La llegada de inmigrantes por mar cae un 55% tras el refuerzo de controles fronterizos

El País, JORGE A. RODRÍGUEZ, 08-08-2007

A estas alturas del verano pasado, las aguas habían traído a las costas españolas a 17.433 inmigrantes irregulares jugándose la vida en el mar. La oleada migratoria parecía imparable y este año se temía otra marea de cayucos. Pero, por ahora, no ha sido así. En los siete primeros meses del año, 7.934 subsaharianos y magrebíes han llegado por mar a Canarias y la zona del Estrecho, lo que supone una caída del 55% respecto a 2006. El refuerzo de los controles fronterizos y el mensaje disuasorio que lanza el aumento de las repatriaciones son la razón del desplome, según el Ministerio del Interior.

El descenso de la llegada de inmigrantes ha sido espectacular en Canarias, que en la primera semana de agosto cambió la ola de cayucos por la ola de incendios. Durante la primera semana de este mes, han llegado a las islas 145 inmigrantes, cuando la media diaria de arribadas en ese mismo periodo de 2006 fue de 230. Durante los primeros siete meses del año, un total de 5.686 inmigrantes llegaron a las islas a bordo de 129 cayucos. Una cifra abultada, sí, pero muy lejana a los 13.770 que llegaron en las 280 barcas que arribaron en 2006.

El panorama es muy similar en el Estrecho, donde se ha pasado de los 3.663 llegados entre enero y julio de 2006 a los 2.248 de este año. Es el número más bajo de inmigrantes que intentan cruzar en patera esta franja de mar desde 1999, cuando comenzó a dispararse la presión migratoria desde las costas marroquíes.

El Ministerio del Interior razona que el descenso obedece a tres razones fundamentales; el aumento de la vigilancia migratoria en la fachada atlántica africana, el aumento en las repatriaciones de inmigrantes a los países de origen y la colaboración en el control migratorio de los países que emiten migrantes.

Algunos datos ilustran cómo la mayor colaboración de los países de origen y la vigilancia atlántica han funcionado. Desde que en septiembre Senegal se puso manos a la obra a vigilar sus costas, con el apoyo de la Guardia Civil y la agencia Europea de Fronteras (Frontex), las autoridades de ese país han interceptado 17 embarcaciones con 1.247 inmigrantes, se han incautado de otros 20 barcos en tierra en los que se disponían a subir 716 subsaharianos y han detenido a 48 miembros de redes migratorias.

Marruecos, por su lado, ha participado en 39 patrullas mixtas con el instituto armado y ha interceptado a 6.000 irregulares en su territorio. Entre senegaleses y marroquíes, casi 8.000 inmigrantes, una cifra muy cercana al descenso total sobre 2006 en el número de extranjeros que han intentado entrar en España.

La tercera pata en la que, según Interior, se apoya el bajón ha sido el aumento en el número de devoluciones, readmisiones o expulsiones. Este año ya van 28.522 (de enero a junio), frente a los 20.336 de 2006. Además, España ha montado 34 vuelos de repatriación, fundamentalmente a países Africanos, que han puesto de vuelta a casa a 1.943 personas, a los que se suman los 3.066 a los que se les ha llevado a sus países en vuelos comerciales.

Interior tampoco quiere lanzar las campanas al vuelo, ya que nada hace pensar que la pobreza vaya a disminuir en el tercer mundo ni en los países que acaban de dejar esa categoría. Y la desesperación por la falta de comida y libertad es el mejor cayuco. Por eso España mantiene la presión en la UE para que ésta se implique más en el control migratorio.

Hace sólo 15 días, la Unión Europea aprobó los fondos de solidaridad para la gestión de los flujos migratorios. España será el primer receptor de este dinero, del que obtendrá 87 millones de euros entre este año y el que viene, de los que 60 millones se destinarán a dotar de más personal y medios las fronteras. Además, el Gobierno acaba de aprobar una dotación de 23 millones de euros para extender el Sistema Integral de Vigilancia Exterior (SIVE) a Murcia, Alicante y Valencia. El motivo es que, tras el aumento del control por este sistema entre Cádiz y Almería, se ha detectado que las pateras, pero también las barcas cargadas de hachís, enfilan hacia esas costas, aunque el viaje sea más costoso y peligroso.

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