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Dramas por tierra, mar y aire

Dobles fondos en los coches, camuflados en la carga de un camión, 'falsos turistas'... La desesperación empuja a los inmigrantes a buscar cualquier resquicio para llegar a España

Diario Vasco, AITOR ALONSO, 31-07-2007

BILBAO. DV. La imagen de un inmigrante encajado a presión, en posición fetal, en el hueco del salpicadero de un turismo es un recuerdo difícil de arrebatar de la mente de algunos de los policías españoles que custodian la frontera de Ceuta. Al verlo, no se lo explicaban. Tenía los pies tras el volante y la cabeza a la altura de la guantera. «Sin apenas aire, no podría aguantar mucho así», recuerdan. Hoy saben que existen talleres cerca de la valla donde por unos centenares de euros modifican el vehículo y habilitan el espacio entre el volante y el motor para que quepa una persona. «Es inverosímil, algo a lo que pensábamos que no se iba a llegar. Pero lo hemos visto con nuestros propios ojos», relata un agente destacado en la ciudad autónoma.

El número de inmigrantes que entran cada año en España de forma ilegal es siempre difícil de estimar, como admiten portavoces policiales, pero cabe señalar un dato para hacerse una idea del fenómeno. Sólo en 2006, el Gobierno repatrió a 99.445 inmigrantes sin papeles detectados en las fronteras o una vez ya dentro del país, una cifra que aumenta a más 313.000 si se contabilizan los últimos tres ejercicios. Cerca de 14.000 marroquíes, senegaleses y rumanos fueron devueltos directamente a sus países de origen en 2006. Otros 19.273 fueron rechazados en los puestos fronterizos de puertos y aeropuertos. En los Pirineos, las autoridades españolas solicitaron a terceros países la readmisión de 47.389 inmigrantes que trataban de entrar en el país por carretera o por tren. En los primeros seis meses de este año, según datos conocidos ayer, el número de repatriaciones se ha acercado a 30.000, un 28% más que en el mismo periodo del año anterior.

Pero el drama de la inmigración irregular difícilmente se escribe con cifras, sino con historias que llegan por tierra, mar y aire. Relatos de sueños rotos, de desesperación, de anhelo de una vida mejor y, en muchas ocasiones, simplemente deseos de una vida digna.

«Vistas las condiciones de algunos de ellos en sus países de origen, no es de extrañar que se la jueguen para llegar a Europa. Lo que ocurre es que muchas veces han idealizado un futuro en España que después no corresponde con la realidad», reflexiona un veterano colaborador de organizaciones humanitarias en el Estrecho.

La desesperación espolea la imaginación. Los huecos en el salpicadero parecen el sistema más novedoso, que se suma a los habituales dobles fondos en furgonetas, en maleteros de coches o en los remolques de los camiones a través de los que muchos magrebíes y subsaharianos han intentado durante años salvar el Estrecho. Pero ésta es hoy es una ruta poco utilizada.

«Existe un fuerte control», admite un policía destacado en el Norte de África. «Ceuta se ha convertido en una ciudad de difícil acceso tras el refuerzo del perímetro, la conocida valla», agrega. El año pasado, apenas 1.350 inmigrantes accedieron de forma ilegal a la ciudad autónoma y sólo 643 a Melilla. «Ahora tenemos casos de orientales: chinos, paquistaníes y algunos procedentes de India que entran por mar, camuflados en barcos pesqueros o en pequeños botes. No sabemos muy bien por qué vienen por aquí, pero vienen», refleja.

La inmigración desde África se ha trasladado del Estrecho a Canarias, unas islas que están ahora en plena temporada de cayucos, como se vio el fin de semana con la llegada de 215 subsaharianos a la costa de Tenerife. Desde 2002, el archipiélago recibe cada vez más inmigrantes africanos, mientras disminuyen los que intentan cruzar los 14 kilómetros que separan Marruecos de Algeciras. En 2006, entraron por Canarias 31.787 personas. Por el Estrecho, 7.456.

Barajas, puerta principal

Los expertos apuntan este año la apertura de una nueva ruta entre Argelia y las islas Baleares, a donde han llegado al menos siete embarcaciones en lo que va de año. La última de la que se tiene noticia, hace pocas semanas. El Gobierno cree que es una vía ajena a las mafias.

«Son grupos de inmigrantes que se organizan a modo de cooperativa y alquilan barcas con potencia para alcanzar el litoral español en 24 horas y en buenas condiciones», sostiene el delegado del Ejecutivo, Ramón Socias.

Pero el principal coladero «es Barajas. Se calcula que entra un millar de inmigrantes cada día», apuntan fuentes policiales destacadas en el aeropuerto de Madrid. La mayoría son suramericanos que acceden al país con un visado temporal para hacer turismo, pero que tienen intención de quedarse en España. «Sin visado no entra nadie, pero es difícil detectar a los falsos turistas. Hacemos controles al azar y les preguntamos a qué hotel van, qué van a visitar. Otros usan pasaportes falsos, pero aún así tenemos una capacidad muy mermada para hacer frente a estas entradas. Sólo podemos hacer 60 diligencias de rechazo al día. Hace falta más personal y simplificar la burocracia», apunta un miembro del Sindicato Unificado de Policía (SUP).

La ampliación de la UE a los países del Este ha relajado los puestos fronterizos de los Pirineos. «Estamos en una calma inusual», advierten cargos policiales destacados en La Junquera (Gerona), también duchos en dobles fondos, en autocares de falsos turistas y en detectar la presencia de personas en la carga de los camiones y los bajos o el maletero de algún autobús. «Ahora entran eslavos y paquistaníes, aunque es con cuentagotas».

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