nietzsche y Heidegger. En el caso de Nietzsche, estamos ante un pensador contradictorio y ambiguo, tan contradictorio que los nazis pudieron reivindicarlo. En el caso de Heidegger, no hay ni siquiera duda, porque fue un militante nazi y reivindicó el nazismo, y después de la caída de Hitler siempre se negó a hacer una autocrítica.
- Estas escuelas de pensamiento han tenido un papel predominante en el mundo académico francés o americano. ¿A qué lo atribuye?
- Básicamente surgen en Francia, pero los dos pensadores citados son alemanes. Es otra de las paradojas, porque Nietzsche y Heidegger influyeron decisivamente en la preguerra, contribuyendo a crear una atmósfera intelectual y cultural adecuada para el surgimiento del nazismo. Terminada la guerra parecía que caerían en el olvido total. Curiosamente fue Francia, el país ocupado por los alemanes, el que iba a redescubrir a Heidegger e iba a llevarlo a su mayor apogeo. Primero, por el auge del existencialismo, que lo toma como un precursor, y después, con toda esta línea de postestructuralistas que lo rehabilitan. Los franceses son una fábrica de modas. Al imponerse en París la moda se impone en los círculos académicos de los países latinos. Más tardíamente se va a imponer en los campus universitarios de Estados Unidos lo que se llama la french theory,aunque exclusivamente en los campus universitarios. En cambio, en Francia, en Argentina y en España, los libros de estos autores se venden masivamente, a pesar de ser dificilísimos y de que la mayor parte de los que los compran no pueden leerlos.
- Póngase en la posición contraria a la que sostiene en El olvido de la razón:¿qué destacaría entre las aportaciones posmodernas?
- (Sebreli se ríe antes de responder.) Si lo supiera, escribiría un libro en su favor.
- Pero algo positivo encontrará…
- Sí: las críticas a los excesos del racionalismo.
Pero la paradoja está en que para criticar el racionalismo como lo hacen – los límites, las exageraciones o las deformaciones del racionalismo- tienen que recurrir a argumentaciones que son inevitablemente racionales.
- Althusser, Derrida, Barthes, Lacan, Deleuze… ¿A cuál de ellos salva?
- Salvar, no salvo a ninguno. Pero Lévi-Strauss, que es el padre de la criatura y que es el único con vida, empezó escribiendo libros de antropología y limitando la teoría estructuralista a la antropología. En esa medida, uno puede leer los libros con cierto interés. Lo que pasa es que luego la teoría estructuralista la expande a otras corrientes. Es decir, que se va a hacer una historia, filosofía, sociología, psicoanálisis, crítica literaria, crítica cinematográfica e incluso crítica deportiva estructuralista. Se han escrito análisis de partidos de fútbol siguiendo una técnica estructuralista.
- Y ahora vuelva a su posición: ¿cuáles son las peores consecuencias del posmodernismo?
- Con respecto a la crítica a la modernidad, es indiscutible que, a pesar de todos los horrores y las catástrofes que pueda haber habido en el siglo XX, la vida actual es mejor que hace cien años. Hoy, la expectativa de vida es de casi 90 años. A pesar de las grandes desigualdades sociales, el hambre ha disminuido. La medicina ha avanzado. Así que no se puede hablar de que no existe el progreso. El progreso material es indiscutible, innegable. Se podría cuestionar si existe o no un progreso moral, pero eso es muy difícil de detectar, de calcular. Creo que se dan las condiciones para que el hombre viva más en forma moralmente saludable… Estoy haciendo una defensa del progreso, que es una de las ideas que atacan los estructuralistas, postestructuralistas… En el siglo XX ha habido violaciones de los derechos humanos, y sigue habiéndolas, pero el hecho de que sea algo mal visto hoy día ya es un enorme progreso. Pasa lo mismo con las discriminaciones sexuales o raciales, otro fenómeno fundamental. La igualdad de la mujer es una revolución espectacular e indiscutible. Es para mostrar justamente que la modernidad no es mala, que el progreso existe. Las discriminaciones raciales y el antisemitismo siguen existiendo, pero hoy hay leyes que prohíben eso, y ahí hay un progreso enorme.
- ¿Cuál será la importancia del posmodernismo en la historia? ¿Será un paréntesis?
- Siempre ha existido una posición similar a la de los postestructuralistas, una posición irracionalista. La razón ha existido siempre, en los griegos, incluso en los cristianos medievales, santo Tomás era racionalista, pero se consideraba una cosa natural. Cuando la razón toma conciencia de sí misma, en los orígenes del mundo moderno, entre el XVII y XVIII, con Descartes, Kant, Galileo…, es cuando surge el irracionalismo. Cuando surge una idea, siempre surge la contraria. Siempre va a haber una corriente de este tipo, hoy se llama así, pero a mediados del XXI nadie hablará de postestructuralismo, se hablará de otra cosa y será similar a eso. Siempre va a haber dos posiciones. Lo que variará son las formas. Por ejemplo, el postestructuralismo del siglo XX repite ideas y conceptos del romanticismo del XIX, es una forma de neorromanticismo, ahí tiene algunos orígenes. Habrá un neopostestructuralismo a mediados del XXI, también sobre base irracionalista.
- ¿Cuál es hoy la función del pensador?
- Es indispensable, pero ahora está en un momento de eclipse. En cierto modo, el periodista de opinión viene a sustituir un poco al filósofo, y el cronista de temas sociales viene a sustituir al novelista. Se viene a sustituir al intelectual en las formas tradicionales, por un lado. Y, por otro lado, está el auge del académico, del experto, que en otra epoca estaba arrumbado y no competía con el intelectual tal como se entendía en Francia, por ejemplo con Voltaire, Zola, Sartre, o sea, el hombre independiente de los partidos, del Estado. Eso no significa que no vuelva a resurgir. Yo me considero un intelectual sobreviviente.
- ¿Considera inviable una corriente de pensamiento con futuro lejos del tronco de la Ilustración y la razón?
- Yo reivindico la Ilustración. Frente al concepto de posmodernidad, el filósofo alemán Jürgen Habermas, al que me siento próximo, habla de segunda modernidad, o modernidad tardía.
Estamos en una nueva ola de modernidad y no en la negación de la modernidad, como es el posmodernismo. No se han cumplido aún plenamente los proyectos de la Ilustración y del mundo moderno.
- ¿Por qué los pensadores del posmodernismo se atrincheraron en un lenguaje hermético, en gremios sectarios, en el relativismo y la especulación, alejándose del común de los ciudadanos?
- Ésa es una de las contradicciones. Por un lado, han tomado posiciones de extrema izquierda y populistas, y por otro, escriben para un público de elite. Siempre hubo pensadores con predisposición a la oscuridad, que a menudo oculta falta de ideas. Algunos son absolutamente incomprensibles, como Lacan, el más popular en Buenos Aires. Los libros ilegibles atraen a un tipo de seguidores que creen pertenecer a una secta de iniciados. Pero eso no quita que la prosa de Heidegger, Lacan o Derrida sea espantosa.
- ¿Qué conexión establece entre escuela posmoderna y sociedad del espectáculo?
- La sociedad del espectáculo, en cierta medida, toma algunos elementos. Por ejemplo, uno de los últimos representantes del posestructuralismo, que vive en Buenos Aires en este momento, Slavoj Zizek, ha hecho una combinación de las teorías lacanianas con el cine de Hollywood. Lo llaman lacanismo pop.En Francia, durante el auge del lacanismo, se hacían psicoanálisis por televisión, es decir, que se mezclaban las dos cosas.
- ¿En qué escuelas aprecia hoy más posibilidades para la recuperación de un discurso de razón, progreso y humanismo?
- Dije ya Habermas. En Inglaterra está Giddens; en Francia, Touraine, en menor medida. En Italia estaba Bobbio. En EE. UU., Bell, pero está algo pasado.
- ¿Hay un camino entre el fundamentalismo y el multiculturalismo?
- Estoy en contra del dogmatismo, que sería el fundamentalismo, y contra el relativismo, que sería el multiculturalismo. Está claro: si uno tiene un espíritu crítico, no puede sujetarse a un dogma de tipo religioso. En cambio, es más difícil defender una posición crítica con el multiculturalismo. Yo adopto la actitud de que, creyendo en valores como la igualdad, la libertad o los derechos humanos, no puedo considerar que las culturas que no respetan esos valores sean igualmente válidas. Estoy a favor de la inmigración, pero como se dio entre el XIX y el XX en EE. UU. y Argentina. Recuerdo, siendo niño, vivir en un barrio donde convivían judíos y árabes, algo hoy inconcebible en Europa. Defiendo la inmigración, pero no el multiculturalismo: no es posible defender la escuela laica y permitir que las niñas árabes vayan a una escuela pública con velo.
- Dice que en el combate contra el relativismo y el escepticismo es inevitable encontrarse con compañeros de ruta inquietantes, como el neoconservadurismo de Leo Strauss, el elitismo de Alain Bloom o el fundamentalismo evangelista o la teoría de Ratzinger. Explíquese.
- Se puede tener algún punto en común, pero eso no quiere decir que coincidamos en todos. Pretender lo contrario tiene un nombre: es la falacia de la amalgama; uno tiene un aspecto similar y se le trata de amalgamar, a pesar de ser diferente en todo el resto.
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