REGIÓN MURCIA

«Un director de colegio cobra allí 400 dólares al mes; ¿cómo vamos a volver con ese panorama?»

La Verdad, J. P. P., 09-08-2007

Ana tiene un piso y un trabajo estable en un locutorio de la calle Bolos, en Murcia. Lleva ocho años aquí, y es el prototipo del inmigrante ecuatoriano asentado en la Región, al que sólo una mejora sustancial en su país o un futuro asegurado le pueden convencer para hacer las maletas y volver a casa. «No tengo ganas de regresar. Vivo aquí con mi marido y estamos bien», confiesa. Ella no sólo tiene los papeles en regla, sino que está en trámites para conseguir la nacionalidad española. «La gente que llega ahora sin estar regularizada lo tiene más difícil, porque hay más control. Es lógico que quizá ellos prefieran volver». Ana ha conseguido ahorrar y, además de un pequeño apartamento en Murcia, se ha comprado un terreno en Ecuador. «Estoy esperando para construir, pero allí las cosas no están claras». Así que, de momento, se queda en Murcia. «Quizá cambie de opinión cuando tenga hijos, o cuando me jubile», admite.

En realidad, prácticamente todos los ecuatorianos a los que se les pregunta añoran su tierra, y aspiran a regresar algún día. Pero pocos son los que estarían dispuestos a volver ya mismo. «Quien regresa es porque allí se vive más tranquilo. Yo conozco a un amigo que tomó esa decisión, pero claro, ahora gana mucho menos», cuenta Daniel Vélez, encargado del bar Rincón del Primo, en el barrio de San Andrés de Murcia. Su madre es directora de un colegio en Ecuador y cobra 400 dólares al mes. Es un sueldo alto, la mayoría no llega a los 300. «¿Cómo vamos a volver con ese panorama? – se pregunta Daniel – yo acabo de estar allí de vacaciones y lo he pasado genial, porque con lo que ahorras aquí puedes hacer un montón de cosas. Pero vivir allí es otra cosa, eso es muy problemático».

Algo parecido piensa Nelson Gavilanes. «Como mínimo quiero aguantar un par de años más en España», cuenta mientras come un plato de arroz con pollo, estrella de la gastronomía ecuatoriana.

Escepticismo

«Mi país va de mal en peor, quiero volver, pero he decidido que no es el momento». Inés, trabajadora en una oficina de banca cercana a la Estación de Autobuses, muestra una total desconfianza hacia el actual presidente de su país, Rafael Correa, recientemente elegido en las elecciones. Los ecuatorianos viven con pesimismo la política. El nuevo mandatario, que le ganó los comicios al multimillonario Álvaro Noboa con un programa de promesas sociales, despierta adhesiones y rechazos a partes iguales. Inés es de las que desconfían de su recién estrenada gestión.

Por eso, el programa de retorno voluntario anunciado esta semana por Correa y el gobierno español no le despierta mayor entusiasmo. Otros, sin embargo, esperan que las reformas previstas ayuden a Ecuador a remontar el vuelo tras décadas de corrupción y crisis permanentes que provocaron un éxodo masivo hacia España y Europa.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)